Al menos dos personas murieron y otras 36 resultaron heridas ayer en tres ciudades de la provincia sureña de Kandahar durante las numerosas protestas que se registran desde hace tres días en Afganistán contra la quema de un Corán en Estados Unidos.
Al menos 24 personas murieron desde el viernes, entre ellos siete empleados extranjeros de la ONU que fallecieron ese día luego de que manifestantes atacaran el complejo de Naciones Unidas en Mazar i Sharif, importante ciudad del norte del país.
El presidente afgano, Hamid Karzai, pidió ayer a su homólogo estadounidense, Barack Obama, y al Congreso de Estados Unidos que obren para que una quema de Corán como la que llevó a cabo un pastor evangélico el 20 de marzo en Florida (sur) "no se reproduzca" en un futuro.
El embajador estadounidense en Afganistán, Karl Eikendberry, el jefe de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) de la OTAN, así como el representante civil de la Alianza Atlántica, el británico Mark Sidwell, asistían a la reunión, precisó el comunicado.
Por otro lado, el representante especial del secretario general de la ONU en Afganistán, Staffan de Mistura, aseguró el sábado por la noche que este ataque y el asesinato de los siete empleados "no afectarán la presencia y las actividades de la ONU" en el país.
Señaló una posible reubicación de los empleados en el interior del país en función de las condiciones de seguridad, pero desechó una evacuación.
Terry Jones quemó un ejemplar del Corán en su iglesia en Gainesville, un hecho del que había desistido meses atrás ante las reacciones en el mundo musulmán.
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