jueves, 14 de julio de 2016
¿Bolivia cambió a partir del Papa?
A un año de la visita de Francisco, los analistas Francesco Zaratti y Gonzalo Mendieta se mostraron escépticos ante la posibilidad de que los mensajes papales hayan generado algún cambio en la sociedad. Ambos dijeron que la política gubernamental sigue siendo hostil con el adversario.
Paralelamente, el senador por el MAS René Joaquino concluyó que ni en el Gobierno ni en la iglesia Católica hubo cambios, lo que es lamentable, afirmó, porque el mensaje pastoral fue muy claro e importante.
Hace un año, el papa Francisco llegó a Bolivia con mensajes sobre la madre tierra, el tema marítimo, el proceso de cambio y los internos de las cárceles. Ambos analistas coinciden en que sus mensajes tuvieron mucha fuerza, pero también creen que el Gobierno tuvo la habilidad de utilizarlos de forma propagandística.
Para Zaratti, que es físico y conocedor de temas eclesiales, es muy difícil establecer algún impacto de la visita, más aún en la relación del Gobierno con otros sectores.
"En cuanto al impacto sobre la política gubernamental, al margen del manejo propagandístico del tema por parte del Gobierno, no veo cambios espectaculares respecto a los sectores más críticos del actual modelo. Pienso en especial en las relaciones del Gobierno con la Iglesia y la Justicia y en la falta de respeto a las libertades", comentó.
La idea de tender puentes de diálogo está aislada de la realidad, señaló, por su parte, el abogado y columnista Mendieta, para quien "se mantiene la retórica y la actitud hostil con el adversario y hasta con el que no lo es".
Agregó que "para ser realista" se debe reconocer que los discursos del Papa fueron de simpatía hacia el Gobierno. "No creo que, para ser objetivos, pasara inadvertido para el Papa que sus admoniciones tuvieron un volumen mucho menor al de sus aproximaciones al Gobierno", expresó.
Mendieta consideró también que "la actitud del Gobierno es la misma que ha tenido siempre, no veo que el mensaje papal haya incidido. (Los mensajes del Papa) le han servido para su faceta más publicitaria, pero poco más que eso", señaló el abogado.
El presidente Evo Morales gestionó en persona la llegada del Papa a Bolivia a pesar de la tensa relación que mantiene con la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB).
El problema, apuntó Zaratti, es que el Gobierno "escucha sólo lo que quiere escuchar" y tiene la capacidad de volver todo un eslogan a su favor. El comentario se dio a propósito de una frase que lanzó Francisco sobre el "proceso de cambio".
Junto con decir "aquí en Bolivia he escuchado una frase que me gusta mucho ‘proceso de cambio’", el Papa agregó "dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir".
Respecto de esta última frase del Papa, Zaratti se preguntó: "¿Exactamente esto lo que le está pasando al ‘proceso de cambio’ en Bolivia?"
Francisco visitó también la cárcel de Palmasola, donde pidió un trato más digno a los internos. "¿Qué pasó en Bolivia"? le preguntamos a Gonzalo Mendieta.
"Las cárceles bolivianas se parecen a las españolas del tiempo de Cervantes. Reina en ellas la ley del más fuerte, la rapacidad y la crueldad. El Estado poco hace y la sociedad anda en lo mismo, aunque nos quejemos. Esfuerzos como los de la Pastoral Penitenciaria son muy poco reconocidos. En Bolivia aún premiamos el éxito y castigamos duramente el fracaso o la debilidad. Nuestros presos son, en general, una prueba", indicó.
El primer día que llegó a La Paz el Papa respaldó las gestiones sobre la demanda marítima; Zaratti cree que las acciones en La Haya están orientadas precisamente al diálogo, aunque recuerda que ahora enfrentamos una demanda adicional (por las aguas del Silala) "cuyas motivaciones y tratamiento parecen alejar, más que acercar, ese deseo de resolver los problemas como hermanos y vecinos", manifestó.
