jueves, 7 de junio de 2012

Corpus Christi en Tarija y el cáliz de ajipa

Los festejos del pueblo y de los campesinos eran más sencillos, se reunían en el Barrio San Roque, a lo largo de la calle Ancha (hoy Cochabamba, llamada así por la profusión de chicha, bebida espirituosa que recordaba la costumbre de aquel departamento), las casas fiesteras llamaban con sus banderillas rojas anunciando chicha, las comidas eran de cirtesia; los parroquianos pasaban la noche al son del erke y caja, aunque también la caña anunciaba la cercanía de San Roque; los instrumentos de viento son propios de la época seca. La fiesta era con sanada y todo, mientras la riña de gallos se desarrollaba con euforia. La fiesta de Corpus Cristi, tenía octava y también encierro, con similar entusiasmo y fe religiosa.
En Tarija, desde tiempos inmemoriales se viene practicando el “invite” de vino en copa de ajipa, tradición muy propia de la región. La ajipa es adornada con flores de la época, como la rosa pascua, ilusiones, acompañadas de un ramo de albahaca, aunque la violeta es la flor esencial de Corpus, cuya fragancia incorpora al vino un sabor distinto y fraternal.
Históricamente se sabe que ya por el año 1863, el campesino acomodado o pudiente, brindaba el vino patero de su producción, se reunía con amigos y familiares; mientras que el campesino de menor recurso, asumía este acto de religiosidad terrenal con entrañable amistad y familiaridad a sus seres queridos, brindaba con licor proveniente del sumo de la uva fermentado; bebida que luego se la llamaría chicha de uva.
La copa de ajipa significa el cáliz y su contenido la sangre de Jesús, los arreglos florales representan la belleza, brillo y solemnidad del encuentro del alma con Dios, lo propio significa brindar con los semejantes, este brindis era un honor y una distinción que no se podía evitar ni rechazar, a la vez que proporcionaba alegría y esparcimiento. Es así que la ajipa se había elegido por el gusto que le otorga a la bebida, mientras que las flores de violeta complementaban con su agradable aroma. La ajipa, es un tubérculo, cónico, carnoso de pulpa abundante y blanca, una vez retirada la pulpa, toma la hermosa forma de un envase o copa natural
La costumbre de la época, era la probada del vino o de la chicha durante la víspera, muchos se quedaban hasta el día siguiente. El día de la celebración, en diferentes casas preparaban su propio vino o su chicha de uva, pero habían familias tradicionales que hacían de alféreces que esperaban a los comunarios y amigos, durante estos días se tocaba el erke, caja y se interpretaban coplas, que no siempre eran de corte religioso, sino que hablaban de amores y desamores, de esperanzas no logradas, aunque también la copla era picaresca y festiva.
A fines del siglo XIX, la tradicional celebración de Corpus Christi, abarcaba casi todo el valle de Tarija y se había afincado en la propia Villa de San Bernardo de la Frontera de Tarixa; costumbre que practicaban los criados, los mozos de la casa, artesanos y campesinos, la costumbre que se concentró en la otrora calle Ancha, luego pasaría a las vendedoras de la recova. Para entonces se bebía también chicha de maíz, además del vino patero y de la chicha de uva. Luego sería una costumbre popular.
Pasada la contienda del Chaco, la recova de Tarija, debido a los nuevos asentamientos, cobró mayor importancia, las vendedoras, desde las primeras horas de la mañana adornaban sus lugares de expendio con flores de la época, principalmente con violetas. A partir de las nueve de la mañana, empezaban a invitar a sus clientes, para entonces la tradición había cobrado fuerza, la gente expresamente se daba cita en el incipiente mercado de la ciudad. Aunque había quienes se sorprendían por la rara costumbre de beber en un vaso de ajipa. Las vendedoras, con la debida anticipación, fabricaban la chicha y los esposos de estas señoras elaboraban el vino patero para el “invite” de Corpus.
La celebración de Corpus Christi en el campo se prolongaba los días subsiguientes con bebida, comida y música, mientras aguardaba el caballo en la tranquera o en el fondo de la casa del alférez. Tradición que aún se mantiene.
Desde el año 1940 hasta fines de 1970, pocas fueron las vendedoras que quedaban en el mercado para brindar con sus clientes, pero para entonces, la costumbre se había adentrado en la clase alta y media.
En la década de 1980, se mantuvo adormilada la tradición; el sorprendido cliente veía o recibía el invite de corpus, se destacan varios nombres de distinguidas señoras del mercado central, que habiendo heredado la costumbre de sus progenitoras, seguían practicándola en sus puestos de venta, mientras que la Calle Cochabamba había decaído irremediablemente.
Los años 1986 y 1987, tuvo algún repunte debido a la Comisión de Cultura de esa época que hizo algunos esfuerzos por recuperar la costumbre del invite de chicha de uva en ajipa. Por aquellos años, los integrantes de “Los Luceros del alba”, se entremezclaban con las vendedoras y clientes y era notoria la presencia de Reynaldo, Santiago Aráoz Martínez, Mario Reyes, casi siempre, acompañados del que suscribe en esta nota. El año 1990, el Programa “Cultura y Folklore” de Milton Balanza incentivó a las vendedoras de los mercados de Tarija para que retomen la tradición. Luego habría otros atisbos por alentar la costumbre.

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