viernes, 25 de diciembre de 2015
Cuatro milagros de Navidad en La Paz fiesta
A Eloisa García aún se le llenan los ojos de lágrimas y la voz se le quiebra cuando rememora el milagro de Navidad que vivió con el Niño de Huancayo de Perú. Fue en 2002, cuando su fe en el Manuelito le ayudó a recuperar la salud tan deteriorada de su hijo. Un amigo le trajo la imagen de Perú con la única recomendación de que su fe fuera infranqueable.
Así como ella, en las calles de la ciudad de La Paz se puede encontrar personas que dan fe de esos milagros de Navidad protagonizados por el Niño Dios, la Virgen María o hasta los Reyes Magos. Los que los han vivido sólo atinan a reafirmar su fe y a agradecer por la "bondad de Dios” y su misericordia”.
La Virgen "se compadeció”
"Yo viví un milagro y soy testigo de que Jesús se manifiesta de muchas maneras. Pese a que muchos hermanos dicen que es sólo estuco, estoy segura de que no es así, porque él está en nuestro corazón y nosotros le damos esa esencia al tenerle fe y confianza”, afirma Maritza Salas, una profesora jubilada de 65 años que, junto a su esposo, se detiene en plena avenida del Ejército del centro paceño a compartir su experiencia de fe.
Ernesto López también tiene qué contar. A él - afirma - se le presentó la Virgen María "unas horas antes” de la Nochebuena. No tenía ni un centavo para llevar "algo a su casa, pero la Virgen se compadeció”.
"Estaba caminando hacia mi casa triste porque no tenía nada que llevarles a mis hijos, cuando por mi lado pasó una mujer rápidamente, casi rosándome. Pasó tan rápido que desapareció en una esquina. Yo continué caminando y de pronto vi que en el piso había una chaucherita con algunos billetes y unas moneditas. Corrí a alcanzarla, pero desapareció”, recuerda.
"Me ayudó económicamente, pero también renovó mi fe”, añade el hombre antes de continuar su paso por la plaza del Estudiante.
Otros testimonios de milagros de Navidad hacen referencia incluso a los tres Reyes Magos, que a "última hora siempre hacen aparecer un regalo por ahí”. Dicen que Baltazar es el más milagroso.
Esa señora que nunca regresó
Algunos dicen que el mejor lugar para encontrar historias de milagros de Navidad son los talleres de restauradores de imágenes de yeso, hasta donde la gente llega con sus santos para hacerlos "curar” y, de paso, dejar sus experiencias.
Virginia Mancilla, restauradora de oficio, confirma ese dato, y ella tiene una historia que contar. No es de un cliente, sino de su padre Mario Mancilla, quien también era restaurador de imágenes, igual que su abuelo Manuel Mancilla.
Todo pasó cuando ella era niña. Se acercaba una Navidad y en el taller de Alto Sopocachi, en la Jaimes Freire, su papá se quejaba por la falta de plata.
"La situación estaba muy mal, pero al taller vino una señora que encargó un trabajo bien caro y dejó pagado, al contado. Mi papá hizo el trabajo para el día acordado, pero la señora nunca más volvió. Esa plata fue muy útil en la casa. Días después, la señora le hizo sueño a mi papá y así él se dio cuenta que era la Virgen María”, relata Virginia en plena Feria Navideña.
"No tener regalos y amar más a la familia”
Juan Carlos López tiene 61 años. Hace siete que su hijo mayor lo hizo abuelo, cuenta emocionado.
Tiene un milagro de Navidad que contar. "No se trata de regalos ni de nada material”, advierte sonriente y relata:
"Yo tenía 35 años, más o menos, y me había quedado sin trabajo . Era la época de la hiperinflación. Estaba tan deprimido y hasta asustado porque no sabía qué les iba a dar a mis hijos en la Nochebuena. Ni siquiera sabía de dónde iba a sacar para concinar esa noche. Pero mi esposa, que siempre fue una gran compañera, no sé de dónde, consiguió para hacernos un chocolatito. Esperamos la medianoche con los chicos y sólo nos abrazamos, pero fue tan hermoso lo que sentimos que reventábamos de felicidad.
Pensé que había sido mi impresión, pero mi esposa me dijo que había sentido lo mismo y que lo mismo había pasado con nuestros hijos. Me sentí más feliz y me dije a mí mismo que ése era un milagro de Navidad: no tener regalos, pero amar más a tu familia”.
"Regresó una Nochebuena”
Armando había dejado su casa, a su madre y a su hermana cuando tenía 15 años. Nunca nadie supo nada de él. Su ausencia había condenado a su mamá a la "pena más grande del mundo”.
"Ahora que soy mamá la entendió a mi madre, entiendo por qué lloraba tanto cuando hablaba de mi hermano, que nos había dejado cuanto tenía apenas 15 años”, cuenta Rosaura Illanes.
"Cada Navidad ella prendía velitas al Niñito, rezando que su hijo regresara. Nunca fallaba, todos los años era igual. Yo pensaba que él nunca regresaría. Además, algunas personas del barrio decían que se había ido del país”.
"Tanta era su fe que siempre me decía: ‘Vas a ver hijita, tu hermano va volver una Navidad, el Niño me lo va traer’.
Y fue así, 16 años después, mi hermano regresó a la casa en una Nochebuena. Cuando entró a la casa ella casi se muere de la emoción. Lloraba gritos, abrazando a su hijo y poniéndose de rodillas ante el Niño. Ella ya ha fallecido”.
El milagro del Niño de Huancaya
El 2002 quedó grabado para siempre en la memoria de Eloisa García. Entonces ella atravesaba por una de las crisis más duras de su vida: su único hijo varón, que había cumplido 22 años, estaba muy enfermo. Su corazón de madre se destrozaba con el dolor y el sufrimiento de su muchacho.
En la Navidad de ese año, conmovido por su sufrimiento, un amigo, Silverio Mayta, le ofreció traerle de Perú la imagen del Niño de Huancaya, famoso por los innumerables milagros. La única recomendación que le hizo fue que su fe debía ser ciega. Obedeció. En cuanto tuvo al Niño le entregó todas sus oraciones y súplicas por la recuperación de su hijo.
"Me escuchó. Yo le rezaba todos los días y él me lo cuidaba a mi hijo y lo mantenía sano. Fue un milagro”, afirma la mujer de 65 años que vende velas y ropitas para el Niño Dios en la Feria Navideña.
"Pero hace tres años yo hice caer al Niño de la mesa y se le rompió su bracito. No pasó mucho tiempo, a los meses, mi hijo falleció igual”, añade.
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