Ayer, tras terminar el desayuno - fruta, fiambre, queso, bollería y yogur - Francisco, que viajó en la parte delantera del avión (entre Roma y Ecuador), se dirigió al fondo donde le esperaban los 75 periodistas que le acompañan en este regreso a Latinoamérica.
Después comenzó a saludar uno a uno a los periodistas por los estrechos pasillos del Airbus A330 rodeado de cámaras de televisión, fotógrafos y tantas tabletas y teléfonos, pues todos quieren también una foto con el pontífice. "Dentro de un rato estamos a casa", dijo el papa con una amplia sonrisa al saludar a Efe y echar una ojeada por la ventanilla, después de que Matteo Bruni, el responsable del Vaticano que acompaña a los periodistas durante el viaje, cita el nombre de la agencia. Porque "su casa" es Latinoamérica, donde ya estuvo en julio de 2013 cuando visitó Brasil, pero en Ecuador, Bolivia y Paraguay se podrá expresar en su idioma e improvisar sus discursos como a él le gusta.
Los más emocionados son los periodistas que han llegado de dos procedentes de Bolivia, otros dos de Ecuador y dos de Paraguay para seguir al papa durante todo su periplo en Latinoamérica. Un periodista ecuatoriano llevó fotos de su familia para que se las bendigan, mientras que una reportera boliviana le regaló una pequeña reproducción de una de las cruces de madera que el papa bendecirá en Santa Cruz durante la misa de apertura del Congreso Eucarístico en la Plaza del Cristo Redentor.
Francisco no dudó en posar para hacerse una autofoto con la periodista boliviana que se lo pide "aunque con mucha vergüenza", confesó después, y recibe decenas de sobres con "documentos y fotos personales" que le entregan otros reporteros. "He leído tu libro", comenta Francisco a un periodista y a la "vaticanista" del diario de Roma "Il Messaggero", el único periódico que el papa reveló leía cada mañana, la felicitó por el último artículo de esta mañana sobre Benedicto XVI.
Bromeó con las cámaras de televisión, que llevan al hombro su instrumento de trabajo y no lo pueden apoyar ni siquiera cuando el papa les saluda. Un periodista saca su teléfono móvil y enseña la foto de su abuela y le pide una bendición y Francisco sin titubear acerca su dedo a la pantalla para impartirla. A quien le recordó que le espera un duro viaje, el más largo realizado hasta ahora, y que se lo debe tomar con calma, el papa le contestó bromeando: "No pasa nada, mascaré (la hoja de) coca".
No hay prisa, quedan 11 horas por delante, y Francisco se detiene con paciencia con todos a intercambiar algunas frases o bendecir los 30 rosarios que un periodista se trajo de Tierra Santa, o la medallita de otro que saca del bolsillo. En los próximos vuelos, cuando Francisco ponga rumbo a Bolivia y a Paraguay, como suele ser habitual, el ambiente será más serio y responderá a las preguntas de los periodistas, así como en el viaje de vuelta, dedicará más de una hora a contestar a los reporteros que viajan con él.
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