Sin lugar a dudas, uno de los acontecimientos religiosos más importantes que celebra el mundo cristiano es el de CORPUS CHRISTI, con la veneración hacia el Santísimo Cuerpo de Cristo que data desde el inicio mismo de la Era Cristiana hasta nuestros días, cuando los evangelistas y/o predicadores de la palabra de Dios, daban cuenta de la Resurrección de Jesucristo, cuyo cuerpo es del todo sacratísimo.
Llegado el año de 1263, ocurrió un hecho del todo milagroso en la ciudad italiana de Bolsena, cuando creyentes y no creyentes, difundieron la noticia del suceso más extraordinario que habíase visto en la iglesia de “Santa Cristina”, allí donde un sacerdote al estar celebrando la santa misa, empezó a dudar del Misterio de la Eucaristía, momento en el cual la Hostia Divina dejó caer gotas de sangre en forma intermitente que corrió por la mesa marmórea del templo catedralicio.
Hecho sobrenatural que inmortalizó a la ciudad de Bolsena y llevada al lienzo por el pintor más famoso del mundo como fue Rafael Sanzio.
Transcurridos dos años de aquel milagro de la “Hostia Sangrienta”, el Papa Urbano IV instituyó la fiesta universal de CORPUS CHRISTI. Esto significa que a partir del año 1265 empezó a celebrarse esta festividad que en el curso del tiempo fue difundiéndose en todo el orbe, llegando a tierras de América junto a la conquista española.
En 1547, una vez levantado el convento y templo de San Antonio de Pádua en la Villa Imperial de Potosí, fueron los frailes franciscanos, los primeros en esta ciudad en llevar adelante la veneración al Cuerpo de Cristo a través del Sacramento Eucarístico. Para este propósito, el franciscano Gaspar de Villarroél, fue el que trabajó un sagrario muy modesto hecho de madera, constituyéndose en el primer tabernáculo que hubo en Potosí. Posteriormente, las demás órdenes religiosas establecidas en esta ciudad, continuaron con la misma acción cristiana dispuesta por la Iglesia Católica.
Al margen de ello, no está demás recordar que, la primera celebración pomposa de “Corpus Christi” en Potosí, tuvo lugar en la iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación (hoy San Lorenzo), cuando ella oficiaba de “Iglesia Mayor” y primera parroquia de españoles. Esa fiesta del todo ostentosa ocurrió el año de 1560 llegándose a estrenar un segundo sagrario artísticamente trabajado en metal plata y consagrado para la guarda de la Hostia Divina.
Desde entonces y en años siguientes la celebración de Corpus Christi se constituyó en una de las fiestas más suntuosas de la Villa Imperial de Potosí, aún de que éstas celebrábanse dentro de cada templo o parroquia, hasta que el año de 1600 y concluida que fue la construcción de la “Iglesia Mayor” (Catedral) en la plaza del Regocijo, fue en ella donde se concentró los principales actos litúrgicos, otorgándose toda pomposidad a la fiesta de Corpus Christi.
EL PRIVILEGIO DE LA PROCESIÓN DE CORPUS CHRISTI EN POTOSÍ
En el periodo de la colonia y particularmente en el siglo XVII, fue cuando la festividad de “Corpus Christi” en Potosí, tomó las más grandes solemnidades sólo comparadas a las que efectuábanse en Roma y Sevilla, por cuyo hecho y a solicitud de las diferentes Ordenes Religiosas y numerosas cofradías de esta ciudad, el Papa Inocencio XI, concedió a favor de Potosí, el privilegio de sacar en andas, la Sagrada Custodia con la Hostia Divina en la procesión del día en que celebrábase el Cuerpo de Cristo Sacramentado. Por cuyo derecho, el ayuntamiento de la Villa Imperial tuvo que enviar a Roma, algo más de un millón de pesos en monedas acuñadas en plata.
Como consecuencia de esa concesión, se sabe que el año de 1683, tuvo lugar en la Villa Imperial, una de las procesiones más costosas por “Corpus Christi”, cuando en ella se gastó la friolera suma de treinta mil pesos plata, motivando a que toda la población potosina participe de aquella suntuosa demostración de fe hacia el Cuerpo de Cristo, organizada por agrupaciones religiosas de todas las parroquias junto a los gremios de plateros, azogueros y otros, con el encabezamiento de autoridades del Cabildo, los Tribunales, el Alcalde Mayor de las minas del Cerro de Potosí y toda la aristocracia de la ciudad.
En aquella procesión, igualmente participaron extranjeros de Portugal y otras naciones del viejo mundo, agrupados en las quince parroquias potosinas, llevando en andas a imágenes religiosas de distinta advocación con cánticos y oraciones de todos los cofrades y la presencia de 23 cruces altas enchapadas de plata junto a sus respectivos cirios y 120 estandartes bordados con hilos de plata y oro.
En esa misma ocasión se admiró el arte y la riqueza que ofrecía la custodia de oro macizo con incrustaciones de piedras preciosas y perlas finas, conteniendo en el centro del sol, la Hostia Divina. Custodia que descansaba en un pedestal de oro magníficamente trabajado el año de 1618, obra artística de culto que destacábase en las andas de plata bruñida y cincelada, sacada de la Santa Matriz en hombros de quienes conformaban la cofradía “Los Caballeros de la Orden de Santiago”, vestidos uniformemente con traje obscuro, bandas de color rojo en el pecho y guantes de seda blanca, resaltando las camisas blancas con cuello alechugado y encajes de hilo en la pechera.
