Pedro Domingo Murillo espera la hora de su ejecución. Tiene una cita con el cadalso el 29 de enero de 1810. Tan sólo han pasado seis meses de ese glorioso 16 de julio cuando un grupo de paceños se sublevó contra la Corona española y pretendió la independencia de estas tierras subyugadas desde la llegada de Cristóbal Colón en 1492. Uno de sus familiares visita al héroe en la celda que lo tiene prisionero y le entrega un pañuelo, un anillo y un rosario.
El abogado toma entre sus manos el collar y encomienda su vida y la causa de los revolucionarios altoperuanos a Nuestra Señora del Carmen, aquella advocación mariana que también fue protagonista de la rebelión, que se convirtió en la protectora de los que lideraron aquella aventura histórica y cuya imagen bastó para sumar a muchos de sus fieles en este alzamiento. Murillo no sólo piensa en ella en su prisión, sino en ese 29 de enero, enfrente de la horca.
Patrimonio histórico y religioso
Lo relatado es un episodio ficticio, pero no necesariamente alejado de la realidad, según la investigación que realiza el sociólogo David Mendoza, integrante de la Unidad de Patrimonio Inmaterial e Investigación Cultural de la Alcaldía de La Paz. Es que Murillo era un ferviente católico, como todos los que fueron ejecutados por lo sucedido ese 16 de julio, y porque la Mamita del Carmen fue la Virgen Revolucionaria que acogió bajo su manto a los protomártires.
Esa representación de la madre de Jesús que llegó a estos parajes en el siglo XVII desde España y que en julio de este año fue nombrada patrimonio histórico religioso de la urbe paceña, como su procesión que se realiza cada aniversario de la revuelta independentista. Esa efigie que también fue juzgada y “recluida” por su participación en ésta. La patrona católica que según su reciente parte médica: requiere de un examen de rayos X para diagnosticar su salud interna.
De acuerdo con las pesquisas de Mendoza, la devoción a la Virgen del Carmen tiene su origen en el siglo XII, en el Monte del Carmelo de Israel, donde una cofradía de devotos edificó la iglesia de Santa María del Monte Carmelo. Fueron el cordón umbilical que alimentó el nacimiento de la Orden de las Carmelitas, bajo los preceptos de la comunidad, la oración y la pobreza, y cuya adoración posibilitó la llegada de otra advocación: Nuestra Señora del Carmen.
La tradición carmeliana relata que fue el 16 de julio de 1251, cuando la Virgen María se le apareció a Simón Stock en el Monte del Carmelo, el prior general de la Orden de Marsella, que había solicitado que lo libere de sus enemigos. A él le entregó el escapulario del Carmen para que lo proteja, una pieza de tela que cuelga sobre el pecho y la espalda, símbolo único que continúan usando hasta nuestros días los cófrades de esta santa.
La llegada a tierra altoperuana
Con el florecimiento de la Colonia en el Alto Perú, fue en el siglo XVII cuando arribó la Orden de las Carmelitas a La Plata (hoy Sucre) y Potosí. De allí se extendió y construyó su monasterio en La Paz, en 1718, bajo la batuta de la madre Bernardina Teresa Prieto Carrión. Con las carmelitas llegó luego la imagen de la Virgen del Carmen, advocación mariana que también era y es adorada por los marineros.
La efigie es de autor anónimo, del estilo barroco, sólo se sabe que fue donada en el siglo XVIII por una monja llamada Lucero. Está hecha con “tela encolada, encarnada, maguey”, tal como reza la ficha de catalogación del Ministerio de Culturas. Desde mediados del siglo XVIII fue objeto de veneración en la procesión del 16 de julio, como rememoranza de su aparición al penitente Simón Stock en el Monte Carmelo.
Fue ésa la fecha escogida por Murillo y su séquito. “Si bien los patriotas se declararon contra la Corona, no criticaron la existencia de la fe católica, sino que usaron este discurso católico para llegar al conjunto de la sociedad paceña que tenía un fuerte arraigo católico y cristiano”, expresa Mendoza.
Tras la procesión, a las 7 de la noche, se inició la rebelión. Luego, los insurrectos le dieron a la Virgen el título de capitana, protectora, patrona de la “santa causa”, y la engalanaron con los símbolos revolucionarios: el bastón de mando, el sombrero tricornio, emblema de la República; al igual que al Niño Jesús que lleva en manos.
Pero con la caída de los insurgentes a manos de José Manuel de Goyeneche, la santa igual vivió su calvario. El obispo Remigio la Santa y Ortega, tras volver de su exilio en los Yungas, desde donde organizó una guerrilla y excomulgó a los revolucionarios para que se quemen en el infierno, tomó represalias contra ella por haberlos apoyado, y la sometió a un juicio por el delito de rebelión “a la Reina de los Cielos”.
La imagen de la patrona paceña fue trasladada desde su iglesia al templo de San Agustín. Allí la despojaron de los símbolos que le habían impuesto los insurrectos. Con la cabeza desnuda ingresó a la capilla, donde permaneció en situación de recluida hasta el día siguiente, cuando fue liberada tras la rogativa pública. Se le hizo una misa de expiación o purificación y fue devuelta con su corona original a su casa.
Desde entonces, la efigie nunca más abandonó el recinto, salvo cada 15 de julio por la noche, cuando es llevada a la Catedral para esperar la procesión del día siguiente. Aparte, en los años 90 del siglo pasado, las carmelitas dejaron el antiguo monasterio que las acogió por más de 250 años, pero aún cumplen con la misión de vestir y arreglar en el sitio a la escultura para los actos por la gesta independentista.
