lunes, 27 de junio de 2016

Una radio desafía el ramadán con un menú de tres dólares

Una emisora de Damasco propone a los oyentes elaborar un menú a tres dólares para la ruptura del ayuno del ramadán, todo un desafío en una ciudad con los precios por las nubes debido a la guerra.

En Radio Sham, Diala Hasan acostumbraba a presentar recetas festivas en su programa gastronómico Pan y sal durante el ramadán. Pero este año, con una libra siria que toca mínimos, el programa cambió de nombre: ahora se llama Ramadán de los pobres y Diala Hasan sugiere un iftar (comida de ruptura del ayuno) de tres dólares.

"Aconsejamos platos económicos adaptados a los ingresos del ciudadano sirio”, explica a la AFP la presentadora de 26 años. Se descarta "la carne de ternera, las especias caras e incluso las almendras”, precisa.

"A veces sin éxito, porque en algunos menús no se puede prescindir de carne o de piñones”. Diala Hasan se ajusta a los salarios en las zonas controladas por el régimen, con la depreciación de la libra, que perdió más del 90% de su valor con respecto al dólar.

Los precios son tan altos que las asociaciones caritativas casi han duplicado en los últimos tres años la cantidad de comidas distribuidas durante el ramadán.

"Repartimos 130 mil comidas en 2013 y 230 mil en 2015. Pero este año podríamos alcanzar las 500 mil”, declara a la AFP Isam Habal, director de la oenegé Saed (Ayudad). "Nadie se ha librado de la crisis, ha afectado tanto a ricos como a pobres”, asegura.

En el casco antiguo de Damasco, a la sombra de la conocida mezquita de los Omeyas, un centenar de voluntarios de la oenegé lanzó este año la iniciativa "No al hambre”.

Cocinan arroz con carne en grandes ollas. Hombres y mujeres rallan pepino para añadirlo a una ensalada de lechuga y zanahoria. "Cada año adicional de guerra, necesitamos más voluntarios porque hay más pobres”, lamenta Tareq, de 24 años.

Un informe de la ONU publicado a finales de abril estimó que 83,4% de los habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza, contra el 28% antes de la guerra. Rida Saleh, su esposa Um Hasan y su hijo, desplazados de Mleiha, un bastión rebelde al este de Damasco, forman parte de estos pobres.

En su pequeño apartamento del casco antiguo de la ciudad, el iftar se limita a calabacines rellenos de patatas, un bol de fattoush (ensalada) y un plato de ful (habas). Antes de la guerra eran entrantes. "Muchos platos y bebidas han pasado a ser un lejano recuerdo”, lamenta Rida, de 49 años.

"Es el primer año que nos privamos de postre”, dice. "Incluso la fruta es un sueño, y ahora toda la familia comparte dos manzanas”, suspira Um Hasan.

En las pastelerías de Damasco, el orgullo local por la calidad de sus manjares, los clientes escasean. En Midan, un barrio del sur de Damasco, Ahmad Qaysar, un pastelero de 30 años, se queja de que "las ventas han caído a la mitad debido a la subida de los ingredientes para la preparación de los dulces orientales”.



"Ramadán o no, ayunamos todo el año”

En Midan, un barrio del sur de Damasco, Ahmad Qaysar, un pastelero de 30 años, espera. "He heredado este oficio de mi padre y de mi abuelo, nunca había tenido una temporada como ésta”.

"Las ventas han caído a la mitad debido a la subida de los precios de los pistachos, del smen (mantequilla), de la sémola y de la harina”, ingredientes para la preparación de los dulces orientales, explica Ahmad.

En otra tienda, Chawkat Qornfola está desolado. "A mis nietos les encantan los pasteles pero no puedo comprar el kilo de mamul (dulces rellenos de dátiles, pistachos y nueces) a 40 dólares”, dice este hombre de 67 años.

"Me contentaré con barazek (galletas de pistachos y sésamo)”. Un iftar frugal, y con menos invitados. "Antes de la guerra, cada viernes invitábamos a gente, pero ya no nos lo podemos permitir”, afirma Riad Mahayni, un funcionario de la compañía de aguas que pasó de ganar el equivalente a 600 dólares mensuales antes de la guerra a 65 ahora.

"Debido a los precios, ramadán o no, ayunamos todo el año”, protesta Mohsen, un vendedor de pistachos apoyado en una pared de la ciudadela de Damasco.

De Arabia Saudita a Indonesia, más de 1.000 millones de musulmanes celebran el ramadán, una fiesta que se anuncia de nuevo difícil en los países en guerra como Siria.

Pilar del islam

Celebración En el ramadán, uno de los cinco pilares del islam, miles de fieles dejan de beber y de comer hasta el anochecer, como lo establece el Corán para el mes sagrado. En junio, el ayuno es considerado como un esfuerzo espiritual y una lucha contra los placeres terrestres durante el día, pero cuando el sol se pone, empieza la fiesta con comidas colosales.

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