Una protesta por el nuevo ataque contra una iglesia copta en el sur de Egipto ha devuelto la violencia a las calles de la capital donde cientos de cristianos mantenían anoche enfrentamientos con el Ejército.
El incendio de un templo en Merinab, un pueblo perteneciente a la turística región de Asuán, motivó la convocatoria de una manifestación que secundaron miles de cristianos coptos en El Cairo, y que terminó en violentos enfrentamientos con el Ejército.
A las 10 de la noche las cifras de fallecidos variaban entre al menos 19 personas, según fuentes médicas citadas por Reuters, y 21 (17 manifestantes y cuatro soldados) según fuentes de las fuerzas de seguridad citadas por Efe. Los heridos superaban el centenar.
Frente al Maspero, la sede de la televisión estatal donde habitualmente realiza sus reivindicaciones esta minoría religiosa, se reunieron miles de personas que pedían el castigo para los culpables de los ataques contra los cristianos, así como protección para los miembros de esta confesión. Los coptos son un 10% de la población de Egipto. La mayoría se había concentrado en el barrio se Shubra donde vive una importante comunidad cristiana y desde allí, liderados por sacerdotes coptos se desplazaron al centro de la ciudad.
La versión oficial, opuesta a la de los manifestantes, señala que una vez allí estos lanzaron cócteles molotov y dispararon contra el edificio y que los militares (que tienen presencia permanente y tanques en el Maspero), intervinieron para evitar daños. La televisión, citada por France Presse, mostró a un militar que declaraba: “Han disparado a mi compañero. Estaba a mi lado (...) ¡Cristianos hijos de perra!”.
Los participantes, por su parte, acusaron a los baltagueya, matones del depuesto régimen de Hosni Mubarak, de atacarlos e intentar sembrar el caos y a la televisión estatal de mentir a los ciudadanos al no dar el número de manifestantes que podrían haber muerto en los choques. La figura de estos camorristas, que atacan propiedades y personas para culpar después a los manifestantes, ha acompañado todas las manifestaciones que se han llevado a cabo tras la revolución.
Los disturbios llegan en un clima confuso respecto al futuro político del país que espera celebrar a finales de noviembre sus primeras elecciones legislativas tras la caída de Hosni Mubarak en febrero pasado.
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