Una secta musulmana rusa, cuyos miembros fueron acusados ayer de maltrato infantil, mantuvo durante más de diez años bajo tierra a una quincena de niños en una vivienda de Kazán, capital de la república rusa de Tatarstán.
Algunos niños de la secta apenas habían visto la luz del día y vivían sin contar con los servicios básicos mínimos, incluidos educación y sanidad, en una comunidad que se definió a sí misma como "un Estado con sus propias normas", según la prensa digital rusa.
El jefe policial de Kazán, Ranis Bajitov, reveló al "Primer Canal" de la televisión estatal rusa que al menos quince niños fueron localizados en zulos construidos en ocho niveles subterráneos bajo una vivienda de las afueras de esa ciudad.
El inmueble, bajo cuyo suelo se hallaron treinta habitaciones en las que 60 personas vivían de forma permanente y al menos desde hace diez años, pertenecía a Faizrajman Sattarov, líder de una secta que había formado a mediados de la década de los noventa.
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