La historia de las religiones es uno de los temas de interés generalizado, por diversos motivos, razones y propósitos; un campo tan amplio no es posible adjudicárselo a sólo un experto; sin embargo, algunos autores como E.O. James recomiendan, "antes de emprender un estudio particularizado, esbozar un panorama de conjunto sobre la materia, y luego centrar la atención sobre una porción y por un momento, detenerse a reflexionar sobre lo que se hace o se está haciendo en otros campos, para adquirir una visión razonablemente clara sobre tema tan vasto, que ha llenado una parte muy importante del horizonte humano a lo largo de la extensa y accidentada historia de la humanidad".
Por su parte, Will Durant y Ariel Durant, argumentan: "A primera vista la religión no parece tener ninguna conexión con la moral. Al parecer el miedo fue el que creó a los dioses: miedo de las fuerzas ocultas en la tierra, de los ríos, de los mares, los árboles, el viento y el cielo. La religión fue la adoración de estas fuerzas por medio de ofrendas, sacrificios, encantamientos y oraciones. Sólo cuando los sacerdotes aprovecharon estos temores y ritos para apoyar la moral y la ley, pasó la religión a ser una fuerza vital y rival del Estado".
Siguiendo a E. O. James, "todas las religiones han tenido siempre a una autoridad externa poseedora absoluta de la verdad, sea en forma de un papado o infalibilidad de la iglesia en el catolicismo o, teniendo como base una Biblia en el protestantismo, o en el islamismo y el Islam, que se considera esencialmente una religión en torno a un libro sagrado, el llamado Corán". El Islam es uno de los casos más singulares del mundo contemporáneo y el que guarda con el judaísmo y el cristianismo mayores afinidades; en la actualidad existe más de mil millones de musulmanes que dominan regiones estratégicas del mundo.
El libro más leído después de la Biblia es probablemente el Corán, menos extenso que el Nuevo Testamento; de estilo religioso, su prosa rimada infunde fervor; originalmente escrito en árabe, contiene lo revelado a Mahoma en las ciudades de La Meca y Medina por los años 610 a 632, comienza con "Alá es el Creador, el hacedor, el plantador, cuanto hay en los cielos y en la tierra proclaman su gloria, él es el poderoso, el sabio".
El Islam, muerto el profeta, se extendió por gran parte del mundo, de Arabia hacia Siria, Persia, Egipto, al África del Norte, Rusia y España, enseñando que todos los creyentes son hermanos, sea cual fuere su raza o color o nación, operando profundas transformaciones en la vida de hombres y naciones; las llamadas revelaciones versan, sobre la constitución de la sociedad, sus problemas, sus procedimientos y sus leyes. En las páginas del Corán, se encuentra mucho de lo cristiano y lo judío, por ejemplo, cinco capítulos principales o suras, se intitulan Abraham, Noé, Jonás, José y María, también ocupan un lugar de importancia Jesús, Adán, David, Goliat, Moisés, Job, Lot y Salomón. La palabra de tres personajes del Antiguo Testamento bíblico y la de Jesús le sirven de fundamento. La fe en un solo Dios es la piedra angular del Islam, que también descansa en otra fuente, la tradición, los relatos en los aduares, las anécdotas, el recuerdo. La religión tiene cinco principios que deben observar los creyentes: 1) No hay otro Dios que Alá y Mahoma es su profeta, 2) Orar cinco veces al día con el rostro vuelto La Meca, 3) Contribuir anualmente (diezmo), 4) Ayunar cada año por espacio de un mes durante el llamado Ramadán, desde la salida a la puesta del Sol, sólo al caer la noche interrumpir el ayuno, y 5) Ir en peregrinación a La Meca por lo menos una vez en la vida. Mahoma no fue milagrero, se sabe que el mismo, rechazaba a los inclinados a atribuirle hechos milagrosos, que tuvo un gran respeto por la figura de Jesús y la religión cristiana y judía, y que no dejaba que lo compararan con él, tampoco permitía que su efigie se representara en pinturas o dibujos.
