domingo, 3 de junio de 2012

La Edad de Jesús al morir

SUMANDO LOS TRES AÑOS DE SU ACTIVA E INTENSA LABOR DE MILAGROS Y ENSEÑANZAS, ES LÓGICO SUPONER QUE ÉL MURIÓ A LOS 33 AÑOS.

La edad de una persona es propia de su existencia personal, independiente del calendario y del reloj, adminículos que el ser humano ha construido para ordenar sus actividades vitales, intelectuales y espirituales. En el caso de Jesús, nada influye en su vida, enseñanzas, obras, muerte y resurrección, el error de quienes fijaron la fecha .y año de su nacimiento, basándose en una referencia equivocada de dos censos efectuados por una misma autoridad, existiendo entre el primero y segundo un intervalo de seis a siete años.



El evangelista Lucas, en el prólogo de su Evangelio, afirma haber efectuado una investigación minuciosa desde los orígenes para que se conozca la solidez de las enseñanzas de los que fueron testigos oculares y servidores de la Palabra (Jesús). Es natural que la madre de Jesús le haya hecho conocer aspectos personales de su hijo, pues Lucas es el único de los cuatro evangelistas que relata algunos hechos de la infancia de Jesús. Esa fuente hizo que Lucas al exponer la genealogía de Jesús le asignara unos treinta años de edad al inicio de sus actividades. Sumando los tres años de su activa e intensa labor de milagros y enseñanzas, es lógico suponer que él murió a los 33 años.



LA CENA: EL VIERNES

Considerando que el pueblo judío se regía por el calendario lunar, puede demostrarse que Jesús tuvo la cena en las primeras horas después del ocaso del Sol, que fue el comienzo del nuevo día que ahora llamamos viernes. Después de terminada la cena, salieron entonando salmos hacia el huerto de Getsemaní, donde Jesús padeció la angustia de saber que ya se aproximaba la hora de su inmolación.

Más o menos hacia la medianoche, un grupo de guardias del Sanedrín acompañados de esbirros, detuvieron a Jesús siendo identificado con el beso traidor de Judas. Fue llevado al Consejo del Sanedrín, donde presidido por el Sumo Sacerdote le instauraron un proceso irregular al ser efectuado en horas de la noche, supuestamente para ganar tiempo y entregarlo con la sentencia de muerte en las primeras horas de la mañana al procurador Pilatos.

LOS RECURSOS DE PILATOS

El juicio ante Pilato duró unas dos a tres horas con las dilaciones que él usaba para darle libertad a Jesús, ya que de la actitud y expresiones de los dirigentes judíos, dedujo que la condena se debía a envidias personales que tenían de Jesús. Dos recursos utilizó Pilato para lograr su objetivo: el primero, el de la flagelación y coronación de espinas con el que pretendía despertar la conmiseración del populacho, y el otro, el de la libertad acostumbrada de un reo elegido por la plebe, dada la importancia de la celebración de la salida de la esclavitud judía, de Egipto.

Ambos recursos fracasaron al imponerse los gritos de "crucifícalo", luego complementado con la afirmación de los sumos sacerdotes de que sólo reconocían al Emperador romano como a su rey. Esta última afirmación le hizo comprender la velada amenaza de ser denunciado a Roma. Cuidando su seguridad autorizó la crucifixión de Jesús.

Inicialmente cargó Jesús con el travesaño del patíbulo, mas agotadas sus fuerzas por los golpes inmisericordes recibidos desde su aprehensión con profuso desangramiento, cayó por tres veces en el trayecto. Por esa causa el centurión obligó a Simón de Cierene que cargara el madero.

Crucificado Jesús hacia el mediodía, el cielo se cubrió de tinieblas durante tres horas, con angustia de quienes espectaban el suplicio. Jesús, que padecía los intensos dolores por su crucifixión, dijo que todo había sido cumplido, haciendo referencia a las profecías que se referían a él. Emitiendo un fuerte grito, exclamó: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", afirmando así que él se entregaba a la muerte voluntariamente y no por el suplicio que le causó la crucifixión.



