Tras el cálido recibimiento de las autoridades nacionales y de las decenas de miles de ciudadanos que se dieron cita en el hangar presidencial del Aeropuerto Internacional de El Alto para verlo, el papa Francisco conmovió a todos con su discurso, pues destacó la diversidad de las etnias y la unión de los pueblos originarios.
Luego de que la gente pudo ver con alegría el avión que transportó al Sumo Pontífice surcando los aires paceños y tras el acto protocolar que se prolongó por varios minutos, todo estaba dispuesto para el acto en el altar preparado para el efecto.
Pero la alegría se tornó aún más intensa cuando Francisco mencionó la riqueza de nuestra tierra, en el altar recreado con la imagen del templo de Laja, donde se fundó La Paz.
Una tierra bendita
“Es una tierra bendecida en su gente, con su variada realidad cultural y étnica que constituye una gran riqueza y un llamado permanente al respeto mutuo, al diálogo. Pueblos originarios milenarios y pueblos originarios contemporáneos, cuánta alegría nos da saber que el castellano traído a estas tierras hoy convive con 36 idiomas originarios amalgamándose como lo hacen las flores nacionales de la kantuta y el patujú, el rojo el amarillo y el verde, para dar belleza y unidad en lo diverso”, remarcó el Papa en su primera alocución que fue escuchada atentamente por todos.
Fue entonces que la multitud interrumpió su intervención para explotar en un ferviente aplauso. En esa línea, el pontífice destacó el marcado avance de nuestro país en los últimos tiempos gracias a las políticas que impulsa el presidente Evo Morales.
“Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del país”, aseguró la máxima autoridad eclesiástica.
De igual modo, Francisco resaltó la construcción de nuestra normativa en favor de todos los sectores sin exclusión de ningún tipo.
La constitución
“(Bolivia) Cuenta con una constitución que reconoce a los individuos, a las minorías, al medio ambiente y con unas instituciones sensibles a estas realidades. Todo esto requiere un espíritu de colaboración ciudadana, de diálogo y de participación en los individuos y los actores sociales en las cuestiones que interesan a todos”, aseveró Francisco.
El intenso frío pasó desapercibido, pues la atención de los presentes estaba enmarcada en las palabras del Papa.
“El progreso integral de un pueblo incluye el crecimiento en valores de las personas y la convergencia en ideales comunes que consignan a aunar voluntades sin excluir ni rechazar a nadie”, prosiguió.
La familia
Dijo además que “en una época en la que tantas veces se tiende a olvidar o a tergiversar los valores fundamentales, la familia merece una especial atención por parte de los responsables del bien común porque es la célula básica de la sociedad que aporta lazos sólidos de unión sobre los que se basa la convivencia humana, y con la generación y educación de sus hijos asegura el futuro y la renovación de la sociedad”.
A esa altura del discurso, ya más de uno esbozó lágrimas que expresaron la admiración ante tan sencillo sentimiento y tan grande a la vez.
exhortación
Casi al finalizar, el Papa exhortó a que se debe “custodiar a los que hoy son descartados por tantos intereses que ponen al centro de la vida económica al dios dinero, y son descartados los niños y los jóvenes que son el futuro de un país, y los ancianos que son la memoria del pueblo. Por eso hay que cuidarlos, hay que protegerlos, son nuestro futuro”, señaló el pontífice.
No obstante, sus frases finales contradijeron toda predicción y ocasionó un mar de aplausos eufóricos.
“Pongo esta visita bajo el amparo de la santísima Virgen de Copacabana, reina de Bolivia, y a ella le pido que proteja a todos sus hijos, muchas gracias, y que el señor los bendiga. ¡Jallalla! Bolivia”, finalizó a tiempo de recibir la respuesta multitudinaria de la gente que le dijo: ¡jallalla!.
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