Justo cuando el papa Francisco acaba de poner en marcha la reforma del Banco del Vaticano (IOR), semillero de demasiados escándalos, el arresto por estafa y corrupción de un monseñor italiano de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, indica que el trabajo de limpieza tendrá que extenderse a todos los departamentos que manejan dinero siguiendo normas todavía muy poco transparentes.
Suspendido hace un mes. El Santo Padre fue inmediatamente informado del arresto del sacerdote Nunzio Scarano, jefe de la contabilidad de gestión de las inversiones en bolsa, divisas y parte del patrimonio inmobiliario. El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, manifestó que monseñor Scarano había sido suspendido de empleo hace un mes, cuando se supo que era objeto de una investigación por lavado de dinero en Salerno, su ciudad natal.
26 millones de dólares. Según la fiscalía de Roma, monseñor Scarano organizó el traslado desde Suiza a Italia de 26 millones de dólares que varios amigos suyos le confiaron para realizar inversiones. Su abogado manifestó que Scarano convenció a participar en la operación a los otros dos detenidos: el agente financiero Giovanni Carenzio, y el "Carabiniere" destinado en los servicios secretos Giovanni María Zito, quien facilitaría el transporte de los 26 millones de dólares a bordo de un jet privado -o de un jet del gobierno italiano según el abogado del monseñor-, evitando los controles de aduanas.
Extravío de cheque. La operación no se llevó a cabo debido a que el agente financiero se echó atrás, pero el "Carabiniere" pidió en cualquier caso sus 520.000 dólares de comisión. Monseñor Scarano –siempre según su abogado- le entregó un primer cheque de 260.000 dólares, que el "Carabiniere" efectivamente cobró. Como estratagema para evitar el segundo pago, Nunzio Scarano declaró como extraviado el primer cheque, aún sabiendo que su cómplice lo había cobrado.
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