"La civilización puesta a prueba", es una obra de Arnold J. Toynbee, independiente del "Estudio de la Historia"; reúne varios ensayos que replantean algunos de los problemas más graves del mundo contemporáneo, casi todos resultado de conferencias dictadas por el autor, en diferentes ámbitos intelectuales, hasta mediados del siglo XX; sin embargo del tiempo transcurrido este volumen presenta una unidad de perspectiva, de propósito y de idea para comprenderlos. "El Islam, el occidente y el futuro", "Los encuentros de las civilizaciones", "Nuestro tiempo en la historia" son algunos de los títulos. Según Toynbee, filósofo de la historia, en el pasado el Islam y nuestra sociedad occidental hubieron actuado varias veces uno sobre el otro, reaccionando ante esta actuación en situaciones diversas y papeles alternativos. Toynbee señala: "El panislamismo está aletargado, pero debemos contar con la posibilidad de que el durmiente se despierte, si el proletariado cosmopolita de un mundo ‘occidentalizado’ llegare a rebelarse contra la dominación occidental. Ese clamor podría tener incalculables efectos psicológicos al evocar, el espíritu militante del Islam; aun si hubiera estado aletargado tan largamente como los siete durmientes, podría despertar ecos de una edad heroica". "Si la presente situación de la humanidad hubiera de precisar de una ‘guerra racial’, el Islam podría ser promovido una vez más a desempeñar su papel histórico". En los tiempos en que vivimos, con los atentados a las torres gemelas el 11 de septiembre del 2001, los "lobos solitarios" de Boston y la muerte a machetazos de un soldado en Londres, ejecutado por fanáticos ultras, la religión islámica sin duda se halla cuestionada.
El viento del desierto ha derribado a quienes, empezando como socialistas se fosilizaron en el uso y abuso del poder. Ahora como en el pasado, pérfidamente las potencias neocoloniales atizan, exacerban los sentimientos neonacionalistas de muchos pueblos árabes, también Turquía tiene sus problemas. Rusia, Estados Unidos, Francia, la China y otros países del mundo occidental, a su turno critican con "descaro excesivo, el excesivo uso de la fuerza, por parte de los gobiernos al reprimir las manifestaciones callejeras", y por detrás sigilosamente apoyan a los descontentos. Las turbulencias políticas en Túnez, Egipto, Marruecos, Libia y Siria, tienen como tenebroso trasfondo, la intención, de volverse a apoderar de esa fuente de energía vital que es el petróleo. Para justificar ante el mundo tamaño despropósito, no solo, son las armas convencionales el medio, también el cine se presta a este juego perverso, para muestra dos filmes últimos: "Zero Dark Thirty" (2012) y "Argo" (2012) que exponen hechos actuales y del pasado uno, la cacería de Bin Laden y el otro el rescate de funcionarios de la Embajada Norte Americana en el Irán de Jomeini y la fundamentalista revolución islámica.
Occidente, cada vez que las cosas no marchan linealmente, en circunstancias cada vez más indominables, sufre la tentación de acudir a fantasmas como el Islam. En un mundo desunido como el de hoy, Oriente y Occidente, se adjudican mutuamente el insidioso papel de representar ser los depositarios del bien o de la verdad, terciando el islamismo como la fuerza del mal; inspirando y provocando en los espíritus occidentales, la misma histeria que inspiraba el comunismo durante la llamada Guerra Fría; parece ser que ahora los nuevos imperios consideran al Islam como un movimiento antioccidental, versión hereje del cristianismo o la fe occidental, que blande una cimitarra espiritual, contra la que no existe virtualmente una defensa con armamentos materiales. Según la revista Time (2011), a finales del siglo XX el mapa de la fe islámica demuestra que se ha extendido por los cinco continentes, aunque de manera desigual, concentrando la mayor parte de creyentes Asia y África, un total de 1.126.325.000 de musulmanes, el 19,4 % de la población mundial en 40 países. Indonesia con 182,50; India 135,46; Pakistán 128,22 y Bangladesh 104,03 millones son los de mayor población islámica.
Con este panorama, quizá la salvación de que el mundo se encamine a una Tercera Guerra Mundial que hace años, de manera subterránea se viene desarrollando y, su culminación con una catástrofe atómica ya familiar a nuestras mentes, desde Hiroshima y Nagasaki, pase por encontrar una vía intermedia en el campo político internacional, algo que no sea democracia disfrazada en los Estados donde el despotismo de los nuevos líderes sea la forma de gobierno, ni total gobierno mundial centralizado en el campo económico, ni socialismo ultra. Reflexionando junto a Toynbee, "problemas que acosaron y vencieron a otras civilizaciones en el pasado, han llegado hoy en nuestro mundo a su punto culminante".
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