Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como la Madre Teresa de Calcuta, amanecía el 5 de septiembre de 1997 con fuertes dolores torácicos y dificultad al respirar. Tras haber sufrido a lo largo de 1996 multitud de problemas de corazón, que se solventaron con varias operaciones, el corazón de la Madre Teresa no pudo más y sobre las seis de la tarde un infarto se llevó consigo a los 87 años a la defensora de los más desfavorecidos.
La salud de la beata había empeorado notablemente en los últimos años. Aparte de los problemas de corazón, también padecía problemas pulmonares, que agravaban las complicaciones cardíacas. La mayor decadencia la sufrió cuando en 1993 contrajo la malaria, y ese mismo año se rompió tres costillas en Roma. Dos años después se rompía la clavícula, la malaria seguía minando su salud y los problemas cardíacos aumentaban. Tal era el empeoramiento que Henry Sebastian D'Souza, arzobispo de Calcuta, achacaba todas esas dolencias al maligno y ordenó un exorcismo sobre la Madre Teresa.
En 1946 experimentó la "llamada" de Dios
Nacida en Albania pero naturalizada en la India, Agnes Gonxha había dedicado su vida a los menos privilegiados. En 1928 inició su noviciado en Darjeeling, en 1931 hizo sus votos de pobreza, castidad y obediencia como monja y fue trasladada a Calcuta. Aunque ya había decidido hacia dónde quería encaminar su vida, no fue hasta 1946 cuando la Madre Teresa experimentó la "llamada" definitiva que haría que se dejase el cuerpo y el alma en ayudar a los demás. "Estaba por dejar el convento y ayudar a los pobres meintras vivía entre ellos. Fue una orden. Fallar habría significado quebrantar la fe", explicaba la monja acerca de esta decisión.
En 1950 fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, que trataría de cuidar a "los hambrientos, los desnudos, los sin hogar, los lisiados, los leprosos, toda esa gente que se siente indeseada, rechazada, sin cariño, para traerlos de vuelta a la sociedad, esa sociedad para la que se han vuelto una carga y los evita", según palabras de la propia Madre Teresa. Aunque quiso dimitir en 1990, las monjas de la orden no dejaron que eso ocurriese y siguió al frente de la congregación hasta 1997, cuando María Nirmala Joshi tuvo que tomar el mando debido a la afectada salud de la fundadora.
El milagro que la llevó a la beatificación
Su labor humanitaria no pasó desapercibida ante el mundo y el reconocimiento internacional más importante llegó con el Nobel de la Paz en 1979. Recibió numerosos premios y galardones a lo largo de su vida pero el más valioso llegaría tras su muerte, cuando el Papa Juan Pablo II la proclamó Beata en 2003 ante la atenta mirada de 300.000 personas en la Plaza de San Pedro.
Si bien la beatificación ya había sido considerada con su muerte, fue en 1998 cuando un suceso inexplicable se la otorgó casi automáticamente. Mónica Besra, que tenía un tumor en el abdomen, sanó el 5 de septiembre de 1998, después de que una de las hermanas que la cuidaba colocase sobre su abdomen una imagen de la Virgen María, que antes había estado sobre la túnica de la Madre Teresa. Este hecho fue puesto en duda por gran parte de la sociedad e incluso el marido de la afectada aseguró que la curación se debía al tratamiento que la enferma había seguido durante un largo periodo de tiempo.
Su fallecimiento causó gran revuelo a nivel internacional e inmediatamente después de conocerse la noticia comenzaron las muestras de admiración. El Gobierno indio le realizó un funeral de Estado y el cuerpo recorrió la ciudad en el mismo carruaje que anteriormente portaría los féretros de Gandhi y Nehru. Hoy se cumplen 15 años de su muerte, pero la vida y obra de esta monja albanesa nunca será olvidada
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