EL CUERPO DE JESÚS

José de Arimatea, miembro del Senado del Sanedrín, se presentó a Pilato pidiéndole su autorización para que se le entregue el cuerpo de Jesús. Pilato sorprendido porque hubiese muerto Jesús tan pronto, pidió al centurión que se lo confirme. Retornando el centurión corroboró la muerte de Jesús.

José de Arimatea compró una sábana nueva de lino blanca, descendió de la cruz el cuerpo y lo envolvió con ella llevándolo a un sepulcro próximo de su propiedad, excavado en la roca. Allí con Nicodemo, otro miembro del Consejo, bañaron el cuerpo con una mezcla de áloe y mirra, empaparon unas vendas en esa mezcla y lo envolvieron conjuntamente con la sábana. Lo colocaron en un nicho del sepulcro. Salieron y José de Arimatea hizo rodar la enorme roca circular cerrando la entrada del sepulcro.

La razón por la que mataron a Jesús, tiene su raíz en la frustración de la clase sacerdotal porque Jesús no se ajustó a los cánones que suponían debía hacerlo para instaurar un reino idéntico al del rey David utilizando las armas. Los fariseos y los doctores de la ley le guardaban un fuerte rencor a Jesús por las duras y constantes amonestaciones a sus prácticas religiosas hipócritas con la que despojaban de sus bienes a viudas y huérfanos.

También la política tuvo su peso al despertar en las autoridades judías el miedo a perder su poder económico y religioso, sustentado con la protección de las autoridades romanas. Jesús, buscado y seguido por grandes multitudes por los milagros que realizaba, podría alentar una rebelión con resultados fatales para la nación israelita, ya que el pueblo judío vivía con la esperanza de un rey guerrero y victorioso que gobernaría por los siglos de los siglos, teniendo bajo su dominio a reyes e imperios del mundo.



LA RESURECCIÓN

Los testimonios de los cuatro evangelistas que relatan la aparición de Jesús realmente vivo, es la fuente segura de su resurrección. Es un hecho Milagroso que sólo puede ser aceptado por la fe, tal como se lo dijo al apóstol Tomás: "Mete aquí tu dedo y revisa mis manos, trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo, sino fiel" Díjole Tomás: Señor mío y Dios mío. Díjole Jesús: Tú has creído porque me has visto. Bienaventurados los que creen sin haber visto".

Los sumos sacerdotes proveyeron sin pensarlo testigos inesperados en los guardias que a pedido de Pilato, resguardaban el sepulcro en previsión del robo del cadáver por algunos de sus seguidores. Si bien es posible que los guardias no hayan visto a Jesús resucitar, el resplandor intenso que emanó de su cuerpo al resucitar y los sonidos que lo acompañaron, debieron ponerlos alertas. Lo que sí vieron fue al ángel que se apareció brillante como un rayo e intensamente blanco que los asustó. El ángel hizo rodar la piedra para abrir la entrada del sepulcro. Algunos de los soldados fueron a lo de los jerarcas judíos para informarles de lo sucedido. Los datos que proporcionaron activó una reunión urgente y reservada para tomar las decisiones que neutralicen el impacto en el pueblo la certeza de la resurrección.

Urdieron el ardid de que estando dormidos los guardias, vinieron varios prosélitos de Jesús que robaron el cuerpo. Les dieron a los guardias una gruesa suma de dinero para que divulgaran esa añagaza. Ante el temor de los guardias de ser castigados por no haber cumplido con su obligación durmiéndose, los sacerdotes les aseguraron que ellos interpondrían su influencia ante Pilato si él se llegara a enterar de la falta.

Es una ironía el que los sumos sacerdotes desesperados por negar la realidad de la resurrección de Jesús, hayan aportado testigos inesperados reforzándolo con el cuantioso soborno.





A MODO DE COLOFÓN.

Los pergaminos descubiertos en algunas de las cuevas de Qumram (Mar Muerto) en 1945, mal pueden referirse al Jesús histórico, porque dichos pergaminos han sido datados en más de cien años antes de Cristo. Esos pergaminos, trabajosamente reparados con un esfuerzo propio de un gigantesco rompecabezas, avalan la autenticidad de varios libros del Antiguo Testamento, que están en la Biblia que actualmente utilizan los cristianos de todas las confesiones.




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