El trayecto de la procesión fue pavimentado con barras de plata a cargo de los azogueros y ricos mineros del Cerro Hermoso en una forma admirable. Igualmente los altares que fueron levantados en lugares anteladamente dispuestos, fueron preparados con telas de seda importada donde no faltaba el bordado con hilos de plata y los ornamentos trabajados en oro junto a piñas de metal argento de a cien marcos cada una. En general, la ciudad se vistió de gala y religiosidad, motivando a comentarios muy elogiosos en otras ciudades de América y Europa.
Desde aquel entonces hasta ahora, es privilegio para la Villa Imperial de Potosí, sacar en andas de plata la custodia del Santísimo Sacramento en procesión de “Corpus Christi”. Derecho del cual únicamente gozan las ciudades de Roma, Sevilla; México y la Villa Imperial de Potosí.
LA POMPOSIDAD DE LAS PROCESIONES DE CORPUS CHRISTI
Por la celebración de Corpus Christi en Potosí, cada año estrenábase en la iglesia mayor, cuanto objeto era necesario para el culto, como ser: frontales, gradillas, tronos, arcos, urnas, cálices, copones, incensarios, campanillas y otros paramentos trabajados en plata y oro, más el estreno de casullas y otros ornamentos utilizados por los religiosos de diferentes órdenes asentados en esta ciudad.
El año de 1733 en el día de “Corpus Christi” se estrenó con gran solemnidad el altar de la Virgen María, todo revestido de plata labrada con primorosos grabados en alto relieve con embutidos de oro y tachonado de piedras preciosas.
En esa obra de magnificencia se utilizaron 900 marcos de plata, y su costo fue de 13.000 pesos fuertes. Las personas que costearon dicha obra fueron los hermanos Juan y Pedro de Urriolagoitia junto a don Juan Álvarez y otras personas devotas que hicieron su depósito en la sacristía de la iglesia mayor.
En 1737, para la procesión anual de esta festividad, se estrenó una artística y grande carroza de plata maciza que tenía 1.300 marcos de plata, siendo su costo de 21.000 pesos, cubiertos por el Maestre de Campo don Juan de Santelices y su esposa la marquesa de Santa María de Otavi, habiendo obsequiado dicha obra a la iglesia matriz, después de una ceremoniosa misa, día antes de Corpus Christi.
La magnífica carroza de plata maciza, tenía de la base al coronamiento, seis varas de alto y dos y media de ancho en cada uno de los cuatro lados. Luego, en la corona de la carroza encontrábase un mundo con una cruz en alto, trabajado todo en oro y, cuyo piso encontrábase revestido de una plancha de plata con ganchos del mismo metal que sostenían la pesada custodia de oro que recorrió por la plaza mayor y calles contiguas al templo catedralicio.
Dicha carroza fue tirada por 24 niños vestidos de ángeles, luciendo sobre sus vestimentas de seda blanca, sartas de perlas y bordados de fino aljófar. Las alas de esos ángeles eran de filigrana de plata con el tachonado de rubíes, esmeraldas, granates, brillantes, topacios y diamantes. En las cabezas lucían guirnaldas de filigrana de plata, simulando a coronas de laurel.
A los costados de la carroza encontrábanse frailes de una y otra orden religiosa, vestidos con casullas recamadas con hilos de oro y plata, tachonadas con piedras preciosas y unas cintas blancas que llevaban junto a sus distintivos de la Orden a la cual pertenecían.
EL CORPUS CHRISTI EN EL PERIODO REPUBLICANO
Entre 1808 y 1836, durante la construcción de la nueva iglesia matriz de Potosí, la procesión de Corpus Christi salía del templo de la Compañía de Jesús, por desempeñar éste las funciones de “Iglesia Mayor”. En este periodo eran igualmente muy solemnes aquellas procesiones religiosas, aún de no contar con la riqueza argentífera mostrada tiempo atrás, en razón de que la mayoría de las obras de arte en oro y plata, habían sido saqueadas por los ejércitos auxiliares argentinos, así como la incautación de todo el oro y plata por parte del Rey de España Fernando VII.
Terminada la construcción y consagrada que fue la actual catedral de Potosí, las procesiones de Corpus Christi, retomaron su magnificencia religiosa y exhibición de otras riquezas en metales preciosos; tal es así que el día de Corpus del año 1887, se llegó a estrenar el artístico y costoso templete y andas de plata bruñida para el Santísimo Sacramento; obra republicana de fines del siglo XIX, con la cual actualmente sale la custodia de oro macizo para la procesión de Corpus Christi.
Dicho templete sobre andas de metal argento es conservado en la iglesia catedral de Potosí, por más de un siglo, siendo envidiado por las otras iglesias del país y el Continente; tomando en cuenta que esa reliquia del todo artística, -en calidad de préstamo- fue exhibida en las Congregaciones Marianas de Buenos Aires, Lima y Sucre.
Finalmente es importante destacar el hecho de que la Villa Imperial de Potosí en América del Sur, la ciudad de México en América del Norte, Sevilla en España y Roma en Italia, son las únicas ciudades en el mundo católico que tienen el privilegio de realizarse en ellas las tradicionales “misas de una de la tarde” en toda la semana de Corpus Christi o hasta la “octava de Corpus”, último día en el cual se realiza otra procesión con el Santísimo Sacramento, sin utilizarse el templete y andas de plata, simplemente llevarse en manos del Obispo de la Diócesis, la custodia de oro, bajo un lujoso cuanto pesado “palio” o “dosel” portátil utilizado desde la antigüedad.
*Socio de Número de la Sociedad Geográfica y de Historia “Potosí”.
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