Con los ojos cerrados, doña Francisca Medina agacha la cabeza. Reza hincada frente a la silla en la que minutos antes estaba sentado el Santo Padre en la Catedral Metropolitana Nuestra Señora de La Paz, y susurra: "Dios, que enviaste a tu pastor, por favor, has que toda mi familia esté protegida por tu bendición”. Le caen las lágrimas. Se para y luego de un Padre Nuestro deja el lugar.
Detrás de ella y alrededor de la silla están cientos de personas que esperan su turno para "por lo menos tocar” el sillón desde el cual el Sumo Pontífice, durante más de 30 minutos, dio un mensaje a la población boliviana que había esperado más de 10 horas sólo por una bendición.
El sucesor de Pedro llega a la plaza Murillo a las 19:00, mientras suenan las campanas de la Catedral. En tanto, la gente emocionada grita: "¡Francisco, Francisco!”, pues, como una luz fugaz, pasa por la calle Ayacucho en el papamóvil. Ese momento no estaba en el guión, pues estaba previsto que ingrese por la calle Colón para entrar a la Arquidiócesis de La Paz.
"¡Ahí está! ¡Mira, el Papa… qué lindo!”, grita una niña que parece tener siete años. Se para de puntitas mientras mira a su papá y le señala el papamóvil. El padre, visiblemente emocionado, responde: "Sí, hijita… Esto es histórico”, y filma con su tablet ese grandioso momento.
Después de unos 10 minutos, el Santo Padre sale del corto encuentro con las altas autoridades de la Iglesia y se dirige hacia la Catedral, y aunque no está previsto que vaya en el vehículo papal, lo hace.
El automóvil pasa por los más de 400 metros de alfombra roja extendida desde la intersección de la calle Socabaya, esquina Ingavi, hasta Palacio de Gobierno. En ese momento, millones de flashes de cámaras fotográficas y de celulares iluminan el rostro del Papa. "Parece la Tierra llena de estrellas”, comenta un comunicador.
Entonces la gente se desespera y comienza a gritar: "¡Que salga el Papa!”, "¡El Papa es del pueblo y no de los masistas!”, "¡El Papa está en Bolivia!”. Tras su reunión con el presidente, Evo Morales, el Sumo Pontífice llega al frontis de la Catedral y bendice a la población.
Las más de 15.000 personas que están en el lugar lamentan "el recorrido tan fugaz” que hizo el Santo Padre por la plaza Murillo, pero varios dicen que con esos "pocos segundos” están llenos de alegría en sus corazones. "Estamos desde las siete de la mañana para verlo”, afirma resignado Reymi Palacios, un visitante de Chile.
Según los médicos del sector, en el lugar se atendieron a cerca de 15 personas que se desmayaron por insolación. Gracias a la seguridad que hubo la gente fue socorrida inmediatamente.
A las 20:36, el Santo Padre sale en un vehículo cerrado. Y mientras las autoridades civiles salen de la Iglesia, la población que asiste al lugar ingresa a la Catedral para sacar los arreglos florales. y otros como Leandro Mamani de 27 años dice que, como "fiel católico”, siente que la visita del Santo Padre trae al país paz y alegría. "Con sólo tocar el sillón estamos bendecidos”.
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