viernes, 24 de junio de 2011

Los católicos celebraron Fiesta de Corpus Christi

Miles de creyentes asistieron ayer por la tarde a la solemne eucaristía para celebrar la Fiesta de Corpus Christi, en Plaza 25 de Mayo, y después marcharon en la procesión; las familias adoraron públicamente a Cristo Rey del universo, dueño y señor de los pueblos y naciones que alimenta y fortalece con su Cuerpo y Sangre, bajo los signos de pan y vino.
La fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, Corpus Christi, como se la llama litúrgicamente, invitó a celebrar públicamente el gran misterio del Hijo de Dios hecho hombre, que ha muerto y resucitado y sigue actuando en su Iglesia.
Es una fiesta que centra la atención en la Eucaristía, en la ofrenda hecha en la Cruz, en la recepción del Cuerpo de Jesús bajo la forma de pan y de vino y en su presencia el pan consagrado que permanece en los templos.
“Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida” (Juan 6:55), “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:35), “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mi y yo en Él” (Juan 6:56). A través de esas palabras hay una clara afirmación de Cristo en su presencia real cuando se recibe el pan consagrado en la Santa Misa. Pero Cristo pide más, muchísimo más, al manifestarse como el pan de vida, está pidiendo claramente a sus oyentes que lleguen con Él a una relación vital.
En esta fiesta los católicos tienen una ocasión especial para salir a las calles y manifestar públicamente la fe en la presencia real de Cristo en la hostia santa, en el pan consagrado, en la santa misa.

PARTICIPACIÓN MASIVA
Las familias católicas participaron en la celebración de la misa y en la procesión, con fe, cariño y gratitud por las calles de la ciudad.
“No es una imagen lo que va en las custodias en la procesión, sino el mismo Jesús que está presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad”, manifestó Monseñor Jesús Pérez, en la eucaristía.
Un vez que culminó la misa, inició la procesión pasando por parte de Plaza 25 de Mayo, bajó por la calle Arenales, hasta llegar a la Rosendo Villa, para culminar en la iglesia San Juan de Dios, donde se celebró una eucaristía corta. En el trayecto por el que pasó la comitiva se armaron varios altares con la imagen de Cristo.
Participaron grupos religiosos católicos, así como colegios fiscales, de convenio y particulares, personajes públicos y algunas autoridades.
Monseñor Jesús Pérez dijo que la adoración está dedicada al Santísimo Sacramento durante el octavario, a orar por la santificación de los sacerdotes y a pedir nuevas vocaciones.

EL MOVIMIENTO ECONÓMICO Y TRADICIÓN
“Sería difícil calcular cuánto va a mover esta feria”, comentaba ayer uno de los comerciantes que se instaló en la improvisada Feria de Corpus Christi (calle Regimiento Carabineros). “Pero hay harto movimiento”, concluyó, después de meditar unos instantes.
Difícil establecer cifras, cierto, pero la gente que acudió ayer a hacer sus compras dio una referencia para hacerse una idea: gastaron, mínimamente, según dijeron, unos 30 bolivianos. Otra referencia: la cantidad de gente que acudió ayer, no dio abasto para el lugar: la Regimiento Carabineros era un mar de personas, y así se la vio durante horas, sobre todo, en la mañana.
Todo, por la tradición, que dice que en Corpus Christi se debe comer mandarinas, maní, tablitas, ajipas, caña de azúcar y cosas similares.
Lo malo, según la queja de los compradores, es que ayer los comerciantes inflaron los precios de un día para el otro. “El kilo de maní ayer estaba en 10 bolivianos, y, hoy, lo están vendiendo en 12 o 14 bolivianos”, se quejó uno de ellos. Lo mismo ocurrió con la mandarina: de 7 bolivianos, pasó a costar 9 o 10.
Otro de los problemas, es que el lugar no ofreció comodidad ni a comerciantes ni a consumidores. Ayer, no se podía avanzar con libertad, había mucha gente y lugares donde no quedaba otra que empujar.
El problema fue que en el lugar no sólo se instalaron, como suele suceder, comerciantes de productos exclusivos para la feria, sino que hubo también quienes se instalaron para vender hasta calcetines.
También hubo algo de caos vehicular en los ingresos a la feria improvisada, ya que no había un solo policía de tránsito para ayudar a poner orden.

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