Ciertamente todos hemos leído los diez mandamientos. Incluso los hemos aprendido de memoria. Pero, pocos sabemos que aquellos que según la Biblia escribió Dios con su dedo se extraviaron y probablemente fueron destruidos. De modo que nadie sabe lo que en esas tablas de piedra estaba escrito.
De acuerdo al Éxodo y Deuteronomios, Dios dio a Moisés dos tablas de piedra con los mandamientos escritos en ellas, la tradición católica cree que fueron diez, pero la Biblia no dice nada al respecto. Estas dos tablas fueron destruidas por el propio Moisés. Así que Moisés labró dos nuevas tablas, muy similares a las origi-nales, y volvió a subir al monte Sinaí, donde Dios escribió con su dedo los mandamientos nuevamente.
Esas tablas fueron recibidas por los sabios del pueblo judío y por orden de Dios se las puso en un Arca. Ante la invasión de los babilonios dirigidos por el Rey Nabucodonosor, que destruyeron el primer templo judío en el año 586 a. C., las tablas fueron trasladas previsoramente por Jeremías al monte Nebo con el Arca de la Alianza que las contenía junto a la vara de Aarón que reverdeció y el Maná que caía en el desierto, tal como está descrito en 2 Macabeos 2:4-8.
Lo que sucedió después con el Arca es un misterio. Quizá fue llevada al Templo reconstruido por los judíos bajo el liderazgo de Zorobabel. Se piensa que el Arca, el Urim, el Thumim, el óleo y el fuego sagrados, fueron destruidos junto con el segundo Templo judío por los romanos a la cabeza de Tito el año 70.
Hay quienes creen que el Arca Sagrada permanece escondida en el monte Nebo. Otros creen que el Arca llegó hasta Europa o África. Se dice incluso que los caballeros templarios la llevaron junto a la familia del noble Sinclair a la Isla del Roble en Escocia.
Aunque existen muchos otros mitos en torno al destino de las tablas de la Ley, tal como el descrito en la película de Steven Spielberg “Indiana Jones y Los cazadores del Arca Pérdida” no hay ningún indicio de que ellas todavía existan.
Por tanto, no se sabe qué decían esos diez o más mandamientos transcritos en las tablas de Moisés. Sí se sabe que los mandamientos no fueron copiados en ninguna parte, ni recogidos textualmente en la Biblia, ya que los judíos los consideraban textos sagrados, que sólo podían ser leídos por personas debidamente capacitadas. No hay que perder de vista que para los judíos está prohibido escribir el nombre de Dios y también su obra.
Además, los mandamientos no fueron copiados, debido a los misteriosos poderes radioactivos o electromagnéticos que se atribuyeron al Arca, los cuales según las leyendas diezmaron poblaciones enteras antes de que sea trasladada al Templo de Salomón.
Los judíos creen que los diez mandamientos fueron reinterpretados por los escribas de la Biblia en varias normas dispersas. Con este criterio consideran que las Mitzvot conocidos en español como mandamientos divinos, son en realidad 613. Según ellos se pueden contabilizar estos mandamientos en la Torá (Pentateuco o primeros cinco libros de la Biblia).
Los Católicos con base al Éxodo 20 y las enseñanzas de Filón de Alejandría, que aseguraba que los manda-mientos estaban escritos cinco en cada tabla, y San Agustín, que creía que tres estaban escritos en la primera y siete en la segunda, elaboraron un catecismo donde aparecen diez man-damientos brevemente re-sumidos y, citando el Evan-gelio de Mateo 22; 37-40 dicen que: “Estos Diez Mandamientos se encie-rran en dos; amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.
A partir del Éxodo 34:14 hasta 34:27 son brevemente explicados quince mandamientos, que la Iglesia ca-tólica no consideró cuando estableció su catecismo en la edad media, entre los que se incluye el sacrificio de los hijos primogénitos.
Los protestantes se ciñen al texto del Éxodo 20, de forma que para ellos el cuarto mandamiento es el tercero de los católicos. Pero, la mayor discrepancia se refiere al mandamiento de las imágenes. Aunque la prohibición es expresa en el texto bíblico (Cfr. Éxodo 20:4y5), la tra-dición católica considera desde el segun-do concilio de Nicea del año 787 que la encarnación equivale a una revocación práctica de aquella prohibición judía.
Los Diez mandamientos que conoce-mos, son el resultado de la interpretación medieval de una pequeña parte del Anti-guo Testamento. Nos ense-ñan el carácter divino con el que se impusieron nor-mas básicas y simples a poblaciones enteras, nece-sarias para la vida en so-ciedad. Ponen de relieve los deberes esenciales y, por tanto indirectamente, también los derechos fun-damentales relacionados con la vida, la familia y la propiedad.
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