A pesar del gran esfuerzo de miles de voluntarios que distribuyeron panfletos y los miles de dólares invertidos en anuncios de radio para alertar sobre la llegada del fin del mundo el 21 de mayo, la Humanidad esquivó una vez más el Día del Juicio Final y siguió funcionando, con sus virtudes y defectos.
La versión-profecía que anunció el Fin del Mundo había partido de un grupo cristiano fundamentalista de Estados Unidos, en base a una traducción numerológica de la Biblia.
Después de pasar un sábado sin mayores contratiempos -como el terremoto previsto por Family Radio-, la organización atea New Zealand Skeptic Society (NZSS) volvió a mofarse de los fundamentalistas.
"Este tipo de predicciones llega particularmente en momentos de incertidumbre social o económica, lo que viene ocurriendo prácticamente todos los años", señaló con ironía una vocera de NZSS, Vicky Hide.
El predicador evangelista Harold Camping predijo que el mundo se acabaría ayer, con "la segunda venida de Jesucristo" y el "rapto de los verdaderos creyentes", algo que a los ateos de EEUU les pareció una buena ocasión para festejar, tal como ocurrió en Carolina del Norte y Fort Lauderdale.
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