La fumata negra que se elevó a las 11.38 de la mañana del miércoles fue una decepción para el público en la plaza, cada vez más numeroso, pero no sorprendió a los observadores más cercanos, los miembros de la Curia vaticana, que pueden ver la chimenea desde la ventana de sus despachos.
Lo más comentado entre los veteranos fue que el humo, generado con un nuevo sistema y reforzado con un compresor, es más abundante y más negro que nunca desde que se empezó a usar en 1939 la vieja estufa que se sigue usando para quemar, prácticamente sin humo, las papeletas.
La fumata de las 11.38 refleja que ningún cardenal ha alcanzado los dos tercios de los votos en ninguno de los dos escrutinios celebrados esta mañana, pues solo se procede a quemar las papeletas y lanzar la fumata al término del segundo escrutinio.
Hay otras dos votaciones previstas para la tarde. Si empieza a verse humo en torno a las cinco o cinco y media, será necesariamente blanco. Si la humareda aflora a eso de las siete puede ser blanca o negra.
Por desgracia para los peregrinos, turistas y curiosos, va a seguir lloviendo durante casi toda la tarde, por lo que recordarán un Cónclave pasado por agua. Las previsiones de cielo cubierto y aguaceros duran hasta la media tarde del jueves.
Aunque cada uno puede hacer sus interpretaciones – y eso es parte del atractivo del acontecimiento-, la fumata negra después del tercer escrutinio fue lo normal. Joseph Ratzinger, que arrancó como claro favorito en el 2005 no llegó a los dos tercios de los votos hasta el cuarto escrutinio: el primero de la tarde en el segundo día.
Esta vez parece que va a ser un poco más difícil, pues el voto comenzaba más disperso. Lo que nadie sabe, excepto los 115 electores, es si el voto se está aglutinando o no con rapidez en torno a algún candidato.
El tiempo de espera es el momento de las corazonadas. Una visitante española que sigue el Cónclave con el máximo interés aseguró, poco después de la fumata negra: «Vamos a tener Papa esta tarde».
No hay comentarios:
Publicar un comentario