Ante la inminencia de la celebración del cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI, una de las joyas del Vaticano, la Capilla Sixtina, quedará cerrada a los turistas, pero aquellos que planeen estar en Roma esos días no deben preocuparse, tanto la ciudad como el Vaticano ofrecen innumerables sitios de interés religioso a veces poco conocidos y que bien merecen una visita.
La tumba de San Pedro
Se trata de un lugar poco conocido por los turistas, de visita muy restringida al público y bajo cita previa para preservar el lugar. El visitante desciende bajo la Basílica de San Pedro para llegar a la necrópolis que existía en la colina vaticana antes de que el emperador Constantino, en los años 320-350 después de Cristo, mandara que se cubriera para crear la primera basílica vaticana dedicada al apóstol en el lugar en que estaba enterrado.
La necrópolis fue descubierta en unas excavaciones que comenzaron en 1939. El paseo por las zonas excavadas es impresionante, un lugar que sobrecoge y en el que se pueden visitar diversos mausoleos, entre ellos el de los Iulii -el único sepulcro totalmente cristiano, construido en el siglo III-. El recorrido subterráneo lleva hasta el lugar del enterramiento de San Pedro, que se encuentra perpendicularmente bajo el altar papal y el baldaquino. Una visita de gran interés tanto para creyentes como para aquellos que no lo son y que uno no debería perderse.
Basílica de San Clemente
A dos pasos del coliseo, fue fundada en el siglo IV en honor del mártir San Clemente.
La basílica es de gran belleza y además proporciona en una visita un viaje por 2.000 años de historia al ser un ejemplo de la estratificación arquitectónica propia de Roma. La actual San Clemente data del siglo XII, pero las excavaciones permiten explorar los restos de la basílica del siglo IV sobre la que fue construida y diez metros más abajo contemplar edificaciones de la Roma del siglo I, entre ellas los restos de lo que se considera una casa romana, en cuyo patio hay un pequeño templo mitráico de finales del siglo II
Éxtasis de Santa Teresa
Roma está llena de iglesias y muchas de ellas albergan auténticos tesoros artísticos en su interior. Uno que ningún visitante debiera perderse es la bellísima escultura de “El Éxtasis de Santa Teresa”, ubicada en la Capilla Cornano de la iglesia de Santa María de la Victoria y salida de las manos del gran maestro del Barroco Gianlorenzo Bernini entre 1645 y 1652.
La obra, realizada en mármol blanco representa un éxtasis de Santa Teresa basado en sus propios escritos y la representa junto a un Ángel con una flecha en la mano que representa el amor divino. Mejor que describirlo es ir a contemplarlo y extasiarse.
Desde una plaza
Hace falta subir por la empinada colina del Aventino para llegar a la sede del Priorato de la Orden de los Caballeros de Malta, cuya entrada no es posible a los turistas, pero el escarpado paseo bien vale la pena para poder echar un vistazo por el ojo de la cerradura de la puerta principal.
A través de esa antigua cerradura de metal aparece ante la mirada del curioso una de las vistas más sorprendentes de la cúpula de la Basílica de San Pedro, encuadrada a lo lejos en el redondel de la cerradura por el que se ve en primer plano dos hileras de vegetación que dirigen la vista hacia el Vaticano.
“Il Pasetto”
El Vaticano y el Castel Sant'Angelo están unidos por una muralla de unos 800 metros de largo largamente recorrida cada día por los turistas. Pero la muralla es practicable en su parte superior a través de Il Pasetto, también llamado por los romanos “er corridor”. En la antigüedad, este angosto pasillo servía como vía de escape a los papas hacia el castillo en situaciones de peligro, cuando éste aún era propiedad vaticana y como tal lo utilizaron, entre otros, el papa Clemente VII durante el saqueo de Roma en 1527. Abierto sólo durante unas semanas en verano y en horario nocturno, el visitante puede atravesar parte de este pasillo, para contemplar dos bellas vistas tanto del Vaticano como del Castillo e incluso echar una ojeada en el interior de algunas viviendas cuyas ventanas se sitúan a pocos metros.
Cripta de los Capuchinos
La iglesia de Santa María de la Concepción de los Capuchinos, encargada por el papa Urbano VIII, es una bella y sencilla construcción, pero los turistas se acercan hasta ella sobre todo para visitar su sobrecogedora cripta dividida en cinco capillas que acoge los restos de 4.000 frailes capuchinos. Calaveras, tibias, fémures y todo tipo de huesos humanos conforman, distribuidos en formas artísticas, la decoración de la cripta, en la que se conservan algunos esqueletos enteros y ataviados con el hábito de los monjes. El recorrido acaba con una frase: “Lo que tú eres nosotros fuimos, lo que nosotros somos tú serás”. Una visita no apta para personas demasiado sensibles.
El Panteón
Uno de los monumentos mejor conservados y más visitados de la antigua Roma, el templo que los romanos construyeron como morada para todos los dioses, es ahora una iglesia católica bajo el nombre de Santa María de los Mártires -dedicada a los mártires de las persecuciones- desde el siglo VII por decisión del papa Bonifacio IV, lo que sin duda impidió que, como otros recintos de la Roma antigua fuera saqueado o empleado como cantera para la construcción.
En el Panteón se oficia misa los sábados y festivos, cuando se cierra a las visitas. El viajero católico no debería perder la oportunidad de asistir al oficio en este majestuoso templo circular de mármol y granito egipcio con su impresionante cúpula abierta en el centro (EFE Reportajes).
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