Benedicto XVI mantuvo hoy un encuentro ecuménico con las iglesias alemanas protestantes, en el que elogió a Martin Lutero, las invitó a potenciar lo que las une a los católicos y expresó su "perplejidad" por el avance de las iglesias pentecostales y sectas evangélicas.
En una jornada de marcado carácter ecuménico, el papa Ratzinger viajó en su segundo día de estancia en su país a Erfurt, en la Alemania ex comunista, lugar donde estudió y ejerció Martín Lutero (1483-1546), impulsor de la reforma protestante de 1521, cuya figura volvió a ensalzar Benedicto XVI.
"Como Obispo de Roma, es para mí emocionante encontrarme en el antiguo convento agustino de Erfurt con los representantes del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania. Aquí, Lutero estudió teología y fue ordenado sacerdote en 1507", manifestó el papa, que resaltó que "Dios fue la pasión profunda y el centro de la vida y del camino" del agustino.
El papa teólogo señaló que el pensamiento de Lutero y toda su espiritualidad "eran completamente cristocéntricos" y que la "candente pregunta" que se hacia ¿Cómo se sitúa Dios respecto a mí, cómo me posiciono yo ante Dios?; "debe convertirse otra vez y de un modo nuevo en una pregunta nuestra".
En esas palabras, los observadores vaticanos vieron una "apertura" del papa hacia las preguntas que se hizo Lutero hace casi 500 años y que acabaron rompiendo con Roma e impulsando el protestantismo.
Benedicto XVI que ya en su primer mensaje como papa dijo que no ahorraría energías en aras de la unidad de los cristianos, aunque está convencido de que la unidad no es cosa de un día, dijo hoy que en estos momentos lo más necesario para el ecumenismo es no perder las grandes cosas que tienen en común.
"La cosa más importante para el ecumenismo es que, presionados por la secularización, no perdamos las grandes cosas que tenemos en común", afirmó al considerar que "fue un error haber visto mayormente aquello que nos separa y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo antiguo".
En referencia a la unidad, señaló que "no serán las tácticas las que nos salven, las que salven el cristianismo, sino una fe pensada y vivida de un modo nuevo, mediante la cual Cristo, y con Él, el Dios viviente, entre en nuestro mundo".
El Pontífice abogó para que los cristianos reconozcan la comunión, unidad, "como nuestro fundamento imperecedero". "Por desgracia, el riesgo de perderla es real. En los últimos tiempos, la geografía del cristianismo ha cambiado profundamente.
Ante una nueva forma de cristianismo que se difunde con un inmenso dinamismo misionero, a veces preocupante en sus formas, las Iglesias confesionales históricas se quedan frecuentemente perplejas", denunció el papa, en alusión a las iglesias pentecostales y las sectas evangélicas.
El papa Ratzinger subrayó que se trata de un cristianismo de "escasa densidad institucional, con poco bagaje racional, menos aún dogmático, y con poca estabilidad".
Pero agregó que ese fenómeno "mundial" obliga a preguntarse "qué es lo que permanece siempre válido y qué puede o deba cambiarse ante la cuestión de nuestra opción fundamental en la fe".
El papa se refirió a la misericordia de Dios y denunció que los hombres que tanto apelan a la misma están "destruyendo" el mundo con la corrupción, con el poder de la droga "que se nutre del ansia de vida y de dinero y de la avidez de placer de quienes son adictos a ella".
"¿Acaso no está amenazado el mundo por la creciente tendencia a la violencia que se enmascara a menudo con la apariencia de una religiosidad?, se preguntó.
Benedicto XVI volvió a denunciar el mundo "secularizado" actual y dijo que la ausencia de Dios en nuestra sociedad "se nota cada vez más" y está más relegado a la esfera privada.
El papa aseguró que no se debe "adulterar" la fe, "para ser modernos", sino vivirla íntegramente".
Benedicto XVI denunció que actualmente cada persona tiene una "ética personal" y pidió a los protestantes que defiendan juntos la "dignidad inviolable del ser humano, desde la concepción hasta la muerte" y se opongan a la eutanasia.
Tras el encuentro, Benedicto XVI y los líderes religiosos protestantes celebraron en el exconvento de los agustinos un acto ecuménico en el que un obispo evangélico leyó el salmo 164 en la traducción que hizo Lutero sobre la común vocación cristiana para alabar a Dios.
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