Cuando un Pontífice decide emprender un viaje de “peregrinaje” en alguna región del mundo, su seguridad queda en manos de los países anfitriones. A partir del atentado del 13 de mayo de 1981, que casi le costó la vida a Juan Pablo II, el resguardo del líder de la Iglesia Católica ha seguido rigurosos patrones. Sin embargo, el Vaticano ha tenido que adaptarse al hecho de que el Papa Francisco suele acercarse espontáneamente a las multitudes de fieles y le gusta tener el mayor contacto posible con la gente, sin necesidad de estar sujeto a los protocolos.
Esta faceta del Pontífice, que él ha enfatizado como un elemento clave en su trabajo pastoral, ha gatillado diferencias entre el Vaticano y las autoridades de Brasil respecto de las medidas de protección que se están adoptando para la visita oficial que el Papa realizará a partir del lunes 22 de julio a ese país, con ocasión de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se desarrollará en Río de Janeiro.
La principal divergencia habría surgido tras la decisión del Pontífice de trasladarse por las calles cariocas en una camioneta descapotable y sin blindaje (como la que usa en la Plaza de San Pedro) y no en el tradicional papamóvil cerrado y blindado. El Papa, además, habría pedido evitar que haya policías federales armados cerca de la multitud.
Según el diario Folha de Sao Paulo, los ministros de Justicia y de Defensa, José Eduardo Cardozo y Celso Amorim, respectivamente, aún tratan de convencer a las autoridades vaticanas de la necesidad de aumentar las medidas de seguridad, porque sin blindaje en el vehículo, el Papa estará muy “expuesto”. De no mediar un cambio en la decisión papal, los ministros habrían presentado otras opciones, incluyendo el incremento del número de agentes civiles.
El sacerdote Lincoln de Almeida Gonçalves, miembro del equipo de seguridad papal en el comité organizador, sostuvo -según Folha- que escoltas también están disponibles para custodiar la camioneta. “Pero quizás no sea necesario. En la Plaza de San Pedro no hay escoltas. Los guardias de seguridad siempre siguen a pie el papamóvil”, sostuvo.
Si bien a priori no se esperan amenazas directas contra el Papa, el país que lo recibirá no es el mismo que el de principios de año. Desde junio, Brasil es escenario de manifestaciones por mejores servicios públicos y contra la corrupción, algunas de las cuales han terminado en duros enfrentamientos con la policía. En esa línea, la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin) dice en un reporte que las protestas son “una fuente de amenazas” a la JMJ. El secretario de Seguridad Pública de Río, José Mariano Beltrame, en tanto, reconoció ayer que carecen de información “de cuándo (las protestas) van a suceder. (Pero) estaremos atentos”.
El plan de seguridad ideado por el Ministerio de Defensa contempla la movilización de 13.700 efectivos, de los cuales 10.200 son miembros de las Fuerzas Armadas. El comandante del operativo, el general José Alberto da Costa Abreu, afirmó que, en razón de un decreto firmado por la Presidenta Dilma Rousseff, los militares tendrán excepcionalmente facultades policíacas y podrán efectuar arrestos en caso de ser necesario.
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