lunes, 1 de abril de 2013
Jesús dejó cuatro lecciones para el mundo cristiano
Se dice que vivió 33 años; durante su vida terrenal Jesús dejó innumerables enseñanzas, pero de sus últimos días el sacerdote jesuita Carlos Arce identifica cuatro que hacen la esencia del cristianismo en el mundo. Reflexión, servicio, obediencia y fe —a la sombra del único mandamiento que el hijo de Dios dejó a la humanidad: el amor del uno al otro— son las enseñanzas que debe cumplir el cristiano, sea éste católico, ortodoxo, evangélico o anglicano, para levantar el reino de Dios como él ordenó, según el libro de Mateo.
Tiempos. Después de los excesos del Carnaval, el Miércoles de Ceniza todo el mundo iba a las iglesias a reconciliarse. A comienzos de la Edad Media la Iglesia Católica propuso una etimología de Carnaval: del latín carne-levare, que significa abandonar la carne, que era la prescripción para todo el pueblo durante todos los viernes de la Cuaresma, que es un tiempo de reflexión, meditación, ayuno y perdón.
Pero tras el desenfreno de la carne, el Miércoles de Ceniza era el momento de marcarse la frente y de las grandes confesiones para prepararse para la Pascua. Luego vienen los 40 días antes del Domingo de Ramos; el 40 es un número bíblico,
El sacerdote Arce no se imagina a Jesús en 40 días de ayuno o que el pueblo de Israel haya caminado 40 años, y entonces explica una primera enseñanza. “Posiblemente Jesús tuvo un tiempo largo de meditación, como un retiro espiritual. Es por eso que la enseñanza de este periodo es la reflexión, en la que la oración y el ayuno son centrales para hacer ese análisis introspectivo, para encontrar a Dios”.
Ese tiempo desemboca en el Domingo de Ramos; luego de casi 2.000 años se han creado muchas tradiciones en torno a ese día. El padre Arce considera que Jesús fue el primer sorprendido con el recibimiento el Jerusalén. “Lo que el pueblo quería es que él tome el liderazgo para terminar con el dominio romano. Luego de escucharlo, vieron en él al líder que podía liberarlos del yugo; por eso se llegó hasta la cruz, porque el mismo pueblo que lo recibió quedó defraudado, era difícil que vieran en él a Dios. Pero Jesús es una manifestación de Dios, no un líder político. Jesús pasó por la vida haciendo el bien, curaba y hacía milagros, eso impactaba al pueblo, pero no veía a Dios. Para un hebreo, para un judío, era imposible que Dios se manifieste en forma humana; aún hoy”.
Lo que Jesús quería es que el pueblo conozca al verdadero Dios, al Dios misericordioso, al Dios del perdón, al Dios de servicio, para que la humanidad aprenda a servir a los demás.
Sin embargo, Arce advierte que como Jesús tenía otra idea y algunas cualidades más allá de un ser humano normal, no le entendieron. “Me imagino que la cena del Señor, en la que instauró la eucaristía, fue espantosa; se dice que fueron 12, pero podían haber sido más porque querían que él sea el líder; empero, él no había venido para eso. Muchos de los apóstoles eran zelotes, una especie de guerrilla que quería tomar el poder a fuego y sangre”.
Antes de la cena ocurrió el lavado de pies, que fue una demostración de servicio y humildad, “Que todo un maestro se sacara el manto, se arrodillara ante sus discípulos y les lavara los pies era inconcebible. Para ellos era Rabí, el maestro. Por eso Pedro le dijo ‘tú no me lavas nada’ y él le respondió que si no le lavaba, no era de los suyos; entonces Pedro le dijo: ‘Señor, hasta la cabeza y todo’. Esa es una muestra de que el cristiano en general es un hombre de servicio y es lo que refleja actualmente el papa Francisco. Era el ejemplo de lo que él hacía con sus discípulos, y ellos deberían hacerlo con sus hermanos”, asegura Arce.
Por eso los hospitales y los leprosarios son atendidos por organizaciones religiosas, sean católicas o evangélicas, porque la opción del cristianismo es de radicalidad en el amor y Jesús es la manifestación de ese amor.
Envilecido. Llegar hasta la humillación de la cruz es otra lección que dio Jesús, esta vez de obediencia y humildad. En esa época así se castigaba a los peores, a los ladrones y asesinos. Jesús estaba destrozando el sistema teocrático hebreo y por eso había que matarlo; además que se relacionaba con hombres mal vistos, caminaba con mujeres, no cumplía la ley y decía: “Soy el hijo de Dios, el Padre me ha enviado, soy la manifestación de Dios”.
Arce considera que él se ganó a pulso la cruz para pagar nuestros pecados, sin embargo, recuerda que ese hombre transpiró sangre en el huerto de Getsemaní y, científicamente, eso sucede cuando uno está aterrorizado.
“Lo hermoso de Jesús es que siempre fue fiel al Padre. Él le reclamó por qué lo dejó solo, pero igual hizo su voluntad. Él era un hombre de carne y hueso y sentía temor, pero siguió obediente y al final le dijo: ‘Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu’”.
Sin embargo, Arce pide que el mundo cristiano tome ese ejemplo y en la medida de sus posibilidades llegue hasta ese extremo. Los cristianos son pecadores, pero Jesús pagó los pecados en la cruz, por eso Dios perdona todo.
Celebración mayor del cristianismo
La Semana Santa es considerada la mayor celebración del cristianismo porque recuerda la resurrección de Cristo y el compromiso de que él, como hijo de Dios, a través del Espíritu Santo, que es otra manifestación de Dios, permanecerá junto a la humanidad.
El lugar donde murió
Jesús murió en el Calvario o Gólgota, un monte en las afueras de Jerusalén donde tuvo lugar la crucifixión. Su nombre proviene de la forma de calavera de las rocas de sus laderas.
La última cena
En la Biblia se hace referencia a que Jesús compartió con sus discípulos pan y vino, relacionados con su cuerpo y sangre; sin embargo, no se descarta que hayan comido pescado.
Sudar sangre
Jesús sudó sangre cuando estaba en Getsemaní. Podría ser una condición médica llamada “hematidrosis”. Puede darse cuando hay un alto grado de sufrimiento psicológico.
El Santo Sepulcro
La tumba donde fue enterrado Jesús fue cedida por el hombre rico José de Arimatea; fue construida para tal propósito, pero estaba en desuso; data del año 30 o 33 después de Cristo.
La escalera hacia Pilatos
En Roma se guardan los 28 peldaños que Jesús habría recorrido para llegar hasta Pilatos, el gobernante que se lavó las manos y dejó al hijo de Dios librado a su suerte, crucificado.
Columna de flagelación
En esta columna que se guarda en la parroquia de Santa Práxedes, en Roma, se cree que fue atado Jesús para ser azotado por los guardias romanos antes de la crucifixión.
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