viernes, 19 de agosto de 2016

Los secretos y la magia de vestir a santos y vírgenes



Majestuosos vestidos de finísimas telas, bordados hechos a mano, joyas de plata y de oro de gran valor, además de otros detalles dejan por sentado que no cualquiera puede llevar esa indumentaria, hecha a la medida de un santo. Se trata de la vestimenta de las vírgenes y de los santos católicos, que a partir del 10 de agosto de cada año comienzan a mostrarse con mayor frecuencia.

Con celebraciones y adoraciones particulares cada santo tiene una fecha en la que se lo agasaja. En esa ocasión miles de peregrinos visitan a la imagen en su casa. El santo o la Virgen espera a sus visitantes pulcramente vestido, para luego acompañar a los devotos en sus oraciones y caminar junto a ellos en las tradicionales procesiones.
Pero ¿Cómo se arreglan estas imágenes para esas ocasiones especiales? ¿Quiénes visten y desvisten a las vírgenes y santos de Tarija? ¿Hay alguna tradición o ritual en el proceso de vestir a la imagen?
El País eN quiso conocer esta importante parte de la cultura tarijeña nunca antes difundida y habló con los responsables de esta tarea en los casos de: la Virgen de Guadalupe de la comunidad del Rancho, la Virgen de Chaguaya y el patrono San Roque.

La Virgen de Guadalupe del Rancho
La fiesta de la Virgen de Guadalupe que se celebra en la comunidad del Rancho es una festividad religiosa que pasó de ser una celebración familiar a convertirse en una fiesta patronal de la comunidad. Ésta se festeja cada ocho de septiembre de todos los años.
Visitantes de todas partes del departamento y hasta de la república de Argentina llegan cada año a la comunidad en el noveno mes del calendario para juntarse con matacos, chiriguanos y cuñas, que profesan fervientemente su fe a la Virgen.
La imagen los espera vestida con las más lindas prendas, compuestas de vestidos y capas de colores, que sus seguidores le hacen llegar como símbolo de agradecimiento por un favor hecho o por una promesa, buscando ayuda de la santa.
Erlinda Celinda Yelma, de 73 años de edad, es una de las dueñas de la imagen que pasó por generaciones como herencia en su familia. Cuenta que vestir a la Virgen no es para cualquiera, pues “ella (la imagen) no se deja”.
Relata que cuando era niña veía a su abuela y a su madre que cambiaban a la Virgen todos los años hasta que ellas dejaron este mundo. Sin embargo, antes de que su madre fallezca, la hija menor de Erlinda acompañaba por voluntad propia a su abuela en la tarea de vestir a la Virgen. Así poco a poco la imagen le fue tomando confianza y hoy es la encargada de vestir a la santa.
Recuerda que en una ocasión, por ejemplo, unas devotas le regalaron un vestido a la Virgen y una de ellas quería ser la que le ponga la ropa nueva. La madre de Erlinda no se opuso, pero cuando la peregrina quiso ponerle la indumentaria, ésta no le entraba a la imagen, pues las mangas del vestido no le encajaban, pese a que intentaba ponérselo de una u otra forma.
“Ella decía ‘la costurera no me lo ha hecho bien’, y mi mamá le dijo, ‘pero si está bien no le falta nada, déjala vos que yo le voy a poner’, por lo que cuando se retiró ella, mi mamá le puso la ropita sin ninguna dificultad”, cuenta.
Consultada sobre cómo la visten y en cuántas ocasiones, Erlinda expresa con gran seguridad que la Virgen se cambia en tres ocasiones, es decir: para la novena (nueve días antes de la fiesta), la celebración principal y para la procesión que se realiza por la cancha. Ésta última inicia inmediatamente después de la misa principal.
Así, Erlinda dice que la Virgen de Guadalupe no se deja cambiar de ropa con cualquiera, pero sí recibe regalos y vestidos de todos sus devotos, que son quienes en realidad le hacen hacer sus vestidos, capas y vestimenta completa todos los años.

