domingo, 7 de abril de 2013

La perla oculta del Vaticano

Dos mil años de historia, cimientos eclesiales, epicentro de fe. Estas son algunas claves para comprender el valor histórico dentro de la necrópolis vaticana.

Esta semana una noticia llamó la atención del mundo entero, la visita del Sumo Pontífice a la Necrópolis, -que se halla bajo la cripta y la basílica vaticana-, esta, es la primera vez que un papa desciende hasta ese lugar.

El motivo de la visita fue ingresar hasta la tumba de San Pedro o príncipe de los Apóstoles, ubicada cerca a la capilla clementina. El papa rezó en silencio durante unos minutos y se mostró emocionado. En esta oportunidad, las imágenes publicadas despertaron curiosidad de aquellos secretos que se escondían en este lugar.

La Necrópolis vaticana se extiende bajo la Basílica de San Pedro, a lo largo de la vía Cornelia, que va alrededor de la tumba del Príncipe de los Apóstoles. Para el mundo entero, las catacumbas del Vaticano son una perla escondida. Una visita sobrecogedora que no decepciona; ya que los pasajes se entremezclan entre estrechos y oscuros pasillos donde se contemplan centenares de mausoleos cristianos y paganos.

Se trata de una gran ciudadela oculta donde cualquier creyente o turista, poco informado, podría desconocer su existencia y pasar por alto aquella perla turística.
ORIGEN Y DESCUBRIMIENTO

La Necrópolis vaticana tiene su comienzo en el siglo I D.C., en aquella época se extendía sobre las pendientes nororientales de la colina Vaticana, cerca del santuario de la Magna Mater y de unos jardines imperiales, propiedad de Agripina. En esta zona se levantaron algunas villas y fue el Emperador Calígula el que había construido un circo de entrenamiento, denominado el circo de Nerón.

Alrededor del año 65, San Pedro fue martirizado en este circo, durante la persecución del cristianismo que este llevó a cabo a finales del siglo I y su cuerpo fue enterrado en esa misma necrópolis cercana al circo.

En el año 318, cinco años después de que el emperador Constantino diera la libertad de culto a los cristianos, se empezó a construir la Basílica Constantiniana; pues los creyentess tenían la certeza que San Pedro se encontraba enterrado allí y, de acuerdo a sus descripciones, se decía que era “una sepultura protegida por un templete de escasas dimensiones, denominado ‘Trofeo de Gaio’".

Constantino quiso que el pavimento de la Basílica estuviera al mismo nivel del "Trofeo de Gaio” y para ello se tuvo que hacer un enorme movimiento de tierras, para hacer una gran explanada en la ladera de la colina.

Y a partir de entonces surgieron una serie de acontecimientos que envolvieron de magia esta ciudad subterránea.

La basílica de Constantino, fue en parte demolida en 1502 y en 1506, cuando el Papa Julio II decretó la construcción de la nueva basílica en estilo renacentista. Para lo cual se rellenó de tierra la necrópolis.



No fue hasta 1939 cuando unos trabajadores que excavaban los cimientos de la tumba para el fallecido Papa Pío XI redescubrieron la Necrópolis.

En aquel momento el Papa Pío XII ordenó la excavación del lugar pero lo mantuvo en secreto, en caso de que la tumba de San Pedro no fuera encontrada.

En aquella época los trabajos eran muy complicados pues el área a excavar se encontraba justo debajo de la Basílica y esta no debía ser dañada. En 1950 el papa Pío XII anunció el descubrimiento de la tumba de San Pedro.

En 1968 el Papa Pablo VI anunció al mundo el hallazgo de la confirmación de los restos del famoso apóstol. Es a partir del año 2006 que esta Necropolis está abierta al público, aunque de manera muy restringida. Apenas un centenar de personas al día, y se establecen unas enormes medidas de seguridad y de conservación.

