Seis años después de su muerte, ocurrida el 2 de abril de 2005, Juan Pablo II alcanzará el penúltimo peldaño antes de su canonización, mañana, durante una imponente celebración en el Vaticano, el “mensajero de la paz”, será declarado beato por el papa Benedicto XVI.
Karol Wojtyla, nombre que recibió tras su nacimiento en Polonia, batirá así otro récord con la comprobación que hizo la Iglesia de un milagro que sorprende a propios y extraños.
Una monja francesa, Marie Simone-Pierre, sufría el mal de Parkinson, la misma enfermedad que atacó al sumo pontífice. Misteriosamente, la religiosa se curó dos meses después de la muerte del papa tras rezar por él.
Exámenes médicos presentados por la Iglesia y certificados por médicos profesionales aseguran que Simone-Pierre no presenta ni rastros del incurable mal.
La monja, de 50 años, enfermera de profesión, asistirá mañana a las ceremonias, que rendirán homenaje a una de las figuras más carismáticas de la Iglesia.
Un papa milagroso, sanador, es el nuevo título que llevará el carismático pontífice, uno de los más populares de la historia de la Iglesia.
La beatificación de Juan Pablo II convierte su papado en uno de los emblemas de la Iglesia de la era moderna, aquel que se caracterizó por los 129 viajes que hizo por todos los rincones del planeta.
El pontífice juvenil, deportivo, accesible, que escalaba montañas, esquiaba y bromeaba, fue inflexible hasta el final sobre temas como el control de la natalidad, el aborto y el divorcio, razón por la cual fue cuestionado por ciertos sectores desde el interior y desde fuera de la Iglesia católica.
Tampoco puso en discusión el celibato de los sacerdotes o el papel de las mujeres en la Iglesia, aunque fue el primer papa que visitó una mezquita y una sinagoga, promovió el diálogo entre las religiones y no le tembló la voz para gritar contra la guerra, criticar el capitalismo salvaje y pedir centenares de veces perdón por los pecados cometidos por los católicos a lo largo de su milenaria historia.
La celeridad con la que el nuevo beato alcanza la gloria de los altares se explica por la "enorme reputación de santidad de la que gozó Juan Pablo II durante su vida, en su muerte y después de su muerte", explicó recientemente el Vaticano.
La comisión de cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos aprobó en enero pasado el milagro atribuido a la intercesión de Juan Pablo II, para lo cual se escucharon inclusive a sus detractores. El proceso de beatificación de Juan Pablo II se inició casi de forma inmediata a su muerte en 2005.
Más allá del proceso formal, todo comenzó con la proclamación que hicieron miles de personas que habían asistido a los funerales de Juan Pablo II aquel mes de abril de 2005. ‘Santo subito’, ‘santo subito’ (santo ya), gritaron los fieles católicos.
Una vez beatificado el siervo de Dios, para llegar a la canonización se debe hacer un nuevo proceso. En una cuarta etapa, la persona es declarada "santa", para lo cual se requiere de la autentificación de un segundo milagro, proceso que demandará una investigación a cargo de una comisión especial de la Iglesia.
Juan Pablo II fue, qué duda cabe, una de las figuras internacionales más descollantes de la historia moderna.
Bajo el lema Totus tuus, Maria, ego sum (María, soy todo tuyo), el papa polaco recorrió el mundo movilizando a millones de personas con el mensaje cristiano.
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