La Virgen de Chaguaya
Respecto a la Virgen de Chaguaya, el párroco de la iglesia del lugar, el padre Simón Díaz, explica que en realidad las encargadas de esta tarea son las familias tradicionales de la ciudad de Tarija, puntualmente las del barrio El Molino. “Se encargan de esta tarea como una promesa y devoción que tienen con la imagen”, revela.
No recuerda claramente cuáles son esas familias, pero sí afirma que la Virgen se cambia de vestidos cada tres meses, coincidiendo con algunas fechas especiales. Aunque en el periodo de la fiesta religiosa, ella se cambia de vestimenta también en tres ocasiones.
Detalla que la fiesta de la Virgen de Chaguaya se recuerda en realidad el 15 de agosto, por lo que el primer cambio de ropa a la imagen se hace el 4 de agosto, cuando es el día de San Juan María Vianney, además es la fecha en la que los sacerdotes y el obispo van al Santuario.
Posteriormente, la imagen se cambia de ropa en las vísperas de la celebración principal (13 ó 14 de agosto) y el último cambio de vestuario se lo realiza el 5 de septiembre en las vísperas del encierro simbólico de la fiesta.
Luego de estas fechas, los días establecidos en el año para el cambio de vestuario de la Virgen son el 8 de diciembre, el 24 de marzo y después de la Pascua. No se la cambia en más ocasiones, debido a que el excesivo manipuleo de la Virgen puede ocasionar un desgaste en la imagen.
Ahora bien, el padre Simón aclara que la tarea de cambiar la vestimenta a la Virgen no es restringida sólo a unas familias, pues dice que hay personas y familias que han expresado su deseo de hacerle un vestido a la santa, además de cambiarle. Así, ya reservaron fechas hasta el año 2018.
“Ellos lo hacen de manera voluntaria, dicen que por una promesa quieren cambiarle, darle un vestido, entonces le damos las medidas, modelos y agendamos para cuándo. Nosotros no hacemos selección alguna”, afirma.
Consultado sobre cómo debe ser la vestimenta de la Virgen, aclara que no es como en otras festividades, como la de la Virgen de Urkupiña, que es la que lleva mucho colorido. En los vestidos de la Virgen de Chaguaya se trata de conservar la vestimenta de la asunción, que es blanca y significa pureza. Cuenta que en algunas ocasiones, para darle brillo, se puede poner un poco de crema en la indumentaria, pero nada más.
Agrega que en otras ocasiones los peregrinos llevaron vestidos de colores muy fuertes, pero se les tuvo que decir que no era posible ponerle esa indumentaria, pues no era su color.
Dice también que hay dos piezas fundamentales en el vestuario de la Virgen, que son el vestido y la capa, aunque siempre hay devotos que le regalan joyas, aretes, collares, anillos y otros.
Finalmente, Díaz aclara que si bien son familias tradicionales las que usualmente le cambian de vestuario a la Virgen, esta tarea no la hacen solos, pues hay una persona que está siempre al pendiente de todo y es la esposa del guardián del santuario, quien en realidad, es la directa responsable de cambiar a la Virgen y la que cuida que la santa sea vestida con total delicadeza.

El patrono San Roque
En el caso del patrono de los tarijeños, San Roque, la situación parece más mística y tradicional, pues una persona es la que se encarga de esa tarea desde hace casi 50 años atrás. Se trata de Wilma Mogro Vidaurre, una san roqueña de casi 80 años de edad, que llora de emoción al contar sus sentimientos cuando cambia al santo.
Ella asumió esta responsabilidad debido a que desde pequeña se interesó por esta tarea y acompañaba a su madre para ayudarla en la labor que su progenitora realizaba junto a doña Francisca Gutiérrez. Sin embargo, fue después de 1965, año en el que su madre falleció, que le tocó asumir de manera exclusiva la labor de cambiar al santo.
“Al patrón lo cambiamos el 15 de agosto, un día antes de su fiesta. Después lo cambiamos para la novena de la fiesta mayor, que es el primer domingo de septiembre. Un día antes del domingo de la fiesta grande se lo cambia de trono y de ropita. Después, una vez que pasa la procesión de ese domingo, le volvemos a poner otro estreno para el lunes. Pasa la procesión del lunes, le volvemos a cambiar para el martes, también algo nuevo. Esta última ropa se queda entre uno a dos días”, detalla Wilma, respecto a los primeros cambios de vestimenta del patrono.
Cuenta además que cuando se festeja la octava, días después, los cambios del patrono continúan, pues el sábado antes de la procesión del domingo estrena otra vez su indumentaria, posteriormente se lo vuelve a cambiar el domingo por la noche con otro vestido nuevo para el lunes de octava.
Pero la tarea continúa, debido a que pasada la procesión del lunes se lo vuelve a cambiar para el martes del encierro. Pasa este evento y después de dos días se lo cambia nuevamente pero con ropa que anteriormente le regalaron, y así espera hasta el domingo de los santos chiquitos, que es la última fecha en la que el patrono estrena indumentaria.
“Yo siento una gran emoción cada vez que lo cambio”, dice entre lágrimas Wilma al dejar por sentado que se siente bendecida al tener el privilegio de vestir al patrono de los tarijeños. “Antes de cambiarlo tengo que pedir licencia, le digo que le voy a cambiar y que me disculpe, después le cambio como se merece, como un príncipe, con toda devoción, con todo cuidado”, añade.
Dice que todo este procedimiento lo hace en la misma iglesia, sobre el altar y que esta tarea le toma cerca de dos horas.
Antes de iniciar esta labor, lo primero que hace es retirar a toda la gente de la iglesia, luego le pone su camisa blanca con cuello alto almidonado, después la túnica, que es la parte delantera y posteriormente se le pone su capa grande, su cinto y continúa con la capa chiquita.
Luego, el proceso de vestir al santo sigue con el sombrero alón, después viene su aureola, que es el símbolo de su santidad, continúa con la “toquita”, que es la cinta que cuelga atrás de su sombrero y finalmente le coloca el bastón de plata. En la punta del bastón cuelga una ollita, también de plata, que según cuentan los más antiguos, no debe ser abierta, ya que de hacerlo se esparciría sobre el pueblo una gran peste.
Wilma es la persona directamente encargada de esta labor, aunque dice que sus hijas también le ayudan, al igual que ella lo hizo con su madre, para que en algún momento ellas puedan continuar con la tarea.
Aclara que la única vez que cambian al santo delante de personas es cuando los devotos que regalan la vestimenta al patrono piden estar presentes en el cambio de ropa. Sin embargo, cuando esto pasa, en ningún momento lo dejan desvestido frente a los espectadores. Para evitar esto, forman una pared humana mientras Wilma le pone sus primeras prendas.
Finalmente, ella dice que si alguna persona o familia quiere hacerle una ropa al santo pueden pasar por la iglesia para que ella les entregue una prenda de muestra y así puedan confeccionar la vestimenta sin ningún problema.

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