domingo, 24 de febrero de 2013

SERGIO GUALBERTI “La Iglesia está integrada por humanos, no por perfectos”

Es uno de los pastores más cercanos al cardenal Julio Terrazas. Reconoce que la Iglesia católica atraviesa un momento trascendental y habla de lo que esto significa para los católicos en el país.

¿Qué significa la renuncia del papa?
En primer lugar, un testimonio de responsabilidad. El papa dice en el texto de su dimisión que es una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia, lo que manifiesta un profundo sentido de responsabilidad delante de Dios y de la Iglesia. Un testimonio de humildad y al mismo tiempo de valentía.


En su decisión Benedicto XVI expresa que ha vivido su pontificado con un verdadero sentido del deber y del servicio, como auténtico siervo de los siervos de Dios. Aquí se revela lo que él ha dicho en su mensaje al inicio de su ministerio “Yo soy un humilde trabajador en la viña del Señor”. Un testimonio de fe inquebrantable en la asistencia del Señor hacia su Iglesia, aun en los momentos más difíciles.

¿Y qué significa esto para la Iglesia de Bolivia? Bueno, significa que todos debemos seguir este ejemplo, tomar muy en cuenta que todos en la Iglesia somos servidores y ese tiene que ser el espíritu que nos orienta y anima. La Iglesia es el pueblo de Dios y cuerpo de Cristo, no es una institución humana y los que en ella servimos debemos tener mucho respeto y humildad en los servicios que desempeñamos.

¿Qué diferencia al papa Benedicto XVI del papa Juan Pablo II?
Yo creo que ambos han llevado el camino trazado por el Concilio Vaticano II. Es decir, tenían una tarea que sigue abierta, por lo tanto ambos han buscado ser fieles a la Iglesia. Juan Pablo II tal vez lo ha hecho con su estilo que llegaba a la gente por su capacidad de comunicador y de mover grandes cantidades de personas. Un hombre carismático, sin duda, que comunicaba con la palabra y con sus gestos.
Por su parte, Benedicto XVI se ha caracterizado como maestro y pastor a través de su palabra iluminadora y su reflexión. Un hombre de presencia sencilla y humilde, que ha buscado hacer un nexo entre la tradición y la renovación en la Iglesia. Él ha ido rescatando lo mejor de la tradición.

¿Cambió Joseph Ratzinger al convertirse en Benedicto XVI?
Yo creo que más que cambiar él ha cambiado nuestro juicio sobre él, seguramente había un estereotipo del cardenal Ratzinger cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Algunos lo veían como un hombre frío, cerrado y conservador, y de pronto, en estos ocho años de papado, se reveló como un pastor de rostro muy humano, humilde y dialogante, con una capacidad extraordinaria para transmitir conceptos y verdades difíciles con un lenguaje accesible a todo el mundo.
Eso significa que lo que él va enseñando lo ha asimilado porque solo una persona que asimila bien un concepto lo puede transmitir con sencillez. Esa manera de acercarse a la gente ha desvirtuado totalmente esa imagen que se tenía de él.

¿Cuáles fueron los principales retos del papa en estos ocho años?
A nivel de la sociedad y del mundo, la cultura posmoderna con todos sus retos de secularización, relativismo y laicismo exacerbado. De hecho es el papa Benedicto XVI el que llegó a definir la “dictadura del relativismo”. También Benedicto XVI ha denunciado la huella muy fuerte que deja en nuestra sociedad el individualismo y el hedonismo.
De manera especial se ha preocupado por alertar sobre las amenazas, que existen hoy, a la libertad religiosa, constatando que la religión cristiana es la más perseguida en el mundo con muchos mártires.

A nivel de Iglesia uno de sus principales compromisos ha sido crear comunión, llamando a la superación de las divisiones y con atención particular a los lejanos. También ha sido y seguramente seguirá siendo un desafío la purificación, el no tener miedo de reconocer que también hay problemas y el pecado en los hombres de Iglesia, él no ha ocultado las debilidades y más bien las ha enfrentado con mucha valentía, como en los casos de pedofilia de algunos sacerdotes.

¿Cuáles fueron sus mayores aportes ?
En primer lugar, en su lema él lo refleja “cooperador de la verdad”, yo creo que uno los aportes más importantes ha sido hacer lucir la verdad y no sacrificar nada delante de la verdad.

