El ingreso triunfal del Hijo del Hombre a Jerusalén, aclamado por la población como el Mesías (salvador), rito relacionado a la procesión de las palmas, expresión de la fe de la Iglesia en Cristo que va hacia la muerte para la salvación de todos los hombres, tiene otros tópicos como la venta de las palmas, acción que se repite de generación en generación.
Son muchas las familias que por varias décadas se dedican a vender en los atrios de las iglesias de Oruro, las tradicionales palmas, que constituyen uno de los elementos que configuran la Semana Santa.
El precio de estos productos varía de acuerdo al tamaño y a la complejidad del trenzado, alcanzando el precio mínimo de Un boliviano, hasta los 15 bolivianos.
Ese es el caso de la señora Sabina Huanca, que acompañada de su familia vende sus productos por más 35 años, en todas las puertas de los templos de la ciudad. Siempre con una sonrisa y con un trato amable, ofrece las palmas que son transformadas de forma mágica en diferentes formas y tamaños.
"Ya son 35 años que vendo las palmitas, ahora ya estoy un poco cansada por la edad y mis hijos son los que me ayudan, es algo así como una tradición de la que me siento orgullosa, siempre trato bien a mis clientes, algunos ya me conocen después de tantos años", explicó Sabina Huanca.
De acuerdo a la explicación que nos brindó la señora Huanca, las palmas son traídas desde poblaciones de Yungas de La Paz y de Sucre, con dos semanas de anticipación para trabajar junto a toda su familia en el "trenzado", de estas plantas, que luego son transformadas con destreza en cruces, canastitas o las palmas convencionales.
"Nosotros hacemos bendecir las palmitas, para que nuestros compradores ya las lleven a sus casas y las coloquen en sus sitios favoritos", sostuvo Sabina Huanca, junto a familiares que cooperan con su trabajo.
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