viernes, 9 de noviembre de 2012
La gente bendijo a sus ‘ñatitas’ en el atrio del templo del Cementerio
El día de las “ñatitas” fue celebrado ayer con una menor asistencia al Cementerio General, de La Paz, con relación a 2011. Debido al cierre de las puertas de la iglesia antes del mediodía, sólo algunas calaveras fueron ingresadas al interior del templo, por lo que la fiesta se realizó en el atrio.
Cada 8 de noviembre, el principal camposanto de la urbe paceña es visitado por personas que traen a sus “ñatitas”, que son cráneos humanos a los que se les tiene devoción y agradecimiento por los favores que se les atribuye. Algunas son testas de familiares y otras fueron compradas u obsequiadas.
Este año, el número de calaveras disminuyó, según explicó el investigador y sociólogo David Mendoza, quien se encontraba en las afueras de la iglesia. “No veo mucha gente entrando a la capilla, en 2011 se vio más personas. Desde temprano no se podía ni llegar al Cementerio y este año hay lugares vacíos. Creo que ahora la gente no necesita venir a la iglesia, prefiere celebrar en su casa”.
Según Mendoza, la prohibición de las misas (desde hace seis años) y de la bendición por parte del párroco del templo provocaron el hecho. “La gente ya no cree necesario cumplir con el ritual. Sólo se reune aquí para ir luego a su local de ‘preste’ o se queda en su casa”.
Desilusión. Mientras sostenía una urna que contenía a su “ñatita” de nombre Juanito, Maura Meneses dio la razón al investigador. “Desde hace diez años vengo al mediodía para la bendición y ahora me extraña que cierren las puertas tan temprano. (...) Al año ya no voy a venir, prefiero ponerle su velita, rezarle y servirme un platito en mi casa”.
La misma desilusión se notó en varias personas que llegaron después de las 11.15 y se encontraron con las puertas cerradas de la iglesia. Algunos optaron por tomar los recipientes que contenían el agua bendita y derramaron el líquido sobre sus calaveras.
Otros, como Juan Valle, salpicaron con agua a las “ñatitas” de quienes no se animaban a hacerlo. “Yo quería ayudar para que la gente no se aglomere. A falta del padre, he tenido que improvisar con los recipientes”, dijo.
César Quenta, uno de los trabajadores de la iglesia, explicó que el templo abrió las puertas a las 09.00 y que en la mañana el párroco (Jaime Fernández) brindó, en dos ocasiones, palabras de reflexión y contra el paganismo. “Cerramos más temprano porque teníamos que hacer limpieza para atender los entierros de la tarde”, arguyó. La gente que pudo ingresar a sus “ñatitas” comentó que lo más importante era la fiesta de agradecimiento que se realizaría en las casas o locales.
En los alrededores de la capilla se notó el aumento en el número de dúos, tríos y hasta orquestas que interpretaron música en vivo. Boleros, huayños, bailecitos y morenadas compitieron por el reconocimiento y clientes. Uno de los tríos más requeridos, Los Foráneos, cobró entre Bs 5 o Bs 10 por canción interpretada. Otros cobraron por hora y fueron convocados para ir a los domicilios.
Hubo un control minucioso
140 efectivos de la Guardia Municipal, Policía y funcionarios ediles controlaron las ocho puertas del Cementerio General, para dar seguridad a las personas que participaron de la festividad. Se controló el ingreso de bebidas alcohólicas, personas en estado de ebriedad y antisociales.
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