Otros de los principales aportes son sus encíclicas y su magisterio. En sus enseñanzas siempre privilegió la relación entre fe y razón, fe y ciencia, como dos caras de la misma medalla. Él mostró sobre todo que no hay contradicción entre ciencia y fe, sino que se complementan y enriquecen mutuamente.
Otra de las características ha sido el diálogo con las otras iglesias y religiones con apertura y atención grande a los signos de los tiempos.
Se está hablando de profundizar las reformas en la Iglesia católica...

Yo creo que hay que retomar lo que el Papa Benedicto XVI ha dicho en su encuentro con los sacerdotes después de su renuncia, él ha dicho que hay que volver al Concilio Vaticano II “real”, al verdadero espíritu de renovación del “Nuevo Pentecostés”. En esta línea él ha convocado el Sínodo de la nueva evangelización que se realizó el año 2011, para motivar a todo bautizado a entrar en este gran desafío de evangelizar el mundo de hoy. Estamos hablando de una Iglesia que sigue en el proceso de conversión y renovación en función de su misión.

¿Qué debe mejorarse en el seno del catolicismo?
Sobre todo en América Latina, desde hace tiempo estamos insistiendo en la necesidad de coherencia entre fe y vida. Muchas veces hay una experiencia de fe o de religiosidad que no corresponde con la vida, que no influye, que no llega a transformar el corazón de las personas ni de las estructuras. Es necesario que los católicos asuman con más responsabilidad su identidad cristiana católica, en fidelidad al evangelio. Por otro lado, necesitamos ser una Iglesia con más participación y es por eso precisamente que los fieles tienen que asumir plenamente su identidad de creyentes; ser una Iglesia también más pobre; y también una Iglesia en diálogo.

¿Hay inquietud de cambios en la Iglesia católica boliviana?
Desde mi punto de vista, me parece que en Bolivia los católicos necesitamos tener mayor conciencia y sentido de pertenencia de ser Iglesia y que tenemos que vivir nuestra fe en comunidad. Hace falta por tanto ser católicos más coherentes, que saben dar testimonio en la sociedad, marcar una presencia comprometida con la construcción de una convivencia más justa, fraterna y pacífica. Nuestra Iglesia necesita ser más misionera, evangelizar más decididamente las distintas culturas de nuestro país, y al mismo tiempo asumir los retos que representa la cultura moderna, que llega con fuerza por el proceso de la globalización a través de los medios de comunicación.

¿Qué actitud debe tener el católico para interpretar lo que ocurre?
Que tenga una mirada de fe y no desde los criterios puramente humanos de poder o de la política. Recomendaría buscar descubrir la actuación de Dios en todo lo que está pasando en la historia de la Iglesia y de la humanidad. Tenemos que ser conscientes de que Dios rige las riendas de la historia y que Él sabe escribir recto aun sobre nuestras líneas torcidas.

El papa renuncia aludiendo a la falta de fuerza física, ¿qué enseñanza deja eso?
En primer lugar nos enseña que hay que reconocer con humildad nuestros límites, y que la dimensión humana con sus cualidades y fragilidades es parte de la Iglesia. El papa Juan Pablo II ha querido mostrar al mundo entero ese lado humano del pontificado cargando la cruz de la enfermedad hasta la muerte, y Benedicto XVI reconociendo que sus fuerzas se van disminuyendo rápidamente por su edad. Por otro lado nos indica que en la Iglesia todos somos “humildes servidores” del Reino de Dios y que, por lo tanto, todos somos útiles pero nadie es indispensable, y nadie puede enorgullecerse por el ministerio que ejerce.

¿Cuál es el legado de Benedicto XVI?
El gran legado a seguir es el testimonio de un hombre de fe inquebrantable, un hombre que confía en la humanidad, capaz de realizarse y de encontrar el sentido de la vida a través del encuentro entre la fe y la razón.

¿Qué significan las revelaciones del papa sobre hechos de pedofilia o corrupción dentro de la Iglesia?
Por un lado, significa reconocer, por parte de todos los miembros de la Iglesia indistintamente, la necesidad de conversión y purificación, es decir, seguir con más fidelidad el Evangelio, y por el otro cumplir con las disposiciones que el papa ha puesto en marcha para esos casos.

