sábado, 16 de marzo de 2013

Castel Gandolfo, el primer retiro de BENEDICTO XVI

SU SANTIDAD, COMO SE SEGUIRÁ LLAMANDO | SE ALOJARÁ EN CASTEL GANDOLFO, A 30 KILÓMETROS AL SUR DE ROMA, HASTA QUE FINALICEN LAS OBRAS DEL MONASTERIO DE CLAUSURA EN EL VATICANO DONDE FIJARÁ SU RESIDENCIA PERMANENTE. VEA CÓMO ES POR DENTRO EL PALACIO

Por: Joaquín Méndez Rosa/ EFE-REPORTAJES

Benedicto XVI se instalará en la residencia de Castel Gandolfo a partir de oficializar su renuncia. Según los expertos durante un par de meses por lo menos, el tiempo que calculan durarán las obras de acondicionamiento de su estancia definitiva: el monasterio de clausura Mater Ecclesia, en el recinto del Vaticano.

Acompañarán al santo padre que ha renunciado en este periplo dos secretarios y cuatro laicas, el personal que le cuida habitualmente en el Vaticano.

La localidad de Castel Gandolfo está situada a unos 30 kilómetros al sur de Roma, en la región del Lacio, a orillas del lago Albano, de origen volcánico, un lugar muy bello que es visible desde sus balcones apostólicos.

El palacio donde vivirá a partir del día 28 de febrero Benedicto XVI es la residencia habitual veraniega del heredero del trono de San Pedro y tiene concedidos derechos de extraterritorialidad, por lo que lo administran desde la Santa Sede.

Se trata de una edificación del siglo XVII, concretamente de 1626, diseñada por Carlo Maderno especialmente para el papa Urbano VIII, quien lo proyectó como residencia de campo para pasar el verano, aunque estuvo deshabitado desde 1870 hasta 1929. El complejo también cuenta con el Observatorio Vaticano.

Dentro del rosario de curiosidades por las que ha pasado este lugar de retiro veraniego de los pontífices, sólo estuvieron en alguna ocasión alojados en esas instalaciones 15 de los 31 papas que ha habido, según Saverio Petrillo, director de la Villa Pontificia de Castel Gandolfo donde lleva trabajando más de 40 años.

BELLOS JARDINES Y UNA GRANJA DE VACAS Y GALLINAS

Petrillo destaca del lugar su belleza y la tranquilidad, pero indica que no todos los papas han sabido apreciarla y relata la vez que el papa Inocencio XII (1691-1700) llegó al palacio una tarde de un día lluvioso y con una densa niebla y "le pareció tan feo el lugar que se marchó y nunca más volvió".

Todo lo contrario que le sucedió a Joseph Ratzinger, quien a lo largo de sus casi ocho años de pontificado ha pasado largas temporadas allí y donde escribió parte de la trilogía "Jesús de Nazaret". "Aqui tengo todo, el lago, la montaña y veo el mar", afirmó tras tomar posesión del palacio, una frase que el alcalde de la localidad grabó en una placa y colocó en una plaza.

Benedicto XVI se instalará en las dos plantas que conforman el apartamento papal, que incluye el dormitorio del pontífice, las habitaciones de los secretarios y las laicas consagradas que le cuidan y una capilla privada.

Una de las anécdotas preferidas por Saverio Petrillo es la de que, durante la Segunda Guerra Mundial, concretamente de enero a junio de 1944, este palacete sirvió de refugio a unas 10.000 personas y, durante aquellos meses, nacieron en el dormitorio papal 50 niños, ya que convirtieron esa estancia en un paritorio.

En agradecimiento, la mayoría de los padres de esas criaturas que vieron la luz en ese dormitorio tan especial, llamaron a sus hijos con el nombre de Eugenio o Pío, en honor del entonces pontífice Pío XII, Eugenio Pacelli.

Otra de las curiosidades que tiene este palacio de los papas es su gran extensión: 55 hectáreas de terreno, que es superior incluso al territorio que ocupa el Estado Vaticano en la capital de Italia.

El complejo pontificio consta de tres edificios denominados villas, que son el palacio papal, la villa Barberini y otro destinado a la administración. En él trabajan 55 personas, muchas de las cuales viven en el recinto vaticano con sus familias. También cuenta con un helipuerto.

Otro de los aspectos poco conocidos del complejo pontificio es que cuenta con una explotación ganadera de vacas y se obtienen de ellas en torno a 600 litros de leche diaria, que el Vaticano vende en su supermercado y en algunas lecherías locales y una granja con gallinas ponedoras, cuyos huevos también comercializan.

Pero, sin duda, de lo más bello de esta residencia veraniega de los sumos pontífices católicos son sus jardines, con una extensión de dos kilómetros de largo, que tienen un estanque y con cientos de árboles y rincones especiales, algunos proyectados por Bernini.

Según Petrillo, el palacio no cuenta con grandes obras de arte como ocurre en el Vaticano, y lo más destacado son varios tapices y una sillería china pintada a mano.




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