Al menos 17 personas murieron ayer en atentados contra dos iglesias de Garissa (este de Kenia), una región fronteriza con Somalia, en el ataque más mortífero desde la intervención del Ejército keniano en 2011 en el sur somalí contra los islamistas shebab.
Hombres armados y encapuchados abrieron fuego y lanzaron granadas contra dos iglesias de la ciudad de Garissa cuando los fieles estaban congregados para la misa dominical. Estos atentados coordinados no fueron reivindicados, pero constituyen sin duda alguna una nueva represalia después de la invasión keniana de Somalia contra los shebab, que continúa en la actualidad.
Ayer por la tarde, una cuenta de Twitter utilizada habitualmente por los shebab se felicitó por esta “operación exitosa en Garissa”, sin reivindicar claramente su responsabilidad.
Diez personas murieron en el recinto de la iglesia AIC (Africa Inland Church) y otras tres fueron heridas en la iglesia católica, indicó a la AFP el número dos de la Policía regional, Philip Ndolo. El jefe de la Cruz Roja keniana, Abbas Gullet, indicó que otras personas murieron durante su traslado al hospital, llevando el balance total a 17 muertos, entre ellos tres niños.
Por lo menos 40 habitantes más fueron heridos, diez de ellos de gravedad, según Gullet. Los atacantes eran por lo menos siete, de acuerdo con la Policía, que añadió que éstos mataron primero a dos agentes delante de cada templo.
“Nosotros no arrestamos a ningún sospechoso, pero tenemos informaciones sobre la presencia de cinco atacantes en la AIC y dos en la iglesia católica”, explicó Ndolo. Los cadáveres ensangrentados de las víctimas yacían en el suelo mientras los servicios de socorro se precipitaban para evacuar a los heridos, dijeron testigos.
“Es una escena terrible, se pueden ver cuerpos cubiertos de sangre en el piso”, declaró el jefe de la Policía de la provincia nororiental, Leo Nyongesa, según el cual los atacantes, que estaban armados, lograron apoderarse además de las armas de los policías que custodiaban los dos edificios.
El Consejo Supremo de los Musulmanes de Kenia condenó estos ataques, recordando que “todos los lugares de culto deben ser respetados”. “Nosotros queremos expresar nuestras condolencias y lamentamos que todavía no haya arrestos”, comentó el presidente de ese consejo, Abdulghafur el Busaidy.
El Vaticano consideró los ataques “un hecho horrible y muy preocupante” y de una “cobardía incalificable”.
El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, manifestó su solidaridad con las víctimas y aprovechó para “reafirmar y defender con decisión la libertad religiosa de los cristianos”. Garissa se encuentra en la provincia nororiental de Kenia, a unos 140 kilómetros de la frontera con Somalia.
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