¿Hacia dónde se proyecta la Iglesia?
Es un momento en que la Iglesia vive con intensidad los grandes cambios de la humanidad. Siempre la Iglesia ha tenido que vivir la fe y evangelizar de acuerdo con los tiempos y circunstancias, cada generación tiene que hacer la propia reflexión y camino de fe y dar su propia respuesta al Señor. En la Iglesia, por lo tanto, no habrá cambios fundamentales, sino una renovación en fidelidad al Evangelio y a la misión que el Señor le ha confiado.

Usted dice que la Iglesia está formada por humanos, no por perfectos...
Jesucristo no ha querido una Iglesia de perfectos, sino una Iglesia de personas que son salvadas por su amor y solo pide una respuesta a ese amor. El ejemplo de San Pedro, en este sentido, es clarificador. Sin embargo, es urgente que los bautizados sigamos madurando en la fe, una fe consciente y adulta, para saber dar razón de su esperanza en medio de una sociedad marcada por corrientes de pensamiento tan distintas.

¿Qué ha comentado el cardenal Julio Terrazas sobre su segunda participación en un cónclave para elegir papa?
En primer lugar ha expresado sentimientos de gozo por la oportunidad de participar de este gran evento de fe, pero también ha manifestado que siente la responsabilidad a la que está llamado. Por eso tanto ha querido ir con unos días de adelanto para participar de los encuentros previos al cónclave donde los cardenales reflexionan sobre la realidad en el mundo y los retos que esta representa. A partir de esa reflexión saldrá un perfil no tanto de la persona, sino un perfil de las tareas que el nuevo papa tendrá que asumir.

¿Qué características debería tener el nuevo papa?
Que el nuevo papa reúna las mejores calidades de los últimos pontífices: gran solicitud para la labor evangelizadora, atención a los problemas de hoy y capacidad de diálogo.

¿A qué retos se enfrentará?
Estos tiempos exigen también una profunda reflexión para no descuidar la relación entre fe y razón, entre la fe y la ciencia y la cultura donde no hay contradicción, sino que se enriquecen y complementan mutuamente. Uno de los mayores desafíos, como ha dicho el mismo Benedicto XVI, es volver al concilio real, al verdadero espíritu de renovación del “Nuevo Pentecostés”. Otro reto que seguirá siendo importante dentro de la Iglesia es la purificación, el no tener miedo de reconocer que también hay problemas y el pecado en los hombres de Iglesia, pero como Benedicto XVI hay que enfrentarlos con mucha valentía. Las amenazas a la libertad religiosa en el mundo son también una de las preocupaciones en la Iglesia.

¿Deberá jubilarse cuando se sienta viejo?
Es un estilo nuevo, una posibilidad que el nuevo pontífice tomará en serio, aunque sabemos que el papa es elegido de por vida. Benedicto XVI ha dado muestra de un gran acto de conciencia delante de Dios, delante de la Iglesia y delante del mundo.

¿Cuál será el rol de Benedicto XVI?
Él mismo lo ha dicho, que quedará “oculto para el mundo” pero estará presente y seguirá acompañando la Iglesia con la oración, su cariño y seguramente con el estudio y la reflexión.

¿Qué señales se deben esperar del cónclave?
El cónclave más que señales nos da una persona, un servidor. Esperamos que se elija al servidor de los tiempos de hoy, tanto en la Iglesia como en el mundo.
Con una población de más de 500 millones de católicos, ¿puede América Latina tener su primer papa?
No es cuestión de números ni de nacionalidades. El nuevo papa será servidor de la Iglesia universal, venga de donde venga

Arzobispo que es mano derecha del cardenal Monseñor Sergio Gualberti Calandrina
Cargo arzobispo coadjutor de la arquidiócesis de Santa Cruz
Edad 68 años

Una vida dedicada a la iglesia católica
Fue ordenado en 1971. Llegó al país en 1979 y radicó en La Paz y cumplió varias funciones cerca de la Conferencia Episcopal de Bolivia. En 1999 fue nombrado obispo auxiliar por el papa Juan Pablo II y después fue nombrado arzobispo coadjutor por el cardenal Julio Terrazas.


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