El templo del Carmen igual es patrimonio religioso, y monumento nacional. El santuario sigue el estilo barroco mestizo y su portada es de piedra caliza labrada. Al interior, explica Mendoza, posee tres “retablos dieciochescos y con un Cristo crucificado de talla”. Y resalta el “frontal de plata que junto con las gradillas, el sagrario y el repositorio, es una de las piezas de platería más notables” del virreinato del Perú.
El alma militar de la patrona
El frontis porta el sello del escudo carmelitano, un símbolo del carácter militar de la patrona para proteger el reino divino, ya que en la parte superior descubre un brazo que sujeta una espada. A la vuelta del sable se lee la inscripción en latín Zelo zelatus sum pro domino deo exercituum, o sea: “Me consume el celo por el Señor, Dios de los Ejércitos”, leyenda que se encuentra labrada en el pórtico pétreo de la iglesia.
La Virgen Revolucionaria acumuló más títulos en sus tres siglos de estancia en el país. El primero se lo confirió el mismísimo Papa Pio IX en 1851, como Patrona de Bolivia, ratificado por el Gobierno un año después. En 1948, fue proclamada Generala y Patrona de las Fuerzas Armadas de la Nación. En 1964, los beneméritos del regimiento Illimani en la Guerra del Chaco, la reconocieron también como su patrona.
En cuanto a sus fieles, la cofradía de Nuestra Señora del Carmen se extinguió con el tiempo. Hoy se habla de contadas sobrevivientes, personas ancianas que solamente aparecen en las veneraciones del 16 de julio. No obstante, germina una nueva organización liderada desde el 2000 por Álvaro Ferreira y Lizeth Gutiérrez. Son decenas de personas que se encargan de cuidar a la Virgen, junto a las carmelitas.
Todas llevan el escapulario café carmelitano. “Para estar en la cofradía es necesario ser católico, amar y querer a la Virgen María del Carmen y presentar fotocopia de carnet y una solicitud diciendo que se quiere ser parte de este grupo, y no fallar los primeros lunes de cada mes para rezar el rosario y capacitarnos”, informa Álvaro. “El vivir con María, para María y por María es nuestro objetivo”, complementa Lizeth.
La meta a corto plazo de este grupo es tomar la batuta en los aprestos y la organización de la procesión juliana; además de llevar en andas a la mamita, lo que desde hace tres años es realizado por la Orden de los Caballeros del Santo Sepulcro, luego de que los militares dejaron de cumplir con esta labor hacia su Generala, porque la Constitución que fue aprobada en el 2009 estipula la vigencia del Estado laico.
Los Caballeros del Santo Sepulcro fueron determinantes en la solicitud para el nombramiento patrimonial de la santa. Su presidente, Ruddy Aponte, señala que la Virgen “es la mamá de todos los católicos. Eso nos ha motivado. Y tenemos el privilegio de llevarla en andas”. No obstante, la cofradía de Nuestra Señora del Carmen ya cuenta con el aval de los encargados del templo y ahora van por el del Arzobispado.
La imagen está muy retocada
Pero a pesar de los cuidados, la imagen de la Virgen tiene problemas de salud. Así lo asegura el último “médico” que la auscultó, Roberto Montero, restaurador del Ministerio de Culturas, quien le hizo un tratamiento de conservación preventiva antes de su posesión como patrimonio. El experto relata que en la revisión se notó un fisuramiento en brazos y pies, por lo cual los primeros se encuentran enyesados.
Ahora la efigie tiene pintados zapatos nuevos cafés, que cubren a los negros originales. Posee tres capas de pintura y la última con chapas es reciente. “Se eliminó los repintes del borde de los ojos, que tenían una especie de rimel negro intenso, incluso habría perdido las pestañas. Le habían puesto coloretes en las uñas, que se los tuvo que quitar para mostrar el color original”.
Montero diagnostica que la estatua está muy retocada, que luce lozana por fuera, pero que precisa un examen de rayos X para ver si está bien de salud por dentro, porque puede tener quebrado el eje central, que es de madera rígida. Recomienda no limpiarla con perfume, como algunos hacen, ni manejarla con la mano desnuda, sino con guantes, para que el sudor de las manos y la grasa humana no la deteriore.
Por ahora, la Virgen Revolucionaria es celosamente custodiada para evitar robos como antaño. Es misión imposible mirar el baúl donde guardan sus atuendos y joyas. Sólo sale cada 15 de julio por la noche para reencontrarse con 11 de sus protegidos, incluido Murillo, cuyos restos se hallan en urnas de bronce veladas al interior de iglesia de San Francisco, donde una advocación suya las protege como hace 202 años.
El mes del patrimonio
La Alcaldía de La Paz celebra por segundo año consecutivo la campaña denominada “Octubre patrimonial”, que pretende la difusión, concienciación y revalorización por parte de la ciudadanía del patrimonio tangible e intangible de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz. Se tiene un programa amplio que integra la presentación de documentos históricos, exposiciones, eventos culturales, paseos turísticos, etcétera. El emprendimiento municipal se concatena con el mes que recuerda la fundación de La Paz, ocurrida el 20 de octubre de 1548 en la localidad de Laja, por parte del capitán español Alonso de Mendoza.
Precisamente, la Virgen del Carmen fue declarada este año patrimonio histórico y religioso de la urbe, al igual que la procesión que recuerda la revolución del 16 de julio. La imagen llegó de España, y también se conoce que es patrona de los marineros.
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