El templo de “El Paso” cobija en su seno a las imágenes del Tata Santiago y del “Señor del Buen Viaje”, éste último cuenta con muchos fieles, quienes tienen varios ritos para homenajearlo en su fiesta central.
Apenas amaneció, ya se escuchan las campanas que repican desde lo alto del campanario de la iglesia “Santiago Apostol de El Paso”. Una y otra vez el silencio se pertuba ante el golpeteo insistente del jubo contra el cuerpo de la campana, creando un sonido armonioso que se replica en el horizonte.
Parecería que de fondo el mensaje que emiten a los fieles de la congregación es que hay que apresurar las actividades cotidianas para luego presentarse en la Iglesia y vivir la fiesta mayor del “Señor del Buen Viaje”.
Esta semana las actividades no fueron normales en la localidad de El Paso, puesto que el movimiento no era el usual, las cosas comenzaron a adquirir aire de fiesta desde el rezo de la novena, la víspera de la fiesta, -donde los fieles e invitados especiales vivieron con intensidad la celebración eucarística y luego se congregaron en los alrededores de la iglesia para compartir un momento ameno entre amigos y familiares-; sin dejar de mencionar el espectáculo que ofreció el pasante con los juegos artificiales que preparó para esta ocasión.
Y hoy que es la fiesta mayor del Santo las cosas están aún más agitadas; puesto que centenares de autos ya están bloqueando el acceso libre a la Plaza Principal.
El templo más antiguo
El Paso es una de las más antiguas poblaciones del valle cochabambino, se encuentra dentro el límite jurisdiccional de Quillacollo, y hace poco se convirtió en una Subalcaldía.
Los españoles llegaron a la región en el año 1555 y tomaron las tierras de todo el valle por mandato del Virrey Toledo; y precisamente fue éste quien designó la administración de las tierras al primer encomendero de la zona Juan Polo de Ondegardo, quien realizó la fundación de la Villa de Ondegardo, pero los aborígenes nombraban al sector como la zona del Paso, por la transitabilidad que existía en la zona.
Con el transcurso de los años los jesuitas de la “Compañía de Jesús” adoptaron ese nombre como gentilicio para la zona.
El padre Rodolfo Ramírez Sotelo, párroco de la Parroquia Santiago Apóstol del Paso, -que ocupa el cargo hace más de seis años-, afirma que si bien existen datos documentados de que el 27 de mayo de 1571 se fundó la parroquia, ésta congregación debió haber contado con un periodo previo de catequización, de por lo menos 15 años. Una época en la que también llegaron las dos imágenes más representativas de dicha localidad, el Tata Santiago y el “Señor del Buen Viaje”, en base a las cuales se erigió el templo.
“Se cree, -porque no existen documentos que respalden la hipótesis-, que ambas imágenes fueron traídas de España, por lo cual su viaje fue toda una travesía ya que atravesar el mar y proseguir el resto del camino, -que no era pequeño-, sobre el lomo de burro, un trayecto que posiblemente pudo haberles llevado más de dos meses para su conclusión” reflexiona el párroco de la iglesia, P. Rodolfo Ramírez Sotelo.
La advocación del Señor del Buen Viaje data de la época colonial, puesto que todos los transeúntes que pasaban por el sector se acostumbraron a solicitar la protección de este Santo patrono. Es así como surgió la iniciativa de organizar y ofrecer una romería anual.
Surgimiento de la fe
Se tiene conocimiento de que en la primera fase de la devoción al Santo ya existían diversas muestras de fe, entre ellas la romería, pero con el proceso de migración de los españoles hacia el valle cochabambino estas acciones fueron perdiéndose hasta llegar a un punto en el que ya se dejaron de practicar.
Con la realización de un nuevo concilio de la Iglesia Católica, con el objetivo de acercarse a la gente, dentro de sus propias normas y costumbres; se tuvo que realizar algunos cambios en el templo.
