Conciertos de jazz, cafeterías "espirituales" o incluso personajes manga son algunos de los recursos empleados por ramas budistas en Japón para combatir el creciente desinterés por la religión y llenar de nuevo los templos.
Cerca de 87 de los 128 millones de japoneses afirman ser budistas y, de ellos, la gran mayoría son a la vez sintoístas, puesto que estas dos religiones han convivido en el archipiélago desde hace 1.500 años y durante esos siglos han entrelazado sus ritos y tradiciones.
Pero, aunque el sincretismo religioso empapa innumerables aspectos de la cultura nipona, lo cierto es que en Tokio y otras ciudades las visitas a los templos se reducen a festivales, bodas o funerales, especialmente entre los más jóvenes.
Para promocionar el budismo han nacido proyectos como el "Tera Cafe", situado en una zona comercial de Tokio que pasaría por una más de no ser porque su entrada la preside un gran "torii", el arco que se alza ante los santuarios como puerta al mundo espiritual.
En este caso el "torii" sirve para llamar la atención y atraer clientes a este moderno y muy terrenal local, decorado a la última, que anima a probar su menú vegetariano y que está gestionado por los responsables de una de las escuelas budistas presentes en Tokio, la de la rama "Jodo Shinshu".
A un lado de la cafetería dos jóvenes reparten incienso y folletos, que explican cómo en la cafetería se reúnen para "desintoxicar cuerpo y mente" y escuchar, cantar o aprender a escribir sutras (textos sagrados).
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