DEL LADO DEL MAS
El senador Joaquino (MAS) cree que la realidad muestra que la llegada del Papa no generó ningún cambio, en especial en la jerarquía de la Iglesia Católica, con la que el MAS continúa en una tensa relación, últimamente por la Ley de Identidad de Género que reconoce a las personas transexuales.
Pero también admite que no existieron cambios en el Gobierno. "Ambos se pusieron tapones en los oídos", comentó el legislador, quien lamentó que los mensajes del Papa no hayan sido mejor utilizados para tener una mejor convivencia entre bolivianos.
"Tanto la Iglesia y el Gobierno después de darle la bienvenida al Papa, se pusieron los tapones y no hemos escuchado, o en realidad hemos escuchado, pero no hemos practicado su mensaje pastoral de respeto a los valores humanos".
El mar, el proceso de cambio, la política del descarte, la espiritualidad del zapping...
Aún resuenan los mensajes centrales o más polémicos del Papa en Bolivia, sobre el mar, el proceso de cambio, la política del descarte, la espiritualidad del zapping y la exclusión de los privados de libertad.
También quedan en la memoria los gestos y símbolos compartidos con Francisco, como la chuspa de coca y el crucifijo comunista que le regaló el presidente Evo Morales, o la decisión del Santo Padre de entregar a la Virgen de Copacabana las condecoraciones recibidas en el país.
El periplo comenzó el 8 de julio en la ciudad de El Alto, donde el presidente Evo Morales le comentó que había "llegado a una Patria que se le ha mutilado el acceso al mar".
La frase marcaría el tono político de la visita a La Paz, donde el Papa, mientras leía el discurso que tenía preparado, se detuvo, alzó la vista del papel y dijo: "Estoy pensando en el mar, en el diálogo. El diálogo es indispensable. Hay que construir puentes en vez de levantar muros. Todos los temas, por más espinosos que sean, tienen soluciones compartidas, razonables, equitativas y duraderas".
Bolivia entonces sintió que el Santo Padre hacía justicia al referirse al drama histórico de la pérdida del Litoral.
En Santa Cruz, la visita adoptó un cariz más pastoral, sin dejar de lado los mensajes de contenido político y social.
Por ejemplo, en la multitudinaria misa celebrada en el Cristo Redentor el 9 de julio habló de la política del descarte: "Frente a tantas situaciones de hambre en el mundo (…) hay una lógica que busca descartar a aquellos que no producen. No es necesario excluir a nadie. Basta de descartes. Denles ustedes de comer", reflexionó.
Y, ante las congregaciones de religiosos y religiosas, el Santo Padre también dio un mensaje para que los mismos salieran de su zona de confort y se comprometieran con los más necesitados. "Es el eco que nace en un corazón blindado, en un corazón cerrado, que ha perdido la capacidad de asombro y por lo tanto, la posibilidad de cambio. Podríamos llamarlo, la espiritualidad del zapping. Pasa y pasa, pasa y pasa, pero nada queda", dijo.
El 10 de julio, en la cárcel de Palmasola, la más peligrosa del país, empezó diciendo que "el que está ante ustedes es un hombre perdonado, que fue y es salvado de sus muchos pecados", para luego indicar que "reclusión no es lo mismo que exclusión, que quede claro, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad".
Antes, en el que puede considerarse el discurso de mayor contenido político y social, el papa Francisco dijo en un encuentro con movimientos sociales, que le gustaba la frase "proceso de cambio", aunque luego hizo unas precisiones que el Gobierno decidió obviar para fines de propaganda.
"Aquí en Bolivia he escuchado una frase que me gusta mucho ´proceso de cambio´. El cambio no concebido como algo que un día llegará porque se impuso tal o cual opción política o porque se instauró tal o cual estructura social. Dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir (…) La opción es por generar proceso y no ocupar espacios", dijo el Papa.
Durante ese encuentro enfatizó que "tierra, techo y trabajo" con las tres T que configuran los derechos sagrados del ser humano.
"Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos", señaló.
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