sábado, 30 de abril de 2011

Su paso por Bolivia fue histórico

Ni bien descendió del avión del LAB y tras besar el suelo boliviano, Juan Pablo II habló con claridad sobre el significado que tendría aquella histórica visita a Bolivia, que se dio entre el 9 y el 14 de mayo de 1988.


“La proximidad del V centenario de la evangelización de este continente es una buena oportunidad para imprimir nuevo vigor a la fe que sembraron esforzados misioneros en estas generosas tierras”, dijo con voz firme ante una multitud que lo esperaba en el Aeropuerto Internacional de El Alto. Y así fue. Un país entero quedó paralizado con la primera visita de un papa en la historia de Bolivia.


“Este es, en síntesis, el mensaje que me propongo anunciaros, con el favor divino, para que el Pueblo de Dios en Bolivia sepa responder con el dinamismo de la vida cristiana a la presente hora de la historia y de la Iglesia”, destacó el prelado que, en seis días, visitó las ciudades de La Paz, Oruro, Cochabamba, Sucre, Santa Cruz, Tarija y Trinidad, donde tomó contacto con mineros, obreros, campesinos, sacerdotes, laicos, catequistas, obispos, ancianos, periodistas, intelectuales, empresarios y dirigentes de diversas organizaciones. Todo el mundo se vio involucrado por la visita Juan Pablo II.


Horas antes de su visita, el 8 de mayo, desde Uruguay, Juan Pablo II envió un mensaje a través de la radio, cuando expresó: “Deseo entrar en todos los hogares, al menos con el saludo o la bendición. Mi deseo es sentirme y que me sientan cercano todos los bolivianos, particularmente los más débiles y necesitados, para que el mensaje del Maestro prenda en sus corazones”.


Miles y miles de personas, católicos y no católicos, sintieron el paso del “papa viajero”, ese que levantó el crucifijo y se puso el poncho de un campesino, el casco de un minero y las guirnaldas de flores, para conectar el mensaje cristiano con la realidad de un país que vivía el primer lustro en democracia, enfrentaba el duro ajuste en la economía de mercado (decreto 21060, aprobado tres años antes), debatía el nuevo régimen contra la coca (Ley 1008) y sufría los embates del desempleo, la pobreza y el abandono brutal del Estado.


“Sembradores de justicia y esperanza”, fue el estribillo de la canción que, sin cansancio, entonaron millones de niños y jóvenes católicos.
El 10 de mayo, en El Alto, el papa tuvo un encuentro histórico con los indígenas. “Munata jilanakaj, Jumanakax. Chuymajantawa”, dijo en aimara, que significaba “queridos hermanos, están en mi corazón”.


Al día siguiente vendría uno de los instantes que mayor impresión provocó en la opinión pública internacional y en el propio pontífice: el encuentro con los trabajadores mineros en Oruro. Allí, un trabajador de la Comibol le colocó un casco color bronce que emocionó al papa polaco.
Los mensajes de Juan P

ablo II apuntaron a diversos ámbitos de la sociedad, no solo el que atañe a la fe y la religiosidad de los católicos, la mayoría de los cuales profesa el catolicismo, sino también al ámbito económico, político, social y cultural de una sociedad con profundas brechas e inequidades.
El cardenal Julio Terrazas recuerda el impacto que tuvieron las palabras del papa, en particular, durante el encuentro con los intelectuales y la clase dirigente, en el colegio La Salle de Santa Cruz, el 12 de mayo de 1988. "Todavía están vivos en nuestros corazones los gestos de cercanía y las palabras iluminadoras, que siguen siendo muy actuales en el caminar de nuestra Iglesia y de nuestro país”, señaló Terrazas.

Allí, Juan Pablo II afirmó: “Quiero hacer un llamado urgente a todos y cada uno de ustedes, a comprometerles con valentía, cada uno en su propio campo, a hacer de Bolivia una patria común donde no haya ni opresores ni oprimidos, ni señores ni esclavos, sino hermanos que se reconocen como tales y como tales se aman”.


Además, propuso un camino a seguir en las siguientes décadas: “Busquen sin descanso la armonía en la justicia y en la libertad. Pongan en juego su sentido de fraternidad y sigan siempre el camino del diálogo, de la comprensión, de la colaboración pensando en el bien de todos”. El 13 de mayo pasó por Tarija, donde se dirigió a los niños con una frase que quedó para el recuerdo: “Quiero dirigirme a los niños de toda Bolivia, llamándolos como cariñosamente se los llama en estas tierras: changuitos”. El 14 partió rumbo a Perú.

