Llegó el último viernes de agosto. Día en que una gran cantidad de tarijeños peregrina rumbo al santuario de Chaguaya. La fe, la esperanza, las promesas están en la mente de los feligreses, aunque no faltan los que acuden sólo porque será “una caminata divertida entre amigos”.
Solos, en grupos pequeños o grandes parten del Puente Peregrino. Durante el trayecto, las experiencias vividas quedan en el recuerdo y ahora algunos feligreses las cuentan.
Uno de los caminantes es Juan Misael Saracho Valdivia. Él es un peregrino que participó de las caminatas por 60 años consecutivos. Fue a Chaguaya desde que estaba en el vientre de su madre, después en los brazos de sus padres y luego caminando. Ahora acude junto a su esposa e hijos.
A partir del 15 de agosto, cada año los creyentes llegaban hasta la casa de Juan para organizar la peregrinación. Partían del lugar en que ahora es el puente Peregrino, aunque no existía aún ese pasadizo. La caminata se iniciaba el viernes a las 05:00 y llegaban el sábado, a medio día. Cargaban agua en cantimploras, alimentos para el trayecto y antorchas para iluminar la noche. Iban cantando, rezando o conversando.
La caminata era más larga y tardaba más porque el camino era angosto y pedregoso. Para que los niños apresuren el paso, los papás hacían rodar una pelota hacia adelante y éstos corrían hacia ella.
Los peregrinos temían pasar por la quebrada denominada “El Ahorcadero”, que se encuentra antes de llegar a Tolomosa Grande, cuenta Juan, porque allí fue ahorcada una señora.
En cada lugar de descanso debían preparar sus alimentos. En Pampa Redonda almorzaban, además cosían las ampollas de los pies. El Tunal era el lugar en que el grupo debía pasar la noche.
Durante el trayecto pasaban por diversos lugares, cada uno con sus características, las cuales Juan no olvida. El Tunal era el sitio donde cavaban pozos para conseguir agua. Luego pasaban por El Desemboque, un río donde, sin importar el frío, debían pisar el agua. Necesariamente tenían que pasar por una pendiente, que a decir de Juan, “todos subían arañando”. Una vez en la cima se avistaba una casa, el lugar más temido por los peregrinos, porque cuentan que un malhechor vivía allí y robaba las prendas de los caminantes. A algunos les quitaba la vida, pero su esposa, cansada de las fechorías de su pareja, lo denunció y éste fue sentenciado a muerte.
Tras pasar el río Camacho llegaban al santuario de Chaguaya. Allí ingresaban de rodillas hasta el templo y descansaban hasta el domingo, una vez hecha la promesa. Regresaban en camiones, en los pocos que había en esa época.
En una oportunidad, recuerda Juan, no había espacio para más pasajeros y dos jóvenes insistían en subir, sin embargo, no se pudo y empezaron a gritar “ojalá que se vuelquen”. Continuaron el viaje, temerosos. De un momento a otro, la dueña del carro comentó que no creía en la Virgen de Chaguaya ni en ningún otro santo “porque las imágenes son de yeso”, que sólo iba a esa localidad para servirse un plato de comida y a pasear. A pocos kilómetros el vehículo volcó. Juan considera que el hecho fue un castigo de la Virgen por las palabras que profirió la señora. Aunque no hubo muertos, pero sí heridos.
La promesa que Juan hizo a la Virgen es que mientras tenga vida y salud peregrinará junto a su familia. Se considera bendecido. “Lo que le pido, me concede. No le pido grandezas, solamente vida, salud, que no me haga faltar el pancito de cada día, estoy bien”, comenta sonriente. Considera que ahora muchos jóvenes sólo van para divertirse junto a sus amigos.
losDATOS:
- Juan Saracho acude por 60 años consecutivos hasta el santuario de Chaguaya, caminando
- La promesa que los creyentes hacen es que mientras tengan salud, peregrinarán hasta Chaguaya
Experiencias de otros devotos de la Virgen
VIRGINIA VELASQUEZ / TARIJA
“La fuerza de la fe es grande”, comenta Daniel Antelo, otro peregrino. Él va a pie desde niño hasta Chaguaya. Son 18 años que acude al lugar junto a sus amigos o familiares.
La promesa que hizo a la Virgen es que mientras tenga salud, irá caminando hasta el santuario. “Aunque no siempre se pide algo a la Virgen, sólo lo haces por fe, pero ella te ayuda. Me cumplió algunos anhelos”, comenta.
Daniel considera que en los últimos años son los jóvenes los que más acuden hasta Chaguaya. Destaca que es la única fiesta religiosa en Bolivia en la que no se consumen bebidas alcohólicas.
Recuerda que cuando era niño la vía era más pedregosa y angosta. Ahora hay puentes en los ríos para pasar, antes debían hacerlo a través de las “saltanas”, en medio del agua fría.
Él, al igual que otros peregrinos, casi al iniciar la caminata levanta una piedra que es transportada hasta el lugar denominado “La Apacheta”. Los peregrinos indican que el tamaño de la piedra debe ser de acuerdo a la “magnitud del pecado” que se cometió.
Otra de las peregrinas es Alesa Gutiérrez. Ella acude 10 años consecutivos hasta el Santuario. La promesa que hizo a la Virgen es que irá a Chaguaya caminando mientras tenga salud. Otro de los compromisos que hizo fue que ayudará a los peregrinos con agua o alimentos. “La virgen me ayudó mucho. Lo que le pedí me cumplió”, comenta.
“Dicen que si te salen ampollas es porque has pecado mucho, pero debes llegar hasta el santuario. Es increíble cómo, pese a estar cansada, llegas de rodillas hasta los pies de la Virgen para hacerte pisar”, cuenta.
Un grupo de caminantes también lleva cada año en procesión la imagen de la Virgen Peregrina de Chaguaya. Ésta además visita los hogares tarijeños. Uno de los feligreses es Rubén Murillo, a cuya casa la imagen llegó el 19 de agosto reciente. Y mientras rezaban el rosario, en una de las velas que pusieron para la santa se formó la imagen de una orquídea. Los creyentes consideran que es una manifestación de la Virgen.
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