Por primera vez en su historia el Vaticano descubre algunos de sus incontables secretos, con una exposición en Roma de valiosos documentos que marcaron la historia de Occidente, entre ellos la Bula papal con la que se dividió América entre España y Portugal.
La inédita exposición de un centenar de documentos, que salen por primera vez de los legendarios Archivos Secretos Vaticanos, lleva el título "Lux in Arcana" y permanecerá abierta hasta el 9 de septiembre.
La muestra, organizada con ocasión de los 400 años de la creación de esos archivos por el papa Pablo V, expone en el Capitolio de Roma, la renacentista sede de la alcaldía, importantes documentos de los siglos VIII al XX. Montada sobre elegantes paneles negros, con un sistema multimedial didáctico en inglés e italiano y de fácil acceso al público, la muestra presenta actas, decretos, pergaminos de oro y manuscritos de numerosos pontífices a lo largo de doce siglos, algunos de los cuales han suscitado curiosidad y originado leyendas sobre el poder oscuro y terrenal de la Iglesia.
Entre los documentos importantes expuestos figura el pedido dirigido a Clemente VII, en 1530, firmado y sellado por 83 lores ingleses, en el que se solicita que se anule el matrimonio de Enrique VIII con Catalina de Aragón, así como la angustiosa solicitud de pago firmada de puño y letra por Miguel Angel mientras construía la basílica de San Pedro.
La muestra se abre con un documento más que impactante, las actas del juicio a Galileo Galilei (1564-1642), un grueso volumen de 87 páginas con el proceso que le abrió el Santo Uficio de la Inquisición e incluye la temblorosa firma de la abjura a sus ideas del astrónomo, filósofo, matemático y físico italiano, considerado el padre de la ciencia moderna.
Muchos de los documentos expuestos cambiaron la historia, como la bula pontificia con el decreto de excomunión del teólogo y fraile alemán Martín Lutero, en enero de 1521, con el que se sella la ruptura completa con Roma, lo que condujo a guerras de religión fratricidas en Europa.
Sorprende la bula "Dictatus Papae" de Gregorio VII, publicada en 1075, con las 27 axiomas que establecían que el pontífice era el emperador del Sacro Imperio, señor absoluto de la Iglesia y del mundo, y que la Iglesia romana no erró ni errará jamás. Resalta, por su increíble fragilidad, la carta escrita en una corteza de abedul por Pierre Pilsemont, jefe de la tribu de indios americanos de Ojibwe, conocidos como Chippewa, al papa León XIII, en el que le llama "Gran maestro de las plegarias, que hace las funciones de Jesús" y le agradece por sus oraciones.
Entre las maravillas que el público puede admirar figura la carta de seda bordada con sello imperial escrita por la emperatriz china Wang, quien se convirtió al catolicismo en 1650 y la llamada "bula de partición" con la que el Papa Alejandro VI concedía a los reyes católicos en 1943 "todas las tierras descubiertas y por descubrir" al oeste de una línea imaginaria entre el Polo Norte y el Polo Sur.
La selección, hecha entre los 85 kilómetros de documentos que conforma el mítico archivo, fue "drástica y dramática", admitieron los organizadores, que titularon una sala "Habemus papam" en la que se exhiben papeletas, normas y verbales que se emplean en los cónclaves para la elección del Papa.
La muestra fue inaugurada este miércoles por el número dos del Vaticano, el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, quien reconoció que se trata de un evento especial, ya que salen excepcionalmente del palacio apostólico con el fin de llegar a un público más amplio.
"Lo que más impacta es la verdad histórica", reconoció el purpurado, que autorizó exponer documentos del pontificado de Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial, en los que se rinde homenaje de alguna manera a las víctimas del nazismo.
Entre ellos una carta del nuncio Francesco Borgongini-Duca al término de las visitas en 1941 a siete campos de concentración de Italia, en la que le agradece al Papa la ayuda dada a los detenidos. Un escrito que defiende la actitud de ese pontífice, acusado por historiadores de haber guardado silencio frente a los horrores del Holocausto.
La secretaría de Estado autorizó la exposición de tales documentos pese a que los archivos relativos a los años que van de 1939 a 1958 están cerrados y pueden ser consultados sólo en casos especiales.
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