La tradición perdura por el afecto que se mantiene a los parientes y amigos que “partieron antes”. También es el inicio del jallupacha o tiempo de lluvia en el ciclo agrícola.
EDWIN CONDE VILLARREAL
Cambio
Al finalizar —en el ciclo agrícola— el awtipacha o tiempo seco, a comienzos de noviembre, cuando se inicia el jallupacha o tiempo de lluvia, se celebra una festividad tradicional que tiene su origen en la época prehispánica, se la denomina Todos Santos, es el encuentro con los ajayus o espíritus de los familiares o amigos que ya fallecieron, el acontecimiento es motivo de un festejo que se produce en el akapacha, el tiempo y espacio del mundo de los vivos.
Este año, la celebración tendrá una particularidad, la noche del lunes 31 de octubre, el Cementerio General romperá con la cotidianidad de su entorno. El ingreso principal se abrirá al público desde las 19.00 —en una actividad organizada por el municipio local— para ser parte del circuito turístico gratuito que busca revalorizar el patrimonio cultural del camposanto (el arquitectónico y escultórico de los mausoleos).
Los amautas o sabios aymaras aseguran que entre el 1 y 2 de noviembre de cada año, cuando se celebra Todos Santos, los ajayus retornan para un encuentro con los parientes y amigos vivos.
La tradición incluye la instalación de una mesa con las fotografías de los difuntos, en ella se colocan una serie de objetos además de alimentos y bebidas tradicionales. La costumbre del pueblo es recibir los espíritus de los seres queridos, una actividad que necesariamente se cumple de forma colectiva.
En el área rural se acostumbra colocar las mesas —adornadas con cuatro cañas— en la plaza principal, lo que motiva la participación de la comunidad.
Las tantawawas, o panes con la representación antropomorfa de personas, representan a los fallecidos. Su elaboración es todo un afán entre las familias que aún mantienen la tradición, que se transmite por generaciones.
Pese a que la celebración tradicional no se relaciona con la fiesta de halloween, que tiene su origen en la cultura celta, ambas expresiones se manifiestan en La Paz. La descolonización nos permite abrirnos a lo foráneo sin perder nuestra identidad. Se cree que los ajayus en su visita intentan comunicarse por el afecto que perdura entre los familiares.
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