lunes, 2 de mayo de 2011

Beatificación de Juan Pablo II causa polémica

Decenas de miles de peregrinos, sobre todo polacos, y algunos mandatarios internacionales llegaron a Roma para la beatificación de Juan Pablo II. La rapidez del proceso y algunas de las acciones de Karol Wojtyla generaron críticas dentro y fuera de la iglesia católica.

Juan Pablo II se convirtió ayer en el décimo papa beato, en un contexto en el que de los 265 pontífices que ha tenido la Iglesia en 2011 años, 79 son santos, es decir, un paso más que beatos. Hasta bien entrado el siglo XX, la santidad se decidía por clamor popular. Atendiendo justamente a ese clamor, Benedicto XVI manejó con sus colaboradores más próximos la posibilidad de saltarse la causa de beatificación para hacer directamente santo a Wojtyla. El vaticanista de Comunión y Liberación Andrea Tornielli ha revelado en La Stampa que la falta de consenso en la curia aconsejó a Ratzinger respetar la vía ordinaria, lo que no ha impedido culminar la causa en un tiempo récord.

Para José Tamayo, director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid, la elevación de Karol Wojtyla al grado de beato es la mejor muestra de agradecimiento que podía rendir a su predecesor, que le nombró presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe y le concedió un poder omnímodo en cuestiones doctrinales, morales y administrativas. “Más aún, fue Juan Pablo II quien le allanó el camino nombrándolo sucesor in péctore”.

Algunos analistas han considerado esa rapidez como un agravio a la figura de Juan XXIII. La causa de santidad del Papa, que reinó entre 1958 y 1973 y fue el artífice del Concilio Vaticano II, beatificado por Juan Pablo II en el año 2000, sigue estancada. La de Karol Wojtyla, impulsada por el Opus Dei, está ya muy avanzada y la impresión general en Roma es que en muy pocos años el papa polaco será santo.

Por otra parte, algunos creyentes cuestionan la santidad de Karol Wojtyla. José Tamayo sostiene que no pocas de las actuaciones de Juan Pablo II fueron todo menos ejemplares e imitables como se espera de una persona a quien se eleva a los altares y se presenta como modelo de virtudes para los cristianos. “Me refiero a su manera autoritaria de conducir la Iglesia, a su rigorismo moral, el trato represivo dado a los teólogos y las teólogas que disentían del Magisterio eclesiástico —muchos de los cuales fueron expulsados de sus cátedras y sus obras sometidas a censura—, al silencio e incluso la complicidad que demostró en los casos de pederastia, especialmente con el fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel (sacerdote mexicano quien pese a la rigidez moral que imponía a sus seguidores, llevó una doble vida con dos mujeres y fue denunciado por abusos sexuales a menores), a quien dio un trato privilegiado con el beneplácito del cardenal Ratzinger, su brazo derecho”.

También la ubicación de la tumba alimenta el debate estos días. El ataúd de Karol Wojtyla —nogal, plomo, y el exterior de roble— fue exhumado el pasado viernes y será expuesto en el altar mayor de San Pedro desde el final de la ceremonia de beatificación hasta mañana lunes. Luego será depositado en la capilla de San Sebastián, cerca de la estatua de la Piedad de Miguel Ángel. Según el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, eso permitirá a los fieles venerar “con más comodidad” al Papa. El Pontífice polaco ocupará el espacio donde reposaban hasta ahora los restos de un papa beato del siglo XVII, Inocencio XI, trasladados ya a la capilla de la Transfiguración.

Según los periodistas Rita Monaldi y Francesco Sorti, autores de la novela Imprimatur (Salamandra), el desalojo de Inocencio Odescalchi obedece a que sus investigaciones “lo han convertido en un papa políticamente incorrecto, ya que no sólo fue el azote del islam, sino que financió la campaña del protestante Guillermo de Orange contra la dinastía católica de los Estuardo”.

Un Papa prolijo y viajero

LEGADO
Pocas figuras movilizaron a las masas en la magnitud que lo hizo Juan Pablo II. Durante los 27 años de su pontificado (1978-2005), el “Papa viajero” visitó 128 países, recorrió más de 247 mil kilómetros, beatificó y santificó a 1.800 personas, promulgó 14 encíclicas y resumió 42 cartas apostólicas. Su pontificado es considerado uno de los más políticos del siglo XX, que contribuyó al colapso del bloque soviético. Ejerció una gran influencia política a nivel mundial, pero sobre todo en Europa, por su contribución en la transformación de las fronteras y en el cambio que condujo a la caída del Muro de Berlín.

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