Millones de católicos alrededor del mundo celebraron el Viernes Santo conmemorando la pasión de Cristo en la cruz. En el único día del año en el que no se celebra la misa, los creyentes acudieron masivamente a dramatizaciones del Vía Crucis que evocan las etapas vividas por Jesucristo desde el momento en que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura.
La celebración más importante de la cristiandad continuó de esta forma su paso hacia el momento de la resurrección de Cristo (conmemorada mañana), momento cúspide de la Semana Santa.
En Roma, tras encabezar la ceremonia del Vía Crucis en el Coliseo, el líder de la Iglesia Católica, el Papa Benedicto XVI, pidió que el camino de la cruz destierre de los seres humanos el mal, el egoísmo y el pecado.
El pontífice tomó la palabra y ante una multitud imploró a Jesús Crucificado que transforme a los “hombres viejos” en “hombres y mujeres transformados, animados por el amor”.
La costumbre de evocar dramáticamente estos momentos finales de la vida de Jesús goza de gran popularidad en países del mundo donde miles de devotos personifican a Jesucristo, a los centuriones romanos y al pueblo judío que acudió a este momento referido en los Evangelios.
Esta antigua tradición cristiana ha cobrado características particulares en cada región del mundo. En México, por ejemplo, hombres engrillados recorren la vía de la cruz para redimir sus pecados. En muchos países, las representaciones llegan a tal extremo de realismo que los castigos impuestos a los que hacen de Jesús son reales.
En el Viernes Santo el Vaticano recordó además el terremoto de Japón en una ceremonia que llamó a la solidaridad entre los hombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario