Gracias a Simón I. Patiño y a su esposa, Doña Albina Rodríguez de Patiño, Cochabamba posee una verdadera obra de arte. Recubierta en pan de oro, se consagra por su acabado y detalles en una de las más preciadas joyas del arte sacro. Su historia se remonta a cuando Don Simón, hombre de fe y acaudalado del mundo en su época, quedó impactado en uno de sus viajes, con una imagen de Cristo bajado de la cruz. Fue así que, junto a su esposa, decidió encargar dos imágenes similares: una para su hacienda en Pairumani y otra para el Palacio Portales en su ciudad natal.
La primea imagen fue labrada en una ciudad cercana a París por escultores famosos de la época, quienes recomendaron que en su creación intervengan además mujeres artesanas ciegas, hijas de la revolución francesa, “para darle una particularidad de especial espiritualidad”, cuenta Don Demetrio Rodríguez, presidente vitalicio del “Los Caballeros del Santo Sepulcro en Cochabamba”.
A nuestro país llegó esta imagen a finales de los años 30. En principió, su destino debía ser un mausoleo en Pairumani, construido especialmente para albergar esta joya. Sin embargo, el espacio resultó pequeño y por ello, trasladaron la obra de arte al Palacio Portales, que aún estaba en plena construcción.
La otra imagen, encargada por la pareja Patiño y que debía llegar también a Bolivia, se quedó en Francia debido a que en un acto público, las autoridades de ese país, que tenían especial cariño por Patiño, le pidieron que la donara para fomentar la espiritualidad.
La imagen que sí llegó a Cochabamba, fue llevada a la Catedral inicialmente y después visitó las iglesias del centro para ser admirada por los feligreses y para que el pueblo cochabambino la aprecie.
Conocedora de las cualidades y valores de fe, demostrados por jóvenes valientes y disciplinados que iniciaron el carisma de los llamados Caballeros del Santo Sepulcro en Cochabamba, Doña Albina donó la obra en 1940.
CABALLEROS DEL SANTO SEPULCRO
El nacimiento de los llamados Caballeros del Santo Sepulcro en Cochabamba está estrechamente ligado a la imagen donada por la pareja Patiño. En este sentido, un nombre que se debe mencionar es el de Don Neftalí Rodríguez, mentor y fundador de este movimiento.
“Es una suerte de amalgama entre actos cívicos de defensa nacional después de la Guerra del Pacífico. Los niños y adolescentes, imbuidos por el sentimiento patriótico posterior a la guerra, recibieron de sus educadores y padres un gran valor cívico y fueron adoctrinados con un sentido profundo de espiritualidad. Esto germinó una semilla de superación con un ferviente sentimiento por la espiritualidad y el civismo. Ellos fueron los padres de los fundadores de Los Caballeros del Santo Sepulcro”, dice Antonio Dajbura, actual presidente de este movimiento.
Don Neftalí Rodríguez, que había sido educado con ese legado, antes de ir a la Guerra del Chaco junto a Don Federico Anze y al padre jesuita Selles, iniciaron el movimiento.
“Un grupo de jóvenes, entre ellos Don Nefatlí y Don Federico, quedaron impresionados con la imagen que había sido llevada a la Catedral e iban, junto a otros amigos, a contemplarla. El Padre Selles comenzó a compartir con ellos ciertas dudas y a orientarlos sobre el tema, inculcándoles que rezaran oraciones, cantos y en especial el Santo Rosario, a esta imagen Santa”, cuenta Dajbura.
A principios de los años 30, en la Semana Santa, con el permiso de la familia Patiño, ya que aún era de su propiedad, estos jóvenes se sintieron seducidos por la idea de llevar la urna en hombros, ya que aún no se contaba con una estructura de madera para cargarla.
Así fue que ante la mirada del Obispo de entonces, que celebraba una misa, y de los feligreses vieron salir la urna cargada en hombros.
“Fue impresionante y al final de la procesión la hicieron dar una vuelta por la Plaza Principal. Todos quedaron perplejos, la gente sacó pañuelos blancos y empezó a llorar. Fue la primera vez que el Santo Sepulcro salió y se quedó así para la retina de la historia”, asegura Don Demetrio Rodríguez, hijo de Don Neftalí.
Después de la Guerra del Chaco, este grupo de jóvenes se organizó plenamente y fue poco a poco cumpliendo con todos los requisitos para luego de varios años (1953) recibir el título de Caballeros de la Orden del Santo Sepulcro.
Para ser parte de este movimiento se debe ser Cristiano, Apostólico, Romano y Bautista, saber leer, escribir y apegarse a la disciplina y humildad. Actualmente, el movimiento que aún pervive, cuenta con más de setenta personas, entre niños, jóvenes y mayores, que se preparan cada año y con la antelación debida, para los actos de la fiesta más importante de la cristiandad, la Semana Santa.
Varias personalidades formaron parte de los Caballeros del Santo Sepulcro en Cochabamba. Además de Don Neftalí y Don Federico, Gregorio Herbas, Fidel Anze, Jaime Escalante, Joaquín Aguirre Lavayén, José Ferrufino, Raúl Cardona, entre muchos otros hijos ilustres de Patricios cochabambinos.
LA IMAGEN DESCANSA EN LA COMPAÑÍA DE JESÚS
El Santo Sepulcro descansa en la Compañía de Jesús, en un espacio construido especialmente para ello y donde se celebran misas y las novenas previas a la Semana Santa.
La Capilla donde descansa la imagen se tiene gracias a una donación; Don Neftaly Rodríguez, allegado a la familia Achá, que tenía una casa colindante a la Compañía de Jesús, le pidió fraternalmente hacer una gran contribución para beneficio de la futura Capilla del Santo Sepulcro, pero especialmente para que sea el lugar destinado para erigir la base de descanso de la urna, donde hoy descansa en todo su esplendor.
En Semana Santa se puede visitar el Santo Sepulcro en esta Capilla el día jueves, el viernes y el sábado, que sale en procesión llevada en hombros por Los Caballeros del Santo Sepulcro para hacer un recorrido por calles importantes de Cochabamba hasta llegar a la Catedral.
Todos los años, en Viernes Santo, Los caballeros del Santo Sepulcro salen a las 18:30 en procesión por las calles del centro de Cochabamba y el paseo concluye a las 20:30 en la Catedral, donde se celebra el acto de la Soledad de María. Al día siguiente, antes de retornar a la Compañía, se hace el recorrido histórico hasta la plazuela Colón.
DATOS SOBRE LA IMAGEN
La urna es de tamaño real con la imagen de Cristo que fue traída desde España y de características especiales por encargo de Doña Albina Rodríguez de Patiño.
La imagen del Santo Sepulcro pesa alrededor de una tonelada.
El primer armazón para llevarla se la hizo en 1945. Después se pasaron por tres estructuras distintas hasta la que se conserva hoy en día.
El Cristo que descansa en esta urna impresiona por su parecido a la imagen real; verdaderamente parece Cristo bajado de la cruz.
Existen muy pocas imágenes de Cristo con estas características; sus brazos pueden ser movidos para ponerlo en la cruz. Sin embargo, como es una reliquia, es resguardada con mucho cuidado
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