«Mostró un gran amor por el pueblo»
Francisco López de Dicastillo / Autor del himno a Juan Pablo II en Bolivia
El sacerdote Francisco López de Dicastillo es el vicario de la parroquia Corazón de María en el barrio de Miraflores de La Paz. En 1988 compuso la letra del himno que repitieron millones de niños y jóvenes bolivianos para recibir a Juan Pablo II en su visita a Bolivia. Sembradores de justicia y esperanza, era el título de la famosa canción. Veintitrés años después de aquella gesta, el sacerdote habló con EL DEBER.
- ¿Cómo fue que usted compuso la canción para Juan Pablo II?
- Cuando nos anunciaron que venía el papa, yo ya tenía experiencia de alguna visita similar en otra nación. Por lo que consideré que era una cosa sumamente importante para la gente, que es lo que nos importa en última instancia. Tomé el asunto con mucha seriedad y asistí, al principio, a las reuniones comunes donde se distribuyeron las diversas comisiones. A mí me encontraron un poco metido en estos asuntos de música y de liturgia, había escrito también algunas cosas en el periódico Presencia y asumí el cargo de coordinador con los medios de comunicación. Primero se hizo un concurso para ver cuál sería el himno con el que se recibiría al papa. Se presentaron unas 30 letras y fue elegida la mía. Luego hicieron otro concurso para la música, en que me presenté yo solo. Después se pidió a Nicolás Suárez, del Conservatorio Nacional de Música, que nos ayudara con la música, que pegó tanto entre la gente. Al final, ensayamos con unas 300 personas en la parroquia Corazón de María y pegó muy bien.
- ¿Cómo fue la experiencia de tener al papa en Bolivia?
- Lo más importante es que hubo una recepción digna de un pueblo católico, con mucha fe y mucho entusiasmo. Hubo muchísima preparación, trabajamos durante seis meses a tiempo completo. Creo que esos días en que Juan Pablo II estuvo en Bolivia se vivieron los días más pacíficos que en décadas había tenido el país.
- ¿En qué se inspiró cuando usted compuso esa canción?
- Yo sabía que había que evangelizar a la gente y una forma de evangelizar era hacer el himno. Por eso, puse en la canción mucha doctrina y escribí un libro para justificar su contenido. En Achacachi, unas 5.000 personas se reunieron con varios conjuntos autóctonos para practicar la canción en aimara, una maravilla. Me basé en el lema que la Conferencia Episcopal puso: “Con Juan Pablo II, sembradores de justicia y esperanza”. Entonces, me puse manos a la obra.
- ¿Cuál fue el legado de Juan Pablo II para Bolivia?
- Dejó el legado de su bondad, su paciencia, su energía. Yo tuve la oportunidad de estar con él en la catedral de La Paz y se lo veía sumamente cansado. Luego el contenido de sus mensajes, que se basaron en la información sobre la situación religiosa, social y política que vivía el país. El amor al pueblo boliviano que Juan Pablo II expresó durante su visita fue lo que más me agradó.

Apunte de la visita a Bolivia

- Mensajes de radio. Fueron dos, el 8 de mayo, desde Uruguay, pidió a los bolivianos que le permitieran ingresar en sus hogares con el mensaje de Jesús; el 14 de mayo, cuando ya se iba del país habló durante el sobrevuelo al Santuario de la Virgen de Copacabana. Desde allí, pidió que los bolivianos siguieran el camino de Dios.

- Periodistas. El papa Juan Pablo II aprovechó que el 10 de mayo era el Día del Periodista para enviar un mensaje a los comunicadores. Les pidió “realizar siempre sus tareas informativas con un gran sentido de la ética profesional. Eso les hará sentirse auténticos promotores del bien común y nunca usuarios privilegiados de potentes medios de difusión al servicio de intereses particulares o conveniencias sectarias”.

- Cansancio. La altura de La Paz, El Alto y Oruro le jugó una mala pasada a Juan Pablo II. Sus colaboradores relatan que, pese a su excelente estado físico, se notó el cansancio del sumo pontífice durante las ceremonias.

- Preparación. Los organizadores de la visita del papa a Bolivia resaltan que Juan Pablo II sorprendió a propios y extraños por su preparación respecto a la realidad boliviana. Con claridad, envió mensajes al mundo político, que había puesto en marcha políticas de ajuste económico en medio de la pobreza y el desempleo.

- Cumpleaños. Juan Pablo II llegó a Bolivia a pocos días de su natalicio número 68. Por eso, muchos feligreses lo felicitaron por anticipado.

En Cochabamba, pidió que dejen a los niños que se le acerquen. Hubo un gran operativo de seguridad

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