En las grutas vaticanas, descender pocos escalones significa un paso de 1.600 años, hasta el 320, "cuando los arquitectos de Constantino enterraron esa parte"; "si se continúa andando, vamos al siglo II", se hace "un itinerario en el que el cristianismo todavía estaba en el inicio, como una explosión, pero siendo aún una pequeña realidad", y después "se llega al siglo I, al tiempo de Nerón", señala el portal de L’osservatore Romano.
Primeros hallazgos

Cuando Pío XII propuso unas excavaciones bajo la antigua basílica de Constantino se encontraron restos de una necrópolis, que terminaría revelando el lugar de la tumba del primer Papa. El cual estaba ubicado justo debajo del baldaquino de Bernini, que está dispuesto en la zona central de la basílica, de la cual se desprende una hilera de gradas, misma que se prolonga hasta las grutas.

Allí abajo los espectadores encuentran diferentes sepulcros y capillas dedicadas a diferentes santos. El lugar sagrado que más simboliza este lugar, es el destinado al sepulcro de San Pedro, dispuesto junto al tabernáculo que mandó construir el emperador Constantino.

También es de gran devoción, el lugar que ocupa la tumba del Papa Juan Pablo II, que está a escasos metros de la del apóstol Pedro.

De igual manera en una de las diferentes capillas se encuentra un importante fresco del famoso artista romano Cavallini, denominada la Madonna del pelotazo.

Es un lugar sagrado, muy especial para los cristianos, su visita además sirve para ser testigos de una parte importante de la historia.
Los Hallazgos continúan

Junto al descubrimiento de la tumba de San Pedro, a una profundidad de entre tres y 11 metros de altura, sobre el suelo de la nave central de la Basílica, se descubrieron los restos de un cementerio monumental, que, según algunas excavaciones y antiguos hallazgos, demostraron que es mucho más extensa.

Las excavaciones han sacado a la luz 40 estructuras sepulcrales y más de 200 tumbas individuales que, desde finales del siglo I y todo el siglo II de la era cristiana, estaban una junto a otra y, en parte, superpuestas. Las cuales están ubicadas en el segundo nivel. Las tumbas rectángulares con puertas de umbral ajustado, el dintel y los postes de travertino, ventanas a ambos lados de la entrada principal y, a menudo, una terraza frente a una cerca.

Las fachadas de las mismas están cubiertas de ladrillo rojo o amarillo, a menudo, con las juntas de mortero pinturas y “rimarcati” por una inyección de cemento blanco fino y a veces adornado con finas decoraciones en terracota, con escenas figurativas y vistas arquitectónicas.

Estos edificios, frescos, mosaicos, sarcófagos y estuco, que constituyen, en su conjunto, una de las más importantes muestras de arte funerario romano de los primeros siglos del imperio.
Importancia y edificación

Un cálculo aproximado de las tumbas de inhumación y cremación de la necrópolis del Vaticano sugiere que los 22 edificios funerarios, encontrados durante las excavaciones, fueron diseñados para dar cabida a unos 1.000 entierros.

Esta multitud de hombres, mujeres y niños, de los cuales las inscripciones nos han dado los nombres de algunos personajes de las familias adineradas de libertos imperiales o esclavos o descendientes de esclavos que habían conquistado su libertad y se había llegado a una posición de gran importancia en la sociedad del período.

Gracias al excepcional estado de conservación de los altares, los sarcófagos y distinto mobiliario, se ha podido conocer mejor aspectos hasta ahora poco conocidos de los rituales funerarios.

A través de las numerosas inscripciones se ha podido reconstruir el tejido histórico-social de la época, hasta entonces desconocido. Por ejemplo: las sepulturas más ricas pertenecen a familias de libertos imperiales que tenían discretas posibilidades económicas, pero de los que se había perdido la memoria.

Una infraestructura histórica sobre la cual se fueron erigiendo, sucesivamente, extraordinarios monumentos como testimonio elocuente y tangible de dos mil años de devoción e historia en torno a la humilde sepultura del primer Papa.

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