Pidió que no se publiquen necrológicos ni le lleven flores, y que ese dinero se done a hogares.
A las 19.15 murió el cardenal Julio Terrazas, a los 79 años, en su vivienda de la ciudad de Santa Cruz. La Iglesia pidió acompañar lo desde mañana en su traslado a la Catedral para que sea velado hasta el viernes, cuando será enterrado. En sus últimos minutos, estuvo acompañado por obispos y sacerdotes cercanos, quienes lo acompañaban con oraciones y cánticos, según el médico que lo atendía en ese momento.
Terrazas fue el primer cardenal que tuvo Bolivia y se encontraba en delicado estado de salud, principalmente por una infección en los pulmones, lo que se complicó con la diabetes que lo aquejaba desde hace años.
Tres veces a la semana debía realizarse diálisis peritoneal. Su condición lo llevó a un estado de deshidratación y desnutrición que lo mantuvo bajo el permanente cuidado médico.
El 22 de julio de este año, salió de la clínica Incor con una sonda en la nariz. “A todo el pueblo de Bolivia gracias, gracias por tanto servicio”, manifestó mientras ingresaba sonriente al vehículo que lo llevó a su casa.
Las últimas veces que se lo vio en público fue el 4 de julio, que asistió a la celebración de Corpus Christi en el estadio Tahuichi Aguilera, y recibió la visita del papa Francisco durante su visita a Bolivia, entre el 8 y 10 de julio.
El prelado se encontraba internado cuando llegó el pontífice, que lo visitó en la clínica y con quien se reunió en la parroquia La Santa Cruz para un evento de los obispos del país. Tras concluir el acto, Terrazas volvió al centro médico donde permaneció hasta el 22 de julio, publicó El Deber.
Dedicó 60 años de su vida al servicio de Dios y del pueblo, y participó en los cónclaves que eligieron a los papas Benedicto XIV y Francisco I, en el 2005 y el 2013.
El 29 de julio de 1962, recibió la Orden Sacerdotal.
Así se iniciaba en una vida apostólica. El 8 de junio de 1978 fue nombrado Obispo Auxiliar de La Paz; el 25 de marzo de 1982 fue nombrado Obispo Titular de Oruro; el 5 de febrero de 1991, el Papa Juan Pablo II lo designó Arzobispo de Santa Cruz, y lo nombró Cardenal en el consistorio del 21 de febrero de 2001.
A su formación humanística, filosófica y teológica, se suma su gran experiencia pastoral, por lo que logró el cariño de la gente más allá de su ciudad natal, Vallegrande.
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