domingo, 5 de abril de 2015

Copacabana Fieles cumplen penitencias y deseos en la cima del Calvario

Con piedras en los bolsillos y haciendo nudos en el pasto o la paja brava, cientos de personas suben al Calvario de Copacabana. En la cima no sólo cumplen la penitencia por los pecados, sino que piden deseos y compran miniaturas para que -esperan - la Virgen les conceda pronto.
Desde las primeras horas del Viernes Santo los penitentes suben, sin descanso, a la cima del Calvario por un empinado y dificultoso camino de rocas. En su recorrido lanzan pequeñas piedras a las cruces, que marcan las 14 estaciones de la Pasión de Cristo, para ver si sus pecados serán perdonados.
"Hay que rezar y luego lanzar las piedras. Algunos lo hacen de espaldas y otros de frente y si tu pecado es perdonado, la piedra se queda sobre la cruz. Antes hay que limpiarse todo el cuerpo con las piedritas”, explica una de las vendedoras que por un boliviano vende pequeñas bolsas con piedras y una imagen de la Virgen.
A los costados del camino, con el mismo fin, otros tratan insistentemente hacer nudos en la paja brava o en las hierbas con una sola mano. De lograrlo, uno puede estar seguro de haber sido absuelto de su falta.
A las 6:00 y a las 15:00 dos Vía Crucis son dirigidos por los padres franciscanos para que los fieles puedan revivir la pasión de Cristo y reafirmen su fe. En cada estación un Padre Nuestro y un Ave María acompañan el arrepentimiento por las transgresiones cometidas y todos piden en bien de la humanidad.
"Primera estación. Cristo es declarado culpable. Pedimos por todos aquellos que son perseguidos injustamente, por los perseguidos políticos, por los muertos en la guerra, por las víctimas de trata y tráfico, los acusados injustamente y por las mujeres víctimas de feminicidio”, pide el Padre al reunir a los feligreses e iniciar el recorrido.
A pesar del cansancio "no deben sentarse” recomienda una de las penitentes. Explica que todo el Calvario debe hacerse sin descansar, de lo contrario se debe volver a empezar.
Después de un recorrido de reflexión, con las piernas temblorosas se logra llegar a la cima. El olor a velas e incienso marca la hora de las peticiones. Decenas de puestos ofrecen casas, autos, negocios y terrenos.
"He venido a pedirle a la Virgen que me ayude a conseguir una casita para mi hijo. Ya tenemos el terreno, sólo queremos que la Virgen lo bendiga y nos conceda lo que hace falta para construir la casa y poder poner un negocio. Ya le pedimos el capital el año pasado y nos lo ha dado”, señala Elvira Peralta.
Detrás del Calvario yatiris y amautas encienden coetillos para espantar a los malos espiritus y ch’allar la compra de terrenos y otros bienes. Otros ven la suerte, llaman el animo de los niños o simplemente sauman a los peregrinos que llegaron a pie.
"Hay que llamar el ánimo de los caminantes, en el camino se asustan o pisan mal lugar ”, explican.

Las piedras que predicen la muerte
En la décima estación, en medio del calvario, dos especies de túneles en medio de unas piedras gigantescas tienen la fama de predecir la muerte de las personas. Como ensartando una aguja una hilera de personas pasan por en medio de las rocas.
"Hay que pasar por los huecos. Dicen que al pasar las piedras a uno lo agarran y el que se tranca morirá pronto”, indica una de las fieles, Nancy Sarmiento.
Explica que los jóvenes no temen a la muerte y pasan sin miedo. "Los mayores ya no nos atrevemos a pasar por que si nos trancamos sabremos que nos iremos pronto”, dice.
Al salir de entre las piedras el alivio en los rostros de los osados es notorio.

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