Una de las leyendas de la ciudad española de Almería cuenta cómo los restos mortales de San Valentín, patrón de los enamorados, están enterrados en algún lugar del claustro de su catedral de la Encarnación. La realidad, aunque provoque un poco de desilusión a los que así lo han creído, es que se confunden y mezclan dos historias diferentes de personajes distintos.
San Valentín de Terni, el más conocido a nivel popular, fue un predicador cristiano que vivió en Roma a finales del siglo III. Su fama hizo que el emperador se interesara por conocerlo personalmente. Invitado a las estancias imperiales, Claudio II comprendió que sus enseñanzas podrían resultar peligrosas para el orden de la ciudad, así que ordenó que fuera juzgado estrictamente según las leyes. Entre los desafíos que planteaba a su poder estaba el de potenciar el matrimonio entre los soldados romanos, algo que iba en contra de la estrategia social del ejército en aquellos momentos, que prefería milicias
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