Durante el recorrido en el papamóvil por el barrio de la Gloria, poco antes de llegar al Palacio Arzobispal para el Angelus, el papa Francisco se unió a Nathan de Brito, de nueve años de edad. Un guardia de seguridad se acercó al papa Francisco y elevado al niño. “Santidad, quiero ser sacerdote de Cristo, un representante de Cristo”, confesó el menor, quien comenzó a llorar de emoción.
Conmovido por sus palabras, el Papa argentino respondió: “Voy a rezar por ti, pero te pido que reces por mí. A partir de hoy, tu vocación se concretó”.
El vocero del Vaticano, Federico Lombardi, reveló que “cada dos semanas el Papa llama por teléfono a la Argentina y habla con jóvenes detenidos en las cárceles”. Deslizó el caso al contar un encuentro de Jorge Bergoglio con un grupo de detenidos menores en las cárceles de Río de Janeiro. “Para algunos de ellos quizás la semana próxima habrá una buena noticia”, dijo el vocero, refiriéndose “a la posibilidad de un acto de clemencia” para algunos internos.
Compartió un almuerzo
El Papa es “un pastor y el nuestro fue un encuentro muy simple”, destacó Marcelo Galeano, quien comentó el almuerzo que compartió ayer con el Papa junto a otros jóvenes de diferentes países, durante una rueda de prensa en Río de Janeiro. “Será que no todos los días almorzamos con el Papa. Ha sido una experiencia de Dios estar con él y con otros jóvenes del mundo, Rusia, Colombia, México”, comentó Marcelo. Bergoglio “nos escuchó atentamente a cada uno de nosotros. Habló despacio para que entendiéramos. Es un hombre que ama su Iglesia y a los jóvenes”. Durante el encuentro se habló en parte de las “dificultades” de hoy día, añadió. “Para mí verlo es un regalo muy grande”, confesó, por otra parte, Marcelo. “Tengo el menú conmigo, lo traje de recuerdo”, contó el joven.
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