En Santa Cruz es común ver en la ciudad y en las provincias del área rural a menonitas vendiendo sus productos agrícolas a la gente. Vestidos con una camisa, un overol oscuro, un sombrero y botas, en el caso de los hombres; y un vestido oscuro, pañuelo, sombrero con cinta, medias y zapatos, en el caso de las mujeres, estos descendientes de alemanes llaman la atención a más de uno por su peculiar vestimenta y su tez blanca, cabello rubio y ojos azules.
La específica versión de la religión evangélica que profesan y sus estrictas costumbres ligadas al trabajo, la familia y la espiritualidad los alejan de la modernidad, al grado que no cuentan con aparatos electrónicos en sus hogares, no pueden casarse con personas de otra raza, se rigen bajo un propio sistema educativo, viven aislados del resto de la población, entre otros patrones de conducta que respetan.
No obstante, en el departamento de Santa Cruz ya existen colonias de menonitas que han dejado su religión y algunas costumbres para optar por mejores condiciones de vida, pero sobre todo para mejorar su actividad ganadera y agrícola. Es el caso de la colonia Chihuahua, donde alrededor de 200 menonitas habitan y se dedican al cultivo de trigo y otros granos.
A diferencia del resto de colonias menonitas de Santa Cruz, en Chihuahua los habitantes no visten de overol o vestido, si no de la misma manera que lo hacen cualquier hombre o mujer natural del oriente.
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