La cruz en forma de X en la que murió hace 2000 años el apóstol San Andrés ha desatado una fiebre de fervor religioso en Rusia, donde cientos de miles de fieles ortodoxos hacen cola para venerar la sagrada reliquia.
"San Andrés fue el primero de los apóstoles. El primero en creer en las palabras de Jesús. Así que nosotros también debemos tener fe en él", señaló a Efe Natalia, una pensionista de 68 años, a las puertas de la Catedral de Cristo Salvador de Moscú.
Ni la ola de calor que sacudió el país hace dos semanas, ni los chaparrones de los últimos días han impedido que los rusos se acerquen en masa a besar y tocar con la frente la sagrada cruz de madera.
Si en San Petersburgo, la segunda ciudad rusa, unos 200.000 fieles cayeron presa del fervor religioso y acudieron a la Catedral de Kazán para venerar la cruz durante una semana, en Moscú las previsiones apuntan a medio millón de visitantes.
Para ello, la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR) tiene abiertas durante casi todo el día las puertas del principal templo del país, que adquirió fama mundial cuando el grupo Pussy Riot interpretó el pasado año la canción "Virgen María, echa a Putin".
Entre los presentes que esperan su turno durante varias horas figuran muchos padres con hijos, mujeres de avanzada edad y peregrinos que han llegado a Moscú en autobús procedentes de otras provincias.
Sólo los inválidos y las mujeres con bebés pueden saltarse las agotadoras colas y acceder a la catedral, reconstruida tras la caída de la URSS y después de que el dirigente soviético Iosif Stalin ordenara su demolición y su reconversión en una piscina pública.
Los peregrinos, para los que la IOR ha habilitado puestos de comida y baños públicos, soportan estoicamente las bíblicas colas que llegan hasta el río Moscova.
Una vez en la catedral, los fieles caen presa de la emoción, lloran desconsoladamente, se arrodillan repetidamente en el frío empedrado del templo y portan iconos con el fin de que sean consagrados por San Andrés.
Los afortunados apenas disponen de unos instantes para la genuflexión, besar la reliquia, tocar la cruz con su frente y recibir una estampita de regalo de manos de uno de los popes.
Aunque nadie ha atribuido a la reliquia efectos milagrosos para la salud, la mayoría de peregrinos, entre los que figuran no pocos inválidos con muletas y sillas de ruedas, piden al santo salud y bienestar.
"Yo sólo le voy a pedir que me dé fe. La salud ya la tengo garantizada. Yo tenía cataratas. Le pedí ayuda a San Andrés y en dos días ya habían desaparecido", explicó a Efe Marina, una moscovita de 72 años.
La cruz de San Andrés, que está asegurada en 10 millones de euros y se conserva habitualmente en Patrás, en la península griega de Peloponeso, es vigilada por un grupo de fornidos guardaespaldas, dos de los cuales la sostienen para que no caiga ante el empuje de los creyentes.
La llegada de la cruz a Moscú conmemora el 1.025 aniversario de la cristianización de Rusia, donde los ortodoxos son mayoría aplastante, el islám es la fe profesada por unos 20 millones, mientras budistas y judíos son minoritarios.
"Hace dos años esta muestra pública de fe me hubiera sorprendido, pero ya no. La Iglesia gana fuerza a pasos agigantados", señaló Irina, joven moscovita y cantante de profesión.
Según reza la tradición, el primer apóstol llamado por Jesús fue crucificado en la ciudad griega de Patrás en el siglo I de nuestra era en una cruz en forma de X, como la que hoy se expone en la catedral moscovita.
"La misión de San Andrés, que fundó la comunidad cristiana de Bizancio, une las Iglesias Ortodoxas de Rusia y Grecia", dijo el metropolita Crisostomos, quien encabeza la delegación griega que trasladó la cruz.
La reliquia permanecerá en el principal templo ortodoxo de Rusia hasta el próximo viernes, tras lo que viajará a finales de julio a Kiev (Ucrania) y a principios de agosto a Minsk (Bielorrusia).
El apóstol, que era hermano de Simón Pedro, peregrinó durante su vida hasta las regiones bañadas por el mar Negro, en lo que es actualmente Ucrania, y la parte occidental de Rusia, con el fin de predicar la nueva fe.
Según la historiografía, los apóstoles lo echaron a suertes y a Andrés le tocó evangelizar el norte de Europa, que era entonces tierra incógnita.
En 2011 similares colas bíblicas -cerca de un millón de personas- se formaron en Moscú para venerar en aquella ocasión un cinturón tejido por la Virgen María, algo que no se había visto desde que Yuri Gagarin se convirtiera en 1961 en el primer astronauta de la historia.
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