Además de devotos, los católicos brasileños seguidores de los curas popstar son fans de un estilo de celebración que incluye coreografías, estribillos pegadizos y músicas de los más variados ritmos. Las macromisas están de moda en un país con 123,3 millones de católicos (el 64,6% de la población). En una de ellas el pasado día 20, en Fortaleza, Reginaldo Manzotti, un representante de esta cosecha de clérigos de la organización Renovación Carismática, cantó y rezó para una masa calculada en 1,6 millones de personas.
Auge de religiones. Este movimiento, que empezó en Estados Unidos en 1960, vive ahora su auge en Brasil. En Sao Paulo, las multitudes se apiñan en grandes carpas alquiladas para ver al sacerdote, y cantante, Marcelo Rossi, que más de una vez ha reunido a un millón de personas y ha sido uno de los pioneros en este tipo de misa de masas. Este cura inauguró un macrotemplo que se inscribe en un fenómeno que es, también, una manera de enfrentarse al auge de los evangélicos. En el nuevo templo del cura Rossi en Sao Paulo hay espacio para que 100 mil católicos puedan asistir a las misas y confirmaciones, 20 mil dentro y 80 mil fuera, siguiendo el acto por las ocho pantallas.
Igual que los evangélicos. Con una iniciativa como esta, los católicos emulan a las iglesias evangélicas, partidarias de los grandes templos y que a principios de los años noventa del pasado siglo empezaron a ocupar cines cerrados y a comprar parcelas para construir recintos de culto en la periferia de las grandes ciudades brasileñas. La proximidad entre pastores y fieles evangélicos es similar a la que también persigue ahora la Iglesia católica en el país.
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