Tiene 44 comunidades a su cargo. Tuvo que inventar una estrategia para atenderlas. Hace más de 14 años que la viene aplicando, pese a que cada vez se le hace más pesado cumplir con horas y horas de viaje. El padre Hernando Pachón, de origen colombiano, vicario episcopal de los valles y párroco de Samaipata, dedica todas las mañanas a su parroquia y por las tardes viaja a tres comunidades a bordo de una vagoneta. Regresa a su casa a las 22:00.
Solo Bermejo, Achira y Cuevas quedan sobre la carretera asfaltada, el resto, sobre caminos de tierra. Hay días en que su vehículo no soporta y debe cumplir con las comunidades transportándose en un taxi, pero “la pastoral se vuelve más cara”, confiesa.
Como él, muchos sacerdotes hacen peripecias para cumplir al menos con lo básico. Y es que en toda la Arquidiócesis de Santa Cruz existen unos 230 sacerdotes para atender 79 parroquias y 578 capillas, además de comunidades donde no hay capillas pero se celebran misas abiertas, incluso bajo un árbol.
Erwin Bazán, vocero del arzobispado, estima que una parroquia (que incluye varias capillas) atiende un promedio de 5.000 fieles en el área rural y 30.000 en zonas urbanas muy pobladas. Por ejemplo: el Plan Tres Mil. “A veces hay 10 capillas para dos o tres sacerdotes”, explica.
Lo ideal sería unos 3.000 fieles por sacerdote, según el padre Raúl Arrázola, párroco de Porongo, y reconoce que faltan sacerdotes. Esta semana, en un solo día, tuvo que recorrer en vehículo 90 km para atender Tarumatú, Terebinto y Porongo.
El padre Arrázola cree que muchos jóvenes prefieren trabajar y dedicarse a otras cosas, porque no quieren asumir un compromiso ‘para siempre’ como lo es el sacerdocio, además de que la imagen de los sacerdotes está siendo ‘devaluada’. Pese a ello, considera que la Iglesia católica está presente porque cuenta con el apoyo de cientos de catequistas, laicos y diáconos; y también llega a la gente con hospitales, centros nutricionales, escuelas, albergues y otras obras.
Según el padre y periodista Guillermo Siles hay parroquias donde trabajan 30 o 50 “laicos comprometidos que hacen la dinámica de evangelización”.
Un desafío
El papa Francisco, recién elegido, habla de “sacar la Iglesia a las calles”. El Jueves Santo pidió a los sacerdotes ser menos “gestores” y salir a las “periferias, donde hay sufrimiento, sangre derramada; ser pastores con olor a oveja”.
Para el monseñor Nicolás Castellanos, presidente de la Fundación Hombres Nuevos, las palabras del papa exigen una mayor cercanía de los sacerdotes hacia la gente, “no ser poderosos ni querer hacerlo todo” y cree que no hay muchos sacerdotes porque el mundo es cada vez más materialista y hedonista, cuando el sacerdocio implica desprendimiento de eso.. “No puedo dormir tranquilo en la parroquia viendo que hay niños que solo desayunan un pan y un tecito”, confiesa Castellanos que, en 21 años en Bolivia, ha logrado construir varias obras, solo en escuelas ya supera las 100 en todo el país.
El sacerdote dice que la mejor evidencia de que la Iglesia llega a sus fieles es a través de obras como estas, pese al poco apoyo de la gente. “En Santa Cruz solo tengo 10 familias que nos colaboran, pero tengo a miles en Europa, Italia, Suiza y Alemania. Las de aquí viven de espaldas a esta realidad (pobreza)”, lamenta.
El padre Siles reconoce que el mensaje del papa implica un sacerdote más participativo y que escuche más a la gente. “El sacerdote es como es alma de la comunidad, porque necesita que su Iglesia no solo tenga números, sino que los fieles vivan su fe... La Iglesia católica es muy jerárquica, muchas veces le falta comunión, participación. Muchas veces está más orientada a ser sacramentalista ofreciendo servicios como en un shopping: bautizos, matrimonios, comuniones. Esta imagen debe cambiar”, reflexiona.