Los libros parroquiales afirman que el “Señor del Buen Viaje” no estaba ubicado en el retablo mayor, sino en una de las cruces laterales y para seguir el mandato del Papa se debían realizar algunos arreglos.
“Durante el concilio del Vaticano II, de 1959 y que fue clausurado en 1965, convocado por el papa Juan XXIII se anunció que a partir de entonces el sacerdote debería oficiar la misa de frente a los fieles y por tanto la imagen del Cristo debía cambiar de lugar y ubicarse tambien de frente a sus fieles”, explica el Padre Ramírez Sotelo.
Por lo tanto, a partir de este mandato la Parroquia de El Paso de aquella época comenzó a analizar el asunto y crear una estrategia para el cambio de lugar y además volver a entronizar al Santo. Esta misión recayó en el P. Andrés Oporto, quien luego de algunas gestiones particulares entre sus conocidos, acudió a la familia Urea de Cochabamba, que lo contactó con el matrimonio
Concepción Lizarazú y Paulino Zambrana para que aporte dinero para la compra de un nuevo crucifijo y que además participen en la ceremonia de entronización, la cual se realizó en 1969.
“En esa ocasión el párroco de El Paso nos comprometió a hacernos cargo de la fiesta y el año 1970 se volvió a retomar la tradición de las romerías” asegura Concepción Lizarazú. Aunque en aquella oportunidad la actividad era anual y la familia sufría mucho por encontrar quien agarre la fiesta, “en alguna oportunidad nos tuvimos que reunir varios pasantes de otros años para hacerle fiesta al Santo”, asegura Paulino Zambrana.
A partir de entonces la fe comenzó a propagarse entre sus fieles y fueron los propios devotos quienes comenzaron a ofrecerse voluntariamente, tanto así que vieron la necesidad de organizarse; es así que surgió un libro oficial donde se lleva el registro de los pasantes hasta el año 2020, custodiado por Alejandro Zambrana.
“La fiesta casi se pasa en familia. En primera instancia fueron los padres y ahora son los hijos quienes van agarrando el festejo y eso lo hace más bonito”, asegura.
LA MULTIPLICACIÓN DE LOS FIELES
Poco a poco la familia Zambrana y sus allegados hicieron que la fe y devoción por el Santo se acreciente.
“El 80 por ciento de los feligreses llega desde la ciudad y el 20 restante es de la misma localidad; y fue ese mismo misticismo que hizo que los fieles se organicen para realizar una romería mensual, -cada segundo domingo de mes-, pero todos saben que la fiesta central es en noviembre y se conserva con mayor respeto”, relata Alejandro Zambrana, pasante de la fiesta en dos oportunidades.
Aunque ninguno de los entrevistados quiso cuantificar el gasto en el que incurren por la creencia popular de que “El Santo devolverá todo”, sí se sabe es que se inician con el embellecimeinto del altar mayor, las novenas, las vísperas, los arcos, las flores y otros; pero a ello se suma la comida, la música, la fiesta del día de la fiesta y otros.
Para tener una vaga idea del gasto se sabe que sólo en flores se compra por un valor de hasta 40 mil bolivianos.
“Pero no hay que sumar nada, pues todo y mucho más nos devuelve el Santo, yo no tenía nada en 1970 y poco a poco el Señor me dio todo lo que le fui pidiendo con fe y por eso hay que gastar sin medirse”, afirma Lizarazú.
El simbolismo de los pasantes, uno de los elementos indispensables de la celebración es la entrega de guías y las capas, -ambos elementos solo son llevados por el pasante, ya sea de la romería o de la fiesta central-, la entrega se la realiza el mismo día de la festividad en el kiosko central de la plaza 27 de Mayo.
Movimiento económico
Tanto en la fiesta central como en la romería mensual el movimiento económico que se genera en la localidad de “El Paso” es grande, puesto que la plaza se convierte en un gran mercado de flores, de comida y de recuerdos del Señor del Buen Viaje.
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