miércoles, 17 de agosto de 2016
Con ladridos y pena, El Alto vive primer San Roque sin Obermaier
La perrita cocker Luna estrena su vestido rosado en la misa de San Roque de Villa Adela. Menea la cola al llegar al altar preparado en el atrio de la parroquia Cuerpo de Cristo porque reconoce el lugar. El año pasado, el fallecido Padre Obermaier la bendijo por primera vez.
La dueña de Luna, Sofía Cazas, viste de negro en señal de luto. En una canasta lleva dos cachorros, hijos la perrita. "Sentimos la ausencia del padre Obermaier, que cada 16 de julio celebraba San Roque. Era tradición traer a Lunita con mis otros dos perros. Los bendecía con mucha agua, quedaban mojados”, cuenta.
Las campanas de la parroquia Cuerpo de Cristo repican, mientras la convocatoria que emite el padre Pavel Padilla se reproduce en los parlantes. Vecinos salen de sus autos cargando a perros pequeños; otros llegan con sus mascotas de razas más grandes caminando por la plaza Bolívar. Niños con uniformes escolares llevan en mochilas a sus gatos y todos se reúnen en el atrio
El actual párroco de Cuerpo de Cristo, el padre Pavel, explica que en Villa Adela es tradición que la misa se efectúe fuera del templo porque también es una ocasión para que las mascotas alteñas "hagan amistad”. Los asistentes toman asiento en las sillas de colores y bancos de iglesia.
Frente al altar, rodeado con flores blancas, se expone una foto del padre Sebastián Obermaier. "La vida es linda”, dice el mensaje debajo de su rostro. Él sacerdote alemán, que fue párroco de Villa Adela por 38 años y falleció el 2 de agosto, inició la tradición de bendecir a las mascotas.
Ladridos y maullidos acompañan la canción que marca el inicio de la misa, a las 14:15. "Querida familia, nos hemos reunido aquí para darle gracias a Dios por nuestras mascotas que nos dan alegría, que nos acompañan de manera incondicional”, dice el padre Pavel. El sacerdote pide a los feligreses "arrepentirse de corazón por las veces que descuidaron a sus mascotas, dejándolas en la calle o por no jugar con ellas”. La gente ora.
El intenso sol ilumina los rostros de perros y gatos de toda raza y tamaño. Parecen entender que están de fiesta. Algunos perros llevan listones en las patas, viseras y zapatos. Los gatos, más tímidos, observan desde el interior de mochilas y carteras.
Rocky, un chapi negro, ladra emocionado a toda persona que se le acerca. "En el grupo juvenil de esta parroquia me lo regalaron. Sólo tiene seis meses, pero debe recibir la bendición”, comenta su dueño, Hugo Jiménez.
Mientras cargan sus mascotas, los vecinos de Villa Adela se dan el abrazo de paz y reciben la comunión. A 15:00 comienza una procesión encabezada por tres sacerdotes que llevan los retratos de Obermaier y de San Roque.
"San Roque era una persona muy rica que vendió todo para ayudar a los enfermos de lepra. Al volver fue expulsado del pueblo, se sintió contagiado. Sin embargo no murió sólo porque su fiel compañero perruno, un mastín, según la leyenda, lamía sus heridas y le llevaba un pan”, narra el hermano René Escobar.
Explica que junto a los ahora padres Padilla y Oblitas fue monaguillos de Obermaier. "Cómo podríamos suspender esta celebración que durante tanto tiempo ha sembrado cariño en la comunidad”, dice.
Los feligreses, cargando a sus animales, forman una extensa fila para recibir el agua. El padre Pavel los bendice y les recomienda cuidar a sus mascotas, como solía hacer el padre Sebastián. Muchos lloran al pasar por la tumba del sacerdote, bajo la torre de la parroquia.
"Él le ponía una chispa a toda esta celebración. La ausencia del padre Sebastián te llega al corazón”, comenta el vecino alteño Henry Luna. Desde Santiago II fue a la misa de Villa Adela para que sus dos perros poodle, Perla y Yango, reciban la bendición.
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