“Muchas veces hay gente que va a la misa con temor, porque no sabe si va a encontrar en su día y su momento feliz al sacerdote. Muchas veces los sacerdotes nos hemos convertido en administradores de cosas, no hay vocación, fe, ni entrega”, admite.
“Yo siento que estamos viviendo tiempos especiales. El nuevo papa será un ejemplo para valorar el estar no solo en la sacristía, no solo en las Iglesias, sino que nuestra fe salga a las plazas, a las avenidas, a todos los lugares”, dice el padre Martín Peralta, de la iglesia Señor de los Milagros.
Con voz entusiasta, asegura que desde el colegio aprendió de los salesianos a hacer todo con alegría y esto ha sido clave en su dinámica labor en Santa Cruz
FELIGRESES
Ángel Dorbigni
Empleado De Una Empresa
36 Años / Poca Relación
Va a la iglesia de su barrio en el Plan Tres Mil. Confiesa que algunas veces no entiende la prédica del sacerdote y que solo se le acercó unas tres veces para pedirle información sobre los cursillos para bautismo y confirmación. Tiene seis hijos, los lleva a misa pero nunca charla del mensaje que da el sacerdote.
Carol Ribera / Universitaria
20 Años
Se Siente Motivada
Pertenece al grupo juvenil de la iglesia La Santa Cruz. Se sintió motivada tras asistir a un retiro en el colegio y ante la necesidad de creer en alguien y sentirse más segura ante el acoso escolar y la discriminación que sufrían varios de sus compañeros. El nexo con lo espiritual fueron sus profesores. Cree que no basta con ir a la iglesia.
Mamerto Ortiz Jubilado / Tercera Edad
La iglesia cumple su rol
Cree que la Iglesia está actuando como debe ser y que son los feligreses quienes no quieren participar. “Muchos quieren escuchar solo lo que les conviene o lo que ellos quieren, pero como el sacerdote les habla con la verdad, algunos incluso se cambian de religión”, explicó. Para él, la Iglesia empieza en casa.
Patricia Zeballos / Secretaria
44 Años
No Cree Que Cambie
Piensa que la Iglesia nunca “saldrá a las calles” como dice el papa, porque tiene sus reglas y como son autoridades con poder, así se mantendrán. “Lindo fuera decir otra cosa”, expresó. Ella es católica, pero sus hijos estudian en un colegio evangélico; los lleva a misa para que cuando sean mayores ellos elijan.
Entrevista
“La Iglesia en Bolivia está retrocediendo”
P. Eduardo Pérez I. / Sacerdote Jesuita y Periodista
El sacerdote advierte que si la Iglesia católica no cambia, seguirá achicándose. Plantea que los obispos sean verdaderos líderes y que se retiren a los 70 y no a los 75 años. También pide más protagonismo de los laicos
Alos 17 años de edad se definió como ‘anticlerical’ y ahora, que cumplirá 69, el padre Eduardo Pérez Iribarne dice ser más anticlerical que nunca.
¿Cuáles son los desafíos para la Iglesia a partir de la elección del nuevo papa?
Creo que la Iglesia católica en Bolivia, lamentablemente, está retrocediendo por una serie de factores que tienen que ver con los católicos, los sacerdotes, los medios de comunicación y nuestros obispos. La Iglesia necesita vigorizarse en el espíritu. Como toda institución en decadencia, su principal problema es que no es capaz de identificar esa situación. En nuestra Iglesia falta un diagnóstico para multiplicar el espíritu y el comportamiento.
El padre Eduardo Pérez, con su sentido crítico, pone en la balanza la labor de la Iglesia en el país
Foto: Ricaro Montero
¿Desde cuándo se evidencia ese retroceso?
No es de un año, ni siquiera de cinco, es un proceso mental. Creo que eso de que “tenemos la verdad” nos perjudica, la verdad no es propiedad de nadie. La verdad es una búsqueda y eso es lo que tendríamos que trabajar, esforzarnos de forma autocrítica y ascética, sacrificarnos en buscar más a Cristo, y en la Iglesia creo que seguimos pensando que la verdad es como una cosa que la tenemos en la billetera, en el bolsillo y que no hay que preocuparse más, y que todos tienen que acatar lo que digamos aunque estemos decadentes.
¿Qué cambios debe haber?
A nivel procedimental, administrativo, la Iglesia en Bolivia tiene que ser más nacional. Se fundamenta sobre los obispos y el nombramiento de estos es muy importante, necesitamos obispos más dinámicos. Los obispos tendrían que retirarse a los 70, no a los 75 para potenciar ese espíritu juvenil que la Iglesia necesita urgentemente. Los grupos laicos tendrían que tener más protagonismo, no solo en las celebraciones litúrgicas. En cada diócesis tendría que haber consejos en los que los laicos tengan mayor protagonismo y depender menos del Vaticano. Tener una Iglesia más transparente, sobre todo más sacrificada.
¿Cómo hacer que haya entusiasmo si entre muchos fieles y sacerdotes no hay esa cercanía?
Esa es la pregunta del millón y creo que no tengo respuesta, pero los obispos son los líderes de nuestra Iglesia y son autoridades, pero no líderes. Creo que la Iglesia no solo necesita autoridades, sino sobre todo líderes, hay una escasez muy preocupante de líderes.
¿Cómo definiría a ese líder?
Con conocimiento interno del señor Jesús para amarlo más y seguirlo. Creo que la Iglesia se perdió mucho con la Biblia, los grupos que se dicen ser cristianos y son bíblicos, pero la Biblia sin Jesucristo no tiene sentido. En la Iglesia nos hemos hecho muy preocupados de condenar, de buscar privilegios, prestigio y nos apartamos de Jesucristo.
¿Ese cambio sería fácil?
Si me pregunta en la fe, yo creo que es muy difícil. Si me pregunta en la razón, yo creo que será imposible. El futuro de la Iglesia a corto y mediano plazo es seguir achicándose; cuando haya una revolución interior y tengamos episcopados, líderes comprometidos y menos preocupados de lo fácil (habrá el cambio); estamos muy acomodados, muy a lo fácil, muy a los prestigios y muy poco sacrificados por el amor al prójimo.
La Iglesia no va a desaparecer, pero si no nos movemos seguiremos achicándonos.
Hay quienes creen que cada vez más fieles se cambian a otras religiones, ¿qué opina?
Mucha gente está esperando ver qué espejismo nos deslumbra. Lo que usted me dice parece que es cierto, pero si por esto de que la gente se pasa a otros grupos religiosos la sociedad boliviana está mejorando, yo me golpearía el pecho diciendo: “Qué malos somos en la Iglesia católica”. Pero mi percepción es que nuestra sociedad en lo global está empeorando desde el punto de vista de las virtudes.
Hay sacerdotes que dicen que la Iglesia es cercana a la gente por las obras sociales que hace, ¿es suficiente?
No creo en absoluto que sea suficiente. Tenemos obras encomiables (hogares, hospitales, colegios...) pero eso no significa que la Iglesia sea cercana. Yo creo que los sacerdotes en general, y me incluyo de forma autocrítica, vemos todo eso arriba con mucha soberbia, nos falta no solo ser más sencillos y humildes, sino estar al lado de la gente, ser solidarios con todos sus problemas, necesitamos una Iglesia de más caminantes, acompañantes, más perdonadora y de menos privilegios.
¿Se tiene la imagen de una Iglesia muy vertical?
Definitivamente, una Iglesia que se cree con todos los derechos